Análisis semanal: Una lección desde Inglaterra y una negociación clave de la Provincia que modificó el presupuesto a favor de Misiones

Gracias a gestiones del Gobierno provincial, el dictamen de Presupuesto nacional 2023 salió a pedir de Misiones. 40 años después de Thatcher, Inglaterra volvió a creer en aquello de bajar impuestos para crecer y les volvió a ir mal. En Argentina la economía crece pero arrastra profundos desequilibrios, mientras la oposición y el oficialismo se matan en la pelea por las candidaturas.

Hace poco más de un mes la por entonces flamante primera ministra británica, Lizz Trussen, anunciaba una baja de impuestos entendiendo que de ese modo se incentivaría la inversión y con ella llegaría la reactivación de una economía que enfrenta dificultades. El resultado fue el inverso al esperado, la inflación se disparó a los niveles más altos de los últimos 40 años y Trussen debió renunciar dejando como legado la mayor crisis política y económica que enfrenta Inglaterra desde los 80.

Vistos desde una provincia periférica del Nordeste argentino los sucesos de los últimos 45 días en las islas británicas podrán parecer lejanos pero conceptualmente no lo son tanto. Porque lo que hizo la malograda primera ministra no fue más que aplicar una vieja receta que en nuestro país recobró fuerza a partir del surgimiento de las nuevas derechas y a reabrir un debate siempre vigente en el NEA a partir de los modelos fiscales que instrumentan Misiones y Corrientes.

La noción según la cual una baja de los impuestos conduce necesariamente a un mayor incentivo para invertir, de allí a un incremento en la generación de puestos de trabajo y en la recaudación no es nueva, de hecho está presente en la literatura de liberalismo clásico del siglo XIX empezando por Adam Smith.

Más tarde se creó la tan mentada “curva de Laffer”, un gráfico con forma de U invertida que supuestamente demuestra que mientras más bajos sean los impuestos, más pronunciado será el crecimiento de la economía, de los puestos de trabajo y de la recaudación fiscal.

Algunos economistas toman este gráfico como una verdad suprema revelada a los simples mortales por un ser superior y para otros es una pieza de ficción, nada más que una fake new viralizada por los sectores de poder que se benefician de manera directa y sin discusión cuando bajan los impuestos.

En la historia no abundan casos de éxito que respalden el modelo que proponen libertarios como Javier Milei. En los 80 lo aplicaron Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Inglaterra, ambos con resultados más bien negativos. Durante la administración Reagan, la recaudación de Estados Unidos cayó 20% y creció el desempleo.

Dos décadas después, otro republicano, George W. Bush, optó por el mismo modelo. Estados Unidos pasó de un superávit fiscal de 86.400 millones de dólares en el año 2000 a un déficit de más de 568.000 millones en 2004.

Otros 20 años tuvieron que pasar para que la teoría de la baja de impuestos cobrara nuevos impulsos con el surgimiento de las nuevas derechas liberales. Como en tiempos de la Dama de Hierro, Inglaterra volvió a abrazar este principio, pero esta vez los resultados fueron peores. Después de más de 30 años de estabilidad, la inflación interanual en la isla británica supera los dos dígitos y se proyecta que seguirá aumentando en 2023 hasta llegar a 18%.

Pero no hace falta viajar tan lejos para hacer comparaciones en el plano real. Basta con mirar lo que ocurre en la región, donde Misiones y Corrientes comparten frontera y aplican políticas fiscales opuestas.

La Tierra del Taragüi aplica un esquema de bajos impuestos con la intención de atraer inversiones, mientras que Misiones entiende que para generar las condiciones que permiten el desarrollo de la economía resulta ineludible tener un Estado con solvencia fiscal y que para que ello ocurra, no queda otra que cobrar impuestos, por más que eso genere resistencias de algunos sectores.

La discusión entre los defensores de estos dos modelos está instalada desde hace más de 15 años y se reavivó en los últimos años porque la oposición al gobierno misionero encarnada en Juntos por el Cambio, propone replicar el ejemplo correntino en la tierra colorada.

Con ese discurso entusiasma a buena parte del empresariado que se vería beneficiada de manera directa e inmediata con una baja de impuestos, pero los resultados observados hasta ahora deberían desalentar propuestas de esa naturaleza.

Más allá de aproximaciones teóricas como la curva de Laffer, lo que muestra la cruda realidad es que a Corrientes no le fue bien con su política de bajos impuestos. A pesar de contar con una superficie forestada tan grande como la de Misiones, no consigue desarrollar una industria como la que tiene su vecina.

Según el último censo del sector forestoindustrial, Misiones triplica a Corrientes en cantidad de empresas y de trabajadores de esa actividad y cuenta con dos pasteras, un tipo de industria que la tierra del sapucai no consigue atraer a pesar de los esfuerzos que viene haciendo hace más de 20 años.

En esta comparación tampoco se verifica aquello de que cobrando impuestos más bajos se termina recaudando más. Corrientes recauda menos y eso se nota en la infraestructura y en los servicios que ambos estados ofrecen a su población.

A pesar de tener una coparticipación menor a la de su vecina, Misiones pudo desarrollar un sistema de salud mucho más completo, un sistema educativo que llega a todos los rincones de su territorio, algo que no ocurre del otro lado del Chimiray, y todos los años invierte más dinero en obras que hacen al bien público.

 

Dislates de campaña

A pesar de las experiencias de Reagan, de Thatcher, de Bush junior y de Trussen, el discurso ultra liberal tiene muchos adeptos en una población argentina que después de varios gobiernos nacionales malhadados muestra altísimos niveles de hartazgo con la clase política. Muchos exigen un cambio, pero nadie tiene muy en claro qué tipo de cambio, entonces ganan terreno los discursos rupturistas como el de los libertarios, que entre otras cosas lograron que pedir una baja de impuestos para los ricos fuera interpretado como un grito de rebeldía.

El electorado giró a la derecha, o al menos eso es lo que muestran las encuestas, y si las encuestas lo dicen, los dirigentes de Juntos por el Cambio acompañan.

Siguiendo la batuta de Milei, Patricia Bullrich propone dolarizar, Macri habla de sacarle pie de encima al campo y Horacio Rodríguez Larreta promete liberar el mercado cambiario y dejar que la cotización del dólar flote libremente.

Lo llamativo del caso es que eso de bajarle impuestos al campo y liberar el mercado cambiario ya lo aplicó Mauricio Macri al inicio de su mandato y fueron medidas que determinaron en buena parte el fracaso de su gestión.

No lo dicen solamente los analistas heterodoxos, lo terminó reconociendo el propio Carlos Melconian cuando en una de sus simpáticas metáforas indicó que liberar el tipo de cambio en Argentina equivale a manejar una Ferrari en un camino de tierra lleno de pozos.

En medio de tanto ruido, quien aportó un poco de razonabilidad esta semana fue el economista Pablo Gerchunoff, un radical que fue parte del equipo de Juan Vital Sourrouille en el gobierno de Alfonsín y jefe de gabinete de asesores de José Luis Machinea durante el gobierno de De la Rua, quien opinó que “hay que abandonar la idea de que a los impuestos hay que bajarlos”.

Gerchunoff remarcó que si el próximo gobierno decidiera desfinanciar al Estado con una baja de impuestos, estaría obligado a aplicar un ajuste que después de 10 años de estancamiento de la economía llevaría a la sociedad a una nueva “travesía del desierto”.

 

Superávits gemelos y 18 meses de crecimiento

Como en tiempos de Néstor Kirchner, septiembre cerró con saldos positivos en la balanza comercial y con superávit primario.

Según datos del INDEC la balanza comercial registró en septiembre un superávit de 414 millones de dólares, luego de tres meses con déficit y las cuentas públicas cerraron con un balance positivo de 5.284 millones de pesos. El principal responsable de ambos resultados fue el dólar soja que impulsó un alza en las exportaciones y consecuentemente, en la recaudación de retenciones.

Para explicar el color verde en las cuentas fiscales también incidió una baja real del gasto primario del Sector Público Nacional que en septiembre registró un aumento nominal interanual que estuvo  tres puntos porcentuales por debajo de la inflación.

La actividad económica también arrojó datos positivos. Según el INDEC, en agosto registró un incremento general de 6,4% interanual, con lo cual el índice hilvanó 18 meses consecutivos con subas interanuales. Turismo, hoteles, restaurantes, minería y el comercio minorista marcaron las variaciones más pronunciadas.

Cuando se compara contra el 2019, la actividad se encuentra 3,4% por encima del nivel de los primeros ocho meses de ese año.

Sin embargo, el crecimiento se da en un contexto de incertidumbre marcado por una inflación que no cede, debilidad en materia de reservas y un tipo de cambio administrado que mantiene pisado al dólar oficial y obliga al Gobierno a retacear el acceso a las divisas incluso para la compra de insumos para la industria.

Resolver las inconsistencias de la economía sin matar al crecimiento y además hacerlo en un año electoral es el desafío que enfrenta la administración de Sergio Massa.

 

Internas para todos

Conforme se acerca la hora de resolver las candidaturas de cara a las presidenciales de 2023 crecen las tensiones internas en los dos principales frentes de la política nacional.

En Juntos por el Cambio Elisa Carrió sostuvo que fue perseguida y espiada durante el Gobierno de Macri. «Sufrí mucha persecución, pero nunca tanta como parte de sectores de mi propio gobierno», confesó. “El daño que le hicieron a mi familia fue irreparable”, remarcó Carrió al referirse al aparato de espionaje contra propios y opositores que llevó adelante el macrismo.

Sin mencionarla, cuestionó también a la principal abanderada de la mano dura dentro de JxC, Patricia Bullrich. “En campaña los candidatos dicen lo que la gente quiere escuchar y la gente quiere escuchar discursos extremos”, dijo en referencia a los dichos de La Piba y de Macri en referencia a reformar leyes para que las fuerzas armadas puedan actuar en lugares como Villa Mascardi o Rosario.

“Es mentira que para combatir el narcotráfico van a poner a las fuerzas armadas: no hay ejército, un cabo o un suboficial gana 50 mil pesos, lo que estamos haciendo es entregar las fuerzas armadas a los narcotraficantes porque no nos ocupamos de dignificar y capacitar a las fuerzas armadas, entonces es una mentira”, señaló.

Cargó con dureza también contra Milei a quien lo identificó como parte de un “neo conservadurismo del tipo fascista. No creen en la democracia, no creen en la república; por un lado creen en una anarquía capitalista y en algunos valores tradicionales”. “El problema no es que gane, el problema es que no dura”, advirtió.

Por el lado del oficialismo, nuevamente el 17 de octubre resultó una fecha que lejos de evidenciar algún tipo de lealtad, exhibió la fractura que separa a las partes del panperonismo.

La Cámpora hizo su acto, los movimientos sociales también tuvieron el suyo y la CGT hizo lo propio. A ninguno de ellos asistieron el Presidente ni su vice y en todos hubo munición cruzada.

Como si el país no tuviera problemas mayores, la CGT lanzó un espacio político propio con objetivos bien claros y explícitos: poner diputados y senadores en las listas. Máximo Kirchner, cuyo mayor mérito es ser el hijo de Cristina y de Néstor, salió a contestarles como si las candidaturas fueran de su propiedad.

Entre tanta grieta y rupturismo libertario, empiezan a perfilarse armados políticos que se proponen construir una alternativa razonable con propuestas realizables.

El cordobés Juan Schiaretti lanzó su proyecto nacional al que invitó a participar dirigentes del PJ y del radicalismo, al que sueña incorporar a Facundo Manes, y el salteño Juan Urtubey anda recorriendo provincias con una idea bastante parecida. En los últimos días se reunió en Misiones con su viejo amigo Hugo Passalacqua.

 

Un Presupuesto más Misionero

El proyecto de Presupuesto que hace solo unas semanas presentaba el Ejecutivo nacional era más bien mezquino para Misiones, pero gracias a arduas gestiones llevadas adelante por el Gobierno provincial y que involucraron no solo a los legisladores nacionales renovadores sino también al propio gobernador Oscar Herrera Ahuad y al conductor el de espacio, Carlos Rovira, se lograron incorporar al proyecto muchos de los reclamos que impulsa la provincia.

Se consiguió que el dictamen incluya un artículo que faculte al Ejecutivo nacional a crear áreas aduaneras especiales en cualquier punto del país. Con eso se dio un paso importante para avanzar en la creación de un régimen impositivo diferenciado que ponga a Misiones en un pie de igualdad frente a sus vecinos de Brasil y Paraguay, al menos en materia impositiva.

Además se incluyó un paquete de obras millonarias que son muy importantes y trascendentes para el desarrollo de la provincia y que no estaban en el proyecto original. Gracias a los planteos de Misiones, ahora se sumaron obras de energía eléctrica, rutas, escuelas, viviendas, comisarías y redes de agua y cloaca para concretar en los 77 municipios.

En la redacción original del proyecto de presupuesto, Misiones aparecía en el anteúltimo lugar en el reparto de fondos previsto por todo concepto. En el dictamen firmado el jueves, aparece en el puesto número 12 de esa lista, un lugar bastante más acorde a su población.

Fue una ardua tarea que llevó meses de preparación de carpetas con números detallados para convencer a los funcionarios del Ejecutivo Nacional y los integrantes del Congreso de que Misiones es diferente por su geografía, por su ubicación, sus límites, por su población y por la injusta coparticipación que recibe.

Hubo una instrucción tajante de Rovira durante el debate en comisión: si los pedidos de Misiones no estaban en el proyecto, los diputados misioneristas no acompañarían y se retirarían de la reunión.

Así de determinada fue la postura y de esa forma se logró que los representantes de todo el país que conforman la comisión de Presupuesto, tengan en cuenta la voz de los misioneros. Además, es algo que se logra con respeto político, con dedicación, con trabajo.

El mismo Sergio Massa siempre estuvo a disposición de la provincia y comprometido a ayudar con los pedidos, en base a un respeto y una admiración que tiene por Misiones. Por eso Rovira expresó ayer en Twitter “agradezco en nombre de los misioneros al Ministro de Economía Sergio Massa por el cumplimiento de su palabra al incluir innumerables obras para el desarrollo de Misiones, particularmente la zona especial aduanera, que presentara y defendiera en soledad, la representación de la renovación en el Congreso Nacional”.

En la misma línea, Herrera Ahuad compartió esos conceptos, el agradecimiento y la “generosidad política sin mezquindades en beneficio de los Misioneros”.

Después de esas gestiones hubo una extensa y clave charla entre Herrera Ahuad y Massa donde se afinaron detalles de los artículos incorporados y donde el ministro se comprometió a cumplir al detalle con Misiones.

Lamentablemente, como pasó en otras ocasiones, los renovadores no tuvieron acompañamiento de los diputados nacionales misioneros de Juntos por el Cambio ni de los kirchneristas. No ayudaron a lograr beneficios para la provincia, igual que el año pasado, cuando votaron en contra de la creación de la zona aduanera especial y de un paquete de 96 mil millones de pesos en obras.

En esa ocasión el único argumento fue su desacuerdo con el proyecto de Presupuesto, pero ni siquiera se tomaron el trabajo de presentar un proyecto alternativo, una opción superadora o mejorada, dejando en claro que su postura era destruir más que construir. Destruir la recuperación económica del país y de Misiones después de la pandemia, porque cuanto mayor sea la recuperación, menor serían las posibilidades de Juntos por el Cambio de volver a la presidencia en 2023. Lamentablemente están actuando así.

Curiosamente, una vez aprobado el dictamen de comisión,  el diputado nacional radical Martín Arjol salió a atribuirse la incorporación del paquete de obras por más de 5.000 millones de pesos que consiguió para Misiones el Gobierno provincial. Salió a responderle un exUCR, el economista José Luis Pastori: “famoso el mosquito que por Twitter le dice al buey ‘vamos arando’”, replicó.

Es tan fuerte el nivel de mezquindad que se observa que se están peleando entre ellos mismos por ver quién será el candidato a presidente del país y a gobernador de Misiones en 2023. Es un frente totalmente roto, donde no hay trabajo en conjunto, no tienen coincidencia en el modelo de país ni provincia, no más coincidencias que la política del marketing y la foto.

Es por ello que sigue sufriendo una sangría de dirigentes principalmente jóvenes que no ven construcción y progreso en la UCR y el PRO, y prefieren acercarse al modelo misionerista de la renovación, donde encuentran mayor apertura y atención a la agenda de los misioneros y no a la grieta nacional como los principales referentes misioneros de JxC.

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