Advierten que los efectos del fenómeno climático “La Niña” podrían agravarse por el cambio climático: ¿qué impacto tendrá en Misiones?

El fenómeno climático conocido como "La Niña" podría hacer su retorno a partir de mediados de 2024, según el último informe agrometeorológico emitido por el Instituto Nacional de Tecnología Agrícola (INTA). Esto marca un cambio significativo en el ciclo natural-global del clima, que habitualmente se asocia con períodos de sequías en varias regiones del mundo, en este contexto José Oleñuk, agrometeorólogo del INTA habló sobre el impacto que tendrá en Misiones. 

El informe del INTA señala que «El Niño», que había cortado un largo período de sequías en la región, está dando señales de debilitamiento tras el verano y los primeros meses de otoño próximos. Se espera que continúe presente durante lo que resta del verano e inicio del otoño, con una transición hacia la fase neutral del fenómeno climático conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) a partir del trimestre abril-junio.

Sin embargo, hacia julio-septiembre de 2024, la mayoría de los modelos meteorológicos apuntan hacia un cambio, asignando una mayor probabilidad (más del 60%) a la fase La Niña. Esto implica un enfriamiento en las aguas superficiales del Pacífico, lo que generalmente está asociado a períodos de sequía.

A pesar de estos pronósticos, aún no está establecido en qué medida podría influir el cambio de fenómeno en la cantidad de lluvias en la región. Los expertos indican que se espera que La Niña comience a prevalecer a partir de septiembre, tras una transición suave de alrededor de tres meses, pero las variaciones de los últimos años también plantean incertidumbre sobre estos pronósticos.

El fenómeno climático conocido como «La Niña» podría hacer su reaparición en la segunda mitad de 2024, según explicó Oleñuk. Este fenómeno, parte del ciclo natural-global del clima llamado El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), suele estar asociado a períodos de sequías, y su regreso plantea preocupaciones sobre el impacto en la agricultura y el cambio climático.

El especialista señaló que la situación actual en Misiones registra una transición gradual desde el fenómeno de El Niño, que trajo consigo un período de lluvias inusualmente alto en los meses anteriores, hacia una fase de sequía más pronunciada. Asimismo indicó que, a pesar de las lluvias por encima de lo normal en octubre y noviembre, seguidas de un diciembre y enero con precipitaciones levemente superiores a los valores normales, la situación cambió abruptamente a principios de febrero.

«Ahora estamos en el momento en que las temperaturas están descendiendo en el Pacífico y todavía están por encima del promedio, quiere decir que nos estamos acercando a una época, a una situación neutral, que cuando va terminando el niño hasta mitad de año podíamos tener una situación neutral y hay probabilidades de que el próximo verano de que entremos en un fenómeno de la niña», agregó.

En enero, las precipitaciones aún estaban por encima de la media, pero en febrero las lluvias se redujeron drásticamente, y las altas temperaturas y la intensa radiación solar complicaron aún más la situación.

Sin embargo, las proyecciones para los próximos meses aún son inciertas. Según Oleñuk, el fenómeno de El Niño debería persistir hasta aproximadamente abril, aunque con una intensidad disminuida. Después de eso, se espera una transición hacia una fase neutral del ENSO, con posibilidades crecientes de que La Niña tome el control hacia mediados de año.

El retorno de La Niña plantea desafíos adicionales para la agricultura y el clima en general en Misiones. Mientras que El Niño tiende a traer precipitaciones abundantes, La Niña está asociada a sequías, como las que afectaron a Argentina en los años 2022-2023, causando pérdidas significativas en la actividad agropecuaria. Esta variabilidad extrema en las condiciones climáticas dificulta la planificación y la gestión de los cultivos, lo que puede tener consecuencias económicas y sociales graves.

Además del impacto inmediato en la agricultura, el fenómeno de La Niña también refleja la preocupación más amplia sobre el cambio climático. A medida que los fenómenos climáticos extremos se vuelven más frecuentes e intensos, se hace evidente la necesidad urgente de tomar medidas para mitigar sus efectos y adaptarse a un clima en constante cambio.

Asimismo Oleñuk señaló que el cambio climático está exacerbando la intensidad de los fenómenos climáticos, como El Niño y La Niña, y que la conciencia y la acción son necesarias a nivel local, nacional y global para abordar esta crisis. La deforestación, las emisiones de gases de efecto invernadero y otros factores están contribuyendo al calentamiento global y al aumento de la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos.

En este sentido, sostuvo que es fundamental promover prácticas agrícolas sostenibles y reducir la dependencia de los combustibles fósiles para mitigar el cambio climático y proteger el medio ambiente. La conservación de los bosques, la gestión adecuada del agua y la promoción de la agroecología son algunas de las medidas que pueden ayudar a enfrentar estos desafíos.

El Niño y La Niña son fenómenos climáticos globales que tienen un impacto significativo en las condiciones climáticas en todo el planeta. Mientras que El Niño implica el calentamiento de las aguas superficiales del océano Pacífico, asociado a un aumento de precipitaciones, La Niña, por otro lado, implica un enfriamiento en estas aguas y está asociada a períodos de sequía.

En el caso particular de La Niña, la sequía que afectó a Argentina durante 2022-2023 provocó pérdidas en la actividad agropecuaria estimadas en unos 15 mil millones de dólares. Por lo tanto, es crucial monitorear de cerca la evolución de este fenómeno y tomar medidas preventivas para mitigar sus posibles efectos negativos en la región.

El regreso de La Niña en 2024 plantea importantes interrogantes sobre el futuro de la agricultura y el clima. Es necesario adoptar un enfoque integral y colaborativo para abordar estos desafíos y trabajar hacia un futuro más sostenible y resiliente frente al cambio climático.

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