Columna | Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «Cómo liberarnos de la amargura»

El Pastor Guillermo Decena expresó que "el tema de la amargura es común en nuestra sociedad y los cristianos deben verla como un problema espiritual- emocional muy serio, como un estorbo para recibir la plena bendición o gracia de Dios. Veamos qué nos dice la Palabra de Dios".

«Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (Hebreos 12:15).

El que tiene raíces de amargura es una persona con características de inflexibilidad en cuanto a sus pensamientos y opiniones, críticos, negativos y cínicos. Algunas veces las personas son revestidas de auto compasión, introvertidas y cerradas, pero por dentro son muy resentidos y amargados.

La amargura muchas veces viene por las ofensas que nos han hecho desde hace mucho tiempo, o también a través de personas que no se dan cuenta que nos han ofendido. Cuando una persona sana espiritualmente es ofendida, tiene una actitud diferente, le resbala la ofensa y trata de canalizarla positivamente y al final no le daña, pero una persona con amargura toma la ofensa negativamente, está siempre pendiente de las posibles ofensas y lamentablemente se pierde de las bendiciones de Dios.

Es por esto que debemos evaluarnos y meditar, observando qué situación tenemos en nuestro interior y sanar todos los traumas del pasado.

En ese marco, el Pastor Guillermo Decena brindó algunos consejos y ayudas que presenta la Palabra de Dios para poder ser libres de toda amargura:

1- Hay algo bueno detrás de lo malo.

«Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6:15).

¿Cuál es el escudo de la fe? Es la certeza absoluta de que para los que amamos a Dios, hay siempre enseñanzas del cielo en todas las circunstancias de la vida. Si entendemos esta gran verdad sanadora, siempre seremos libres de toda raíz de amargura.

El escudo de la fe nos protege del flechazo de la amargura. Es como la persona que guarda cada tuerquita, tornillito o clavito. Parecen cosas insignificantes ¡Pero en el más inesperado de los momentos, le sirve para arreglar algún artefacto! Esta actitud te ayudará a sanar y te mantendrá libre de toda amargura.

«Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1Tesalonicenses 5:18). Esta revelación es extraordinaria, porque si estamos en Cristo Jesús, estamos en una maravillosa posición de victoria.

No dudemos, debemos atrevernos a dar gracias por todo acontecimiento, aunque no entendamos todas las cosas y los procesos que estamos pasando, demos gracias, porque esto es altísima fe.

Un ejemplo que nos inspira y nos enseña con respecto a este tema es la actitud de José, un hombre de grandes revelaciones que no tenía amargura en su corazón: «No obstante, José insistió: ¡Acérquense! Cuando ellos se acercaron, él añadió: Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto. Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas…» (Génesis 45.4-8 NVI).

Si hay un personaje bíblico que nos muestra esta extraordinaria actitud de encontrar lo positivo de lo negativo, es el patriarca José. Dios les pone a sus malvados hermanos en su mano, los mismos que le vendieron como esclavo, trayendo terribles sufrimientos a su vida. José tenía el poder y la razón para castigarlos, pero en medio de su dolor aprendió a ver la mano del Señor, utilizar las difíciles circunstancias para su bien y el bien de cientos de personas.

Cuán fácil le hubiera resultado amargarse y darse por vencido. Pero no hubo ningún indicio de amargura, ni intento de culpa al Señor. José continuó siendo recto y fiel. Generosamente se ofreció para interpretar los sueños de sus dos compañeros de prisión, indicándoles que su conocimiento venía de Dios. A pesar de sentirse condenado a pasar su vida en la prisión, seguía confiado en el Señor.

Si alguien tenía motivos para sentir desánimo y amargura, era José, pero nunca titubeó en su fe. Ciertamente José es digno de imitar. Es por esto por lo que el apóstol Pablo es categórico cuando dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28).

 

2- Desate el perdón.

Tome la decisión de perdonar y pedir perdón a Dios por las personas que has ofendido.

«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Efesios 4:32).

En este sentido drástico, radical y violento en la decisión de perdonar, decídete a perdonar lo sientas o no lo sientas. José tenía muchas excusas para no perdonar a sus hermanos, pero eligió perdonar. Nos damos cuenta que perdona a sus malvados hermanos, porque les ayuda a instalarse con toda su familia y les hace bien, pagando con Bien el Mal que le hicieron.

«No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos» (Romanos 12:17). Si el cristiano no está dispuesto a hacer lo que nadie hace, solo tendrá una religión muerta y no tendrá mucha revelación del Espíritu.

No importa que la persona que te ha herido te pida o no perdón; esté viva o muerta, o siga hiriéndote, tu única alternativa para la sanidad emocional es el perdón. Al perdonar eres liberado y podrás disfrutar la plenitud de la vida.

La amargura puede ser algo terrible para usted, por tanto, aprende a ser un “perdonador serial”, y a descansar en tu Señor y Salvador. Verás que las circunstancias que aparentemente no pueden cambiarse, en sus manos serán transformadas y hará algo maravilloso en ti y en los que te rodean.

Haz una lista de las personas que te hayan herido o robado algo: Expresa tu perdón en forma de confesión; se especificó en cada palabra o circunstancia en la cual fuiste herido. Sabemos que es difícil, pero Jesús dijo: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro padre celestial…» (Mateo 5:44-45).

 

3- No mantengas ninguna expectativa con el ofensor.

Lo mejor es no mantener demasiada expectativa con nadie. Entiende que no hay persona perfecta. Debemos tener la perspectiva correcta de nuestro prójimo y de su lugar correcto, y esto traerá sabiduría.

«Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios» (Hebreos 12:2-3).

Las expectativas que se basan en suposiciones humanas pueden causar problemas. Por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan, ambos pueden tener expectativas altas del matrimonio. El hombre puede tener grandes expectativas de que su mujer será una persona cariñosa, amable y paciente. Puede formarse expectativas sobre cómo será ella como esposa y madre, pero si ella no resulta ser lo que él pensaba, puede sentirse herido, amargado y defraudado.

La mujer llega al matrimonio, creyendo que su futuro marido tiene un buen trabajo y es muy querido por los demás. Ella espera que nunca tengan problemas de dinero y que sea simpático como lo es habitualmente. Al casarse, deja de ser tan amable y sociable y para colmo pierde su trabajo y empiezan a tener problemas económicos, por lo que ella puede estar resentida porque sus expectativas se hicieron trizas.

Ahora esta pareja está lidiando con sentimientos heridos y resentimientos causados por lo que esperaban que ocurriera. Las expectativas erróneas pueden crear muchos problemas en cualquier relación. Siempre que hay una dependencia mutua, aparecen las expectativas y, si esas expectativas no se cumplen, el resultado puede ser el conflicto y amargura.

Si bajamos las expectativas en cuanto al prójimo, tendremos más tranquilidad. Ya sea que la otra persona cambie de actitud o no, usted debe seguir adelante. Para todo, debemos mirar a Dios y confiar en Él. «Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas» (Proverbios 3:5-6).

Él nunca nos va a defraudar, sus promesas son absolutamente confiables. Podemos esperar que Dios haga exactamente lo que dice que hará: «Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios» (2 Corintios 1:20).

«No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (Josué 21:45).

«La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo» (Salmo 19:7).

Cuando nuestras expectativas se basan en la Palabra de Dios, nunca dejarán de cumplirse. «El testimonio del Señor es fiel».

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

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