Reflexión del Pastor Guillermo Decena: “El pecado del descontento”

El Pastor Guillermo Decena expresó que "en la línea de los pecados más sutiles que pueden perjudicar nuestra fe, hoy veremos algo que se puede instalar en el interior del cristiano, y que puede aún traer el disgusto de Dios sobre su vida: el descontento".

«Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan? Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun»(Números 14:26-30 RVR).

El camino del desierto hacia la tierra prometida nos deja infinitas lecciones, pues describe actitudes puramente humanas que entorpecen la bendición de Dios para su pueblo. El plan de Dios era brindarle a todo Israel bienestar y seguridad en la nueva tierra de la prosperidad.

Pero en el corazón del pueblo de Israel había algo que podemos describir en una sola palabra: descontento. Esto fue tan grave que llegó a cansar a Dios de tal manera que emitió juicio contra ellos. Estaban descontentos tanto en Egipto como en el desierto y ocho de los diez espías también lo estuvieron en la tierra que habían de conquistar, trayendo un informe sumamente negativo después de recorrerla. Pero lo que es más increíble es que no les satisfacían las señales milagrosas que Dios hizo para que el faraón los dejara libres, tampoco les bastaron los milagros del mar muerto ni los milagros del desierto. Eran personas que no valoraron el tremendo amor que Dios les mostró en ese momento tan especial.

«Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie» (Deuteronomio 29:4-5).

En este marco, el Pastor Guillermo Decena sostuvo que «podríamos definir el descontento como un estado del alma que no puede ser saciado, conformado o contentado. El diccionario lo define como un “sentimiento de insatisfacción” y este se manifiesta llevándome a perder la alegría y la alabanza a Dios. Se puede expresar de muchas maneras, pero siempre llevará al cristiano al retraso espiritual.

El mensaje más evidente del descontento de Israel en el proceso de su liberación, es este: “el que se entrega al espíritu de descontento, está condenado a transitar indefinidamente en el desierto espiritual”.

La vida del ser humano está diseñada para vivirla con alegría, fe y seguridad en Dios, para disfrutar de la vida terrenal. Cuando esto no ocurre, la vida se torna un infierno.

La historia de la caída de los ángeles es bastante sencilla: Lucifer fue creado con esplendidez y hermosura, era un querubín protector de alto rango, estaba cerca del Creador y lo tenía todo, hasta que entró en él un descontento a pesar del alto rango que tenía. Quería lo máximo, lo que no era permitido: el trono de Dios. Esto fue fatal para él y sus seguidores.

Es por esto que el gozo en la vida cristiana no es algo menor. El que practica el descontento nunca está alegre, siempre insatisfecho, nunca en alabanza plena y siempre con dureza en su corazón. Por sobre todo, tengamos en cuenta que el descontento se puede constituir como una grave ofensa en contra de Dios por los siguientes motivos:

  • El descontento es una desconfianza de Dios. La satisfacción es confiar en Dios implícitamente. Por lo tanto, el descontento es lo opuesto a la fe.
  • El descontento equivale a quejarse contra el plan de Dios. En mi deseo de ser como Dios, creo que mi plan para mí vida es mejor. «Dios me ama y tiene un plan maravilloso para mí».
  • El descontento exhibe un deseo de ser autosuficiente. Al igual que Adán y Eva, deseamos probar el árbol que les haría independientes del Creador.
  • El descontento niega la sabiduría de Dios y exalta mi sabiduría. ¿No es esto precisamente lo que Eva hizo en el jardín al cuestionar la bondad de la Palabra de Dios? Por lo tanto, el descontento estaba en el corazón del primer pecado. « ¿Dios realmente ha dicho?» Esa es la pregunta en el corazón de todo nuestro descontento.
  • El descontento es amargarse por algo que Dios no se ha complacido en otorgarle. Él nos dio a su Hijo; por lo tanto, ¿no podemos confiar en él por todas las cosas? (Romanos 8:32) ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? “El que es fiel en lo poco, Dios lo pondrá en lo mucho”
  • El descontento dice que Dios ha cometido un error. Mis circunstancias actuales son incorrectas y deberían ser de otra manera. Solo estaré contento si se revierta el error.

Pero por último leamos y meditemos en los siguientes pasajes para que entendamos bien el concepto y podamos liberarnos de este espíritu de descontento.

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre» (Hebreos 13:5-6). Practiquemos el contentamiento, como lo hacía el apóstol Pablo: aquí hay dos palabras claves: avaricia y temor.

La avaricia hace que la persona se obsesione con las cosas materiales y el temor hace que la persona no tenga confianza en la provisión del Altísimo. Dice: “contentos con lo que tenemos ahora…” esto te libra de la vagancia, porque no es pecado querer siempre crecer espiritualmente o materialmente, pero en el proceso, el contentamiento te sostiene en el gozo del Señor que es nuestra fortaleza.

Por ello lo alabaremos, lo mejor está preparado por Dios para sus hijos, confiemos en Él.

«En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia» (Salmo 31:15-16).

«La provisión y la defensa en el futuro está en las manos del Señor, Él me llevará de victoria en victoria y de gloria en gloria desde ahora y para siempre» (Salmo 23).

«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:11-13).

El contentamiento en cada situación es lo que espera Dios de sus hijos, pues con su presencia las posibilidades son ilimitadas ¡Amén!

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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