Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «La codicia y la envidia»

El Pastor Guillermo Decena expresó que "en el mundo en que vivimos, consumista por excelencia, no es nada raro que veamos a muchos dominados por la codicia, quien es hermana de la envidia. La Biblia nos habla del origen de la codicia, de sus efectos y de cómo enfrentarla. Veamos lo que nos dice".

Es cierto que al necio lo mata la ira, Y al codicioso lo consume la envidia. (Job 5:2 RVR). La codicia es un pecado “silencioso”, muchas veces no comprendido y muy sutil, de tal manera que la misma persona no se da cuenta que tiene este problema espiritual.

En el mundo en que vivimos, consumista por excelencia, no es nada raro que veamos a muchos dominados por la codicia, quien es hermana de la envidia. La Biblia nos habla del origen de la codicia, de sus efectos y de cómo enfrentarla. El codicioso siempre se está comparando con lo que tienen los demás y entra en una feroz competencia.

Según un diccionario de Teología, es un deseo desmedido: «En un sentido general significa todo deseo desordenado por posesiones mundanas tales como honores, reconocimientos, riquezas, etc. Es también un deseo intenso de aumentar lo que se tiene, aún apropiándose de lo que pertenece a otros, pues no se conforma con nada».

El Pastor Guillermo Decena hizo hincapié en algunos puntos:

I. LA CODICIA EN LA BIBLIA.

En Génesis encontramos que Satanás apela a la codicia como un arma para tentar a Eva. Luego de que le asegura que «no morirás sino que seréis como Dios…», leemos la reacción de la mujer en «Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría…» (Génesis 3:6).

No le alcanzó todo lo que tenía, quería lo que no poseía. Dios había puesto solo ese límite, y cuando queremos algo más del límite que Dios ha puesto en su Palabra, tenemos que meditar si no estamos siendo engañados y orar para estar seguros de la perfecta voluntad de Dios. Adán y Eva fueron seducidos por las palabras del tentador, y a pesar de las advertencias de las consecuencias, tomaron del fruto prohibido y comieron de él.

La codicia es un pecado en lo más profundo del corazón del hombre. Es decir, se genera de adentro, evidenciando una falta de confianza en el verdadero dueño de todas las cosas. Dios la prohíbe con claridad en el décimo mandamiento, poniendo en evidencia la gravedad de este pecado: «No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo» (Éxodo 20:17).

 

II. INGREDIENTES DE LA CODICIA.

Sus efectos van desde un «poco de envidia» hasta el crimen y las pasiones más bajas. En los países más desarrollados la codicia de cobrar un abultado seguro es la base de muchísimos asesinatos. Ahora veamos que trae consigo la codicia en el corazón de las personas:

1- Descontento: «Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento…» (1 Timoteo 6:6). El codicioso siempre está descontento de lo que tiene. No importa si es poco o mucho ¡quiere más! Mire lo que sucedió con Adán y Eva: tenían todo el mundo, menos un árbol. Entonces quisieron ese árbol también. Parte del contentamiento es entender los límites que nos pone Dios, y aceptarlos.

2-Egoísmo: Se centra en uno mismo sin pensar en los demás, es lo opuesto al amor. El codicioso quiere satisfacer sus “necesidades” como sea, sin importar si esto hace incomodar a otros o si les hace daño.

La historia de la “Viña de Nabot” en (I Reyes 21:1-29), es un relato bíblico acerca del rey Acab, su mujer Jezabel, y el despiadado trato inhumano con que trataron a Nabot. Este último era dueño de una finca adyacente al palacio, la cuál el rey quería tener; más el propietario no quiso vender ni intercambiar su heredado viñedo. Debido a esto fue procesado en una indigna e injusta causa armada y terminan condenando a morir apedreado por blasfemia contra Dios y el rey, así obteniendo la finca.

El rey quería la tierra de Nabot y era un capricho, por lo que no dudó en permitir que su perversa mujer cometiera violentos crímenes (Nabot y su familia fueron asesinados). La sociedad consumista nos incentiva a ser competitivos y nos llama a ser egoístas ¡cuidado con esto! «La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella» (Proverbios 10:22).

3-Idolatría: La codicia lleva a los hombres a expresar un profundo amor por las posesiones, un apego insano a lo temporal, lo que los transforma en idólatras. Cuando Pablo escribe a los Colosenses recordándoles que su vida como cristiano es diferente, les dice: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia» (Colosenses 3:5-6).

La idolatría es hacer de algo o alguien lo más importante para nosotros y la fuente de nuestra salvación, tan importante que Dios queda relegado a un segundo plano. Acab, no tenía temor de Dios. La persona más importante era solo él, hacía un culto de su propia persona y su deseo de tener un huerto junto a su palacio.

4-Pasión desordenada: «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Timoteo 6:10).

La codicia es una pasión desordenada, una vez que ha tomado el control de la persona degenera en todo tipo de pasiones. Esto se debe a que la codicia es insaciable. Y por eso Acab y su esposa terminaron terriblemente mal. Cuando alguien tiene avaricia querrá más y más, no se contenta con nada y por lo que es capaz de hacer lo que sea.

5-Espíritu crítico: «…Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella» (Juan 12:1-6).

Judas fue codicioso, robaba de la tesorería de Jesús y terminó traicionando a su Maestro por 30 monedas de plata. Nada le alcanzaba en su pasión por lo material. Además, la codicia está asociada con la envidia y la envidia lleva a criticar a las personas que son generosas y a las personas que tienen prosperidad.

Cada uno juzga de acuerdo a lo que es, «pues de la abundancia del corazón, habla la boca» (Tito 1:15). La codicia promueve cosas terribles.

David codició a la mujer ajena: Betsabé, y por su codicia cometió asesinato; los hijos de Jacob por envidia quisieron matar a su hermano José. Pero también no es solo cosas materiales pues en el caso de Ananías y Safira codiciaban un reconocimiento en la primera iglesia de Jerusalén, mintieron y al final murieron…

Para finalizar, no hay otra manera de vencer la codicia y la envidia sino deseando lo mejor para los demás y respetando la propiedad ajena y privada, siendo desprendido de lo material, generoso para con el prójimo y para con Dios, esto es lo más importante.

¿Cómo ser generosos con el prójimo? Ayudando materialmente. Esto debemos hacerlo en forma inteligente, comprobando si es una real necesidad, muchas veces dando «el pescado» y otras enseñando a «pescar». Ricos para con Dios… Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?» (Lucas 12:20-21).

¿Cómo ser generosos con Dios? Sosteniendo su obra de la manera que Dios nos enseña en su Palabra y reconociéndolo como el dueño de todas las cosas, a través de las ofrendas con fe y alegría.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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