Análisis semanal: Los primeros cien días de una revolución que no termina de empezar

Milei sumó su segunda derrota legislativa, aunque todavía está en condiciones de aprobar el DNU y la Ley Ómnibus. Deberá hacer algo que odia: política. La inflación bajó, pero los salarios la miran desde muy abajo. El equilibrio fiscal se consolida a un alto costo social. El Gobierno se afirma en su relato para gestionar el descontento, pero cae en contradicciones: llama a una “rebelión fiscal” al mismo tiempo que aumenta impuestos y denuncia a “formadores de precios” olvidando su prédica monetarista y mercado-céntrica.

Habrá que profundizar mucho en la historia argentina para encontrar un presidente que en sus primeros cien días de gobierno haya hecho más ruido que Javier Milei. Pero su inexperiencia política amenaza con encerrarlo en un ciclo de eterno comienzo. Sacude con golpes de efecto precisos, pero no termina de consolidar lo que pretende construir.

En 14 semanas devaluó más de 50% la moneda, redujo el déficit fiscal y la brecha cambiaria con la misma sorprendente velocidad con la que licuó el poder adquisitivo de los salarios, impuso el petardismo y la confrontación constante como estrategias, desechó a una docena de los funcionarios que él mismo había designado y se peleó hasta con su vice.

Mucho estruendo, pero los dos instrumentos que el presidente y su equipo idearon para introducir cambios de largo plazo, el mega DNU y la Ley Ómnibus, todavía no pasaron el filtro del Congreso y no hay certeza de que puedan hacerlo.

Milei no aspira a hacer un buen gobierno, quiere una revolución minarquista que obligue a todos los presidentes que lo sucedan a gobernar bajo los parámetros de esa secta. De allí la idea de dolarizar, de dinamitar el Banco Central o de considerar un delito de lesa humanidad a la emisión monetaria para financiar al Tesoro .

Pero impulsar una revolución dentro de un sistema democrático es difícil y hacerlo sin mayorías legislativas lo es más todavía. La tarea exige un nivel de pericia política que ni Milei ni sus más cercanos colaboradores demuestra tener.

El Ejecutivo acumuló esta semana su segunda derrota política de proporciones con el rechazo del Senado al DNU. Hace más de un mes que se vio obligado a retirar la Ley Ómnibus cuando su votación se empantanaba en Diputados. Desde entonces tuvo tiempo para avanzar en acuerdos que agilicen el trámite del mega decreto, pero no se movieron.

Tuvo que pasar todo febrero para que a Milei se le pasara el berrinche por el tropiezo de su Ley de Bases y recién el 1 de marzo se propuso reconstruir los puentes que había incendiado. Convocó a todos los gobernadores a una reunión a la que él no asistió y que significó un primer paso para recomponer relaciones con las provincias, pero transcurrieron los días y no hubo más que ese primer paso.

La oposición se aprovechó de la falta de reflejos del oficialismo y el cortocircuito de la fórmula presidencial hizo el resto. Más de cinco senadores hicieron el pedido formal de tratar una cuestión en particular, Victoria Villarruel se ajustó a reglamento y convocó a la sesión.

Tan cierto como que las normas están para cumplirse, es que no siempre se cumplen. Al presidente lo le hizo gracia que su vice se apegara a cuestiones reglamentarias para convocar a una votación que sabían perdida y los soldados libertarios que dominan las redes sociales salieron a denunciar una conspiración.

El asunto levantó más temperatura cuando el diputado Luis Espert, uno de los voceros calificados del entorno de Milei, respondió: “no sé, a la luz de eso, me genera dudas”, cuando le preguntaron si Villarruel pretendía desestabilizar al Gobierno.

A pesar de la opinión del presidente, la sesión se concretó y la votación fue lapidaria. El rechazo al DNU ganó 45 a 24.

Pero la última palabra no está dicha, porque si el mega decreto es aprobado en Diputados quedará firme y en esa cámara el balance de poder está mucho más equilibrado. Después del sopapo que recibió el DNU en Senadores, la amplia categoría de los “opositores dialoguistas” tiene ahora la llave para destrabar la aprobación o descartar definitivamente el decreto.

En ese mismo contexto se iniciará el tratamiento de la nueva versión de la Ley Ómnibus, cuyo primer borrador ya fue enviado a los jefes de bancada y a los gobernadores. El nuevo proyecto recupera varios de los puntos centrales de la ley original, como las emergencias y facultades para el Poder Ejecutivo, una reforma del Estado, la consolidación de deuda, la desregulación económica y el Régimen de incentivo para grandes inversiones (RIGI).

En paralelo se discutirá también el paquete de alivio fiscal que Milei había prometido a los gobernadores y que incluye la restitución del pago de Ganancias para unos 800 mil empleados, la modificación de las escalas del monotributo, el blanqueo de capitales y una reducción de alícuotas del impuesto a los Bienes Personales.

El paquete fiscal incrementará la presión impositiva sobre la clase media al reponer Ganancias para los trabajadores que ganan más de 1,1 millones de pesos y traerá beneficios para los más ricos a través de una nueva moratoria de blanqueo de capitales y la reducción de Bienes Personales.

Durante la semana que inicia habrá reuniones técnicas entre el equipo de Economía de Nación y representantes de las provincias y reuniones políticas entre los gobernadores y el ministro del Interior, Guillermo Francos.

Para avanzar en acuerdos, el Gobierno nacional deberá aceptar que, bajo un sistema democrático, ganar una elección no otorga el poder absoluto, que gobernadores y legisladores también fueron elegidos por el pueblo y que pensar distinto no los convierte en representantes de una casta que actúa con el único interés de defender sus propios privilegios.

El mero hecho de calificar de “traidores” a autoridades que resultaron electas por partidos diferentes al de Milei y que durante sus campañas propusieron plataformas muy distintas a la que impulsa el libertario, revela la aversión al disenso que practican el presidente y su entorno.

 

Números y contradicciones

Finalmente se conoció esta semana uno de los números que el Gobierno nacional esperaba con más expectativa, la inflación de febrero fue de 13,2%, inferior al 20,6% de enero, pero todavía por encima de los índices previos a la asunción del libertario.

Como suele ocurrir en Argentina, un mismo dato generó múltiples interpretaciones. Desde el oficialismo lo celebraron como la continuidad de un proceso de descenso de la inflación y como un indicio de que el programa económico de Caputo está bien encaminado.

Analistas con visiones un poco más críticas entienden que la inflación se está desacelerando principalmente porque se está completando el pase a precios de la mega devaluación de diciembre. Es decir que los precios se dispararon en diciembre y enero por la suba del dólar oficial y ahora están convergiendo a niveles parecidos a los de noviembre.

Desde el oficialismo destacaron además que la baja de la inflación se está logrando “sin controlar precios”, mientras que economistas como Candelaria Botto argumentaron que en realidad sí se está pisando uno de los precios más relevantes: el salario.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Trabajo de la Nación, el salario promedio del sector privado cayó 20% en términos reales en el primer bimestre del año, lo representó la baja más pronunciada en tan corto período desde que se mide ese indicador. Para tener un parámetro, en todo 2002 -después de la caída de la convertibilidad- el salario cayó 26%.

En enero, el salario promedio de los trabajadores en blanco se ubicó por debajo de la Canasta Básica Total (CBT) algo que no ocurre desde que se mide la CBT. La Canasta Básica para una familia de cuatro personas se ubicó en casi 600 mil pesos en el primer mes del año, mientras que el salario neto promedio no llegó a los 461 mil pesos.

Desde las cámaras empresariales de prácticamente todas las actividades advierten que la demanda del mercado interno se desploma, incluso en rubros que son inelásticos, como alimentos o remedios.

El Gobierno apuesta a que esa caída en la demanda termine frenando la carrera de los precios. Pero las cámaras empresariales advierten que mientras no se haga algo por bajar los costos, será difícil que los precios bajen y que el desplome de las ventas solo desembocará en despidos y cierres de empresas.

En el Gobierno se encendieron luces de alarma en la primera semana de marzo porque las mediciones indicaban una aceleración en la inflación de alimentos y remedios.

Renegando de su prédica libremercadista, el ministro de Economía citó a los principales supermercadistas a los que acusó de distorsionar el mercado con precios inflados y ofertas especiales.

Al propio presidente, que repite como un mantra que “la inflación es un fenómeno puramente monetario” y milita el libre mercado con convicción religiosa, le dio un ataque de kirchnerismo y salió a hablar de “formadores de precios que no quieren bajar los productos que ‘pricearon’ con un dólar a $1.500”.

Como la respuesta de los supermercadistas al tirón de orejas de Caputo no fue la esperada, el Ejecutivo anunció la “apertura” de las importaciones de alimentos y de otros productos que aumentaron de manera desmedida.

En realidad no se trata de una apertura, porque las importaciones no estaban cerradas, sino de una flexibilización y mejora en las condiciones para importar.

En Misiones eso generó preocupación en dos sectores que están incluidos en el listado de productos con facilidades para la importación: la yerba mate y la producción porcina.

De acuerdo con la opinión de yerbateros, no habría mayores amenazas para la yerba empaquetada, porque las que se venden en Brasil y Paraguay son más caras que las argentinas, pero la medida sí podría tener impacto en el mercado de la materia prima.

La yerba canchada hoy tiene en Brasil y Paraguay un costo similar al que se maneja en Argentina, donde los productores están presionando por un incremento que les permita trasladar las subas que sufrieron en sus costos. Si comenzara a entrar materia prima importada, resultaría muy difícil satisfacer ese pedido de los productores.

Pero el panorama podría cambiar de un día para el otro dependiendo de lo que ocurra con el dólar.

Los industriales advierten que el tipo de cambio, que había sumado competitividad con la devaluación de diciembre, está perdiendo terreno rápidamente con la inflación. Esa misma tendencia está haciendo de Argentina una plaza cara en dólares, algo que ya se ve en la gran mayoría de los precios que están más altos que en países limítrofes, y por lo tanto atractiva para importar y poco competitiva para exportar.

Desde la consultora Ecolatina señalaron esta semana que “frente a una inflación que superó el 70% entre diciembre y febrero, el tipo de cambio real que inició el mandato en su nivel más elevado desde la salida de la Convertibilidad, erosionó aceleradamente su competitividad -se apreció un 33% en dicho periodo-. Una tendencia que, de seguir con este ritmo de devaluación, seguramente se profundice en los próximos meses”.

 

La rebelión de Espert

El verborrágico Espert no solo disparó esta semana contra Villarruel, también apuntó al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. “El aumento de patentes, el aumento de inmobiliario residencial y el aumento de inmobiliario rural no hay que pagarlo. No hay que pagarlo. Y eso no es rebelión fiscal al pedo, es rebelión fiscal con sentido común. Los bonaerenses no tienen que pagar el aumento impositivo”, aseguró.

Lo curioso es que el liberal devenido en libertario cuestiona el aumento de impuestos dispuesto por la Provincia de Buenos Aires al mismo tiempo que defiende que más de 800 mil trabajadores vuelvan a pagar Ganancias y la suba en las retenciones a las exportaciones y del impuesto PAIS que dispuso este Gobierno nacional.

También cargó contra Daniel Scioli, a quien calificó como “imbécil” por haber creado el Impuesto Inmobiliario Complementario, una iniciativa presentada en 2013 que luego se convirtió en ley.

Milei celebró los dichos de Espert, a pesar de que el camaleónico Scioli es funcionario de su gobierno.

 

Nuevo escenario

El tropiezo del DNU significó un nuevo cambio en el caótico escenario político nacional en el que ninguna alianza parece firme y todas las lealtades están bajo constante sospecha.

El Gobierno nacional no tienen los porotos suficientes en ninguna de las cámaras, eso generó un escenario favorable para fuerzas políticas independientes, pero no todos supieron entender esa ventaja.

Los senadores de la renovación misionera sí lo entendieron y tuvieron el discernimiento suficiente para mantenerse al margen de la grieta y no votaron a favor, pero tampoco en contra del DNU.

El mensaje de los misioneros para Milei y los suyos es claro, el Gobierno de Misiones no está enrolado en la facción que milita el rechazo automático a todo lo que proponga el presidente que resultó electo por una amplia mayoría, pero tampoco está dispuesto a acompañar a libro cerrado.

Fue un voto coherente, porque desde un principio la renovación se posicionó como independiente, ni oficialista, ni opositora y dejando siempre la puerta del diálogo abierta para reclamar por las vías pertinentes las múltiples deudas que Nación mantiene con la provincia.

Donde cuesta encontrar coherencia es en el radicalismo. La mayoría del partido votó a favor del DNU pero el presidente del Comité Nacional, Martín Lousteau, votó en contra. El día posterior a la votación los cuatro gobernadores radicales firmaron una solicitada cuestionando a la autoridad máxima del partido evidenciando la fractura que atraviesa ese espacio.

La irrupción de Milei hizo estragos en Juntos por el Cambio y los radicales son los más confundidos. Al punto de que la mayoría de ellos milita a un presidente que los desprecia, diariamente los insulta y reiteradamente ofendió la memoria de sus dos principales líderes históricos, Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín.

Esa falta de coherencia tuvo su consecuencia en la elección interna de autoridades del pasado domingo en Misiones. Votó solo el 5% del padrón, lo que evidencia una total desidia de los afiliados que no se sienten representados por la dirigencia.

 

Rumbo innovador

El Silicon Misiones cumplió su primer año de funcionamiento integrando los sectores públicos, privados, los emprendedores y a las universidades. La Escuela Secundaria de Innovación cumplió cinco años y es una de las que tiene mayor demanda de estudiantes. La escuela de robótica explotó de inscriptos con más de 40 mil niños en el comienzo del ciclo 2024. La educación disruptiva y de vanguardia es una realidad concreta, palpable y única en la provincia de Misiones, para beneficio y privilegio de las nuevas generaciones.

Misiones además está entre las pocas provincias que este año garantizaron 190 días de clases, se destaca por la integración de la inteligencia artificial en la educación de los niños y jóvenes a través de pedagogías innovadoras que garantizan una gradual incorporación de conocimientos y aptitudes en todos los niveles del sistema educativo.

Misiones se está construyendo como una usina de talentos preparados para la demanda laboral del futuro.

Con un enfoque centrado en el estudiante y que prevé instancias de seguimiento, el modelo garantiza una supervisión efectiva del uso de la inteligencia artificial en la educación, asegurando que se respeten los derechos fundamentales de los educandos y se promueva su desarrollo integral.

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