Aumenta la presión de la industria química y de combustibles fósiles en las negociaciones del Tratado Mundial sobre los Plásticos

Desde el 23 al hasta el 29 de abril, representantes de países de todo el mundo se han congregado en Ottawa, Canadá, para participar en la cuarta ronda de negociaciones para un Tratado Mundial sobre los Plásticos (INC-4).

En la reunión de observadores convocada por el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) el pasado domingo, la secretaria Ejecutiva Inger Anderson resaltó que la presión ejercida por una ola de comunidades preocupadas por la contaminación de plásticos fue crucial para iniciar las negociaciones sobre un tratado.

Sin embargo, señaló que la participación de las comunidades de primera línea, los pueblos indígenas, los científicos independientes y la sociedad civil enfrenta considerables obstáculos.

“Mientras la industria vuelve a tener acceso a las negociaciones y su entorno, los representantes de la sociedad civil luchan por obtener financiamiento, visas y, una vez presentes, su capacidad para intervenir no está garantizada”, planteó.

Rachel Radvany, activista de salud ambiental del Centro para el Derecho Ambiental Internacional (CIEL), enfatizó que la presencia de actores responsables de la crisis climática plantea desafíos significativos, creando desequilibrios de poder que obstaculizan el progreso.

Radvany subrayó que “los derechos de las comunidades y personas de todo el mundo deben ser representados en estas negociaciones y es esencial salvaguardarlas de la influencia corporativa para garantizar un proceso equitativo”.

El objetivo del INC-4 es avanzar en el texto del tratado para su discusión final en la sesión programada para noviembre (INC-5). Para lograrlo, los negociadores deben reducir las opciones potenciales para las disposiciones y tomar decisiones sobre aspectos clave. Es crucial que el tratado aborde el ciclo completo de vida de los plásticos, comenzando por su producción, si queremos abordar efectivamente la triple crisis planetaria.

Delphine Levi Alvares agregó: “Si permitimos que el lobby de los plásticos continúe influyendo en las negociaciones, será porque no hemos protegido el proceso de su influencia. La inacción del PNUMA y la Secretaría del INC han contribuido a una representación desequilibrada que favorece aún más la influencia corporativa”, cuestionó.

Según el CIEL, un total de 196 grupos que representan a estas industrias se han inscripto para participar en las conversaciones sobre el tratado de los plásticos, lo que representa un incremento del 37% en comparación con la ronda de negociaciones anterior, el INC-3, que contó con 143 grupos de presión inscriptos.

Para contextualizar este aumento:

  • Los grupos de presión de la industria química y de combustibles fósiles superan en número a los 180 representantes de las delegaciones de la Unión Europea, una de las delegaciones más numerosas.
  • Estos grupos de presión registraron más representantes que las 87 delegaciones de países más pequeños en conjunto.
  • Los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo del Pacífico, en conjunto, registraron 73 representantes, superando en número en más de dos a uno a los grupos de presión de la industria química y de los combustibles fósiles.
  • El número total de grupos de presión de estas industrias es tres veces mayor que el de los 58 científicos independientes de la Coalición de Científicos por un Tratado sobre el Plástico Eficaz y siete veces mayor que el de los 28 representantes del Grupo de los Pueblos Indígenas.

Además, se observó también que 16 grupos de presión de la industria química y de combustibles fósiles se inscribieron en delegaciones de países, con cuatro registrados en Malasia, tres en Tailandia, dos en Irán y la República Dominicana, y uno en China, Kazajstán, Kuwait, Turquía y Uganda.

Es importante recordar que el 99% de los plásticos provienen de combustibles fósiles, y la industria de estos combustibles continúa defendiendo los plásticos y los productos petroquímicos como su «tabla de salvación».

En este sentido, estas industrias se oponen a los recortes en la producción de plásticos, argumentando falsamente que la crisis de los plásticos no es un problema de plásticos, sino de residuos.

Tori Cress, gerente de comunicaciones de Keepers of the Water y miembro del Caucus de Pueblos Indígenas, expresó su preocupación y señaló que mientras los representantes de la industria ocupan asientos en las delegaciones estatales, las comunidades más afectadas luchan por ser escuchadas. “Mientras los anuncios a favor de los plásticos patrocinados por la industria inundan el lugar, los representantes de los Pueblos Indígenas enfrentan limitaciones de tiempo y acceso, careciendo incluso de reconocimiento en la mesa de las Primeras Naciones”, sostuvo.

A su vez, Cress destacó los impactos devastadores de los plásticos envenenando el agua y amenazando la salud de las comunidades, advirtiendo sobre los impactos a largo plazo para las generaciones futuras.

Graham Forbes, Jefe de la Delegación Internacional de Greenpeace para las negociaciones del Tratado Mundial sobre los Plásticos, enfatizó la influencia perjudicial de las industrias de combustibles fósiles y petroquímicos en las negociaciones. Forbes instó a los estados miembros de la ONU a tomar medidas para alcanzar un tratado que reduzca la producción de plásticos y ponga fin al uso de plásticos de un solo uso.

Pamela Miller, copresidenta mundial de IPEN, resaltó la amenaza que los plásticos y sus sustancias químicas asociadas representan para la salud, las tierras y las culturas de los pueblos indígenas del Ártico, instando a que se escuchen sus voces en las negociaciones.

Von Hernandez, coordinadora Global del movimiento Libérate del Plástico, advirtió sobre las tácticas de la industria para desviar la atención de la producción excesiva de plásticos, subrayando la urgencia de abordar esta crisis para proteger el clima, el medio ambiente y los derechos humanos.

Ana Lê Rocha, directora del Programa Global de Plásticos de la Alianza Global para Alternativas a los Incineradores (GAIA), criticó la presencia de empresas de combustibles fósiles en las negociaciones, mientras se excluye a líderes de comunidades afectadas y recicladores.

Jacob Kean-Hammerson, activista oceánico de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), planteó “la injusticia de la disparidad en la representación entre los pequeños estados insulares afectados por la contaminación plástica y los representantes de las empresas responsables de esta crisis”

Laura Salgado, Jefa de Campaña y Alianzas del Centro Global para la Buena Gobernanza en el Control del Tabaco (GGTC), instó a implementar medidas para prevenir la interferencia de la industria tabacalera en las negociaciones sobre plásticos, garantizando que las políticas ambientales no sean influenciadas por intereses comerciales.

Bethanie Carney-Almroth, profesora de ecotoxicología en la Universidad de Gotemburgo y miembro de la Coalición de Científicos por un Tratado Plástico Eficaz, subrayó la necesidad de basar el tratado en ciencia sólida e independiente para abordar la contaminación plástica de manera efectiva.

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