Reflexión del pastor Guillermo Decena: «Jesús es nuestra pascua»

El pastor Guillermo Decena expresó que "Jesús se levantó con victoria de la tumba! Pero primero tuvo que tomar la copa del sufrimiento, y esto nunca es fácil. Nadie quiere atravesar eso, pero tenemos que vencer las mentiras del enemigo, quién nos quiere convencer de que no tenemos que atravesar ninguna prueba, veamos lo que dice la Palabra de Dios".

«Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia…» (Éxodo 12:1-4).

Era el tiempo de ser libre de la esclavitud, el pueblo se había desarrollado por 430 años en Egipto, fue creado libre, y libre entró en Egipto, pero con los años quedaron esclavizados y llegaron a tener ya una mentalidad de esclavos.

Pero Dios, quien había elegido a Israel para hablar a toda la humanidad, llevaría a cabo el último juicio en contra de los egipcios: la muerte de todos los primogénitos de las familias egipcias. Y es aquí cuando surge la institución de la pascua, dando Dios instrucciones precisas para que se haga de una manera exacta en todas las familias israelitas, y que sería figura de lo que vendría con el sacrificio de Cristo.

En este marco, el pastor Guillermo Decena enumeró algunos puntos:

– La importancia de la familia.

Siempre la inspiración divina habla en cuanto al plan que Dios tiene con las familias. Recordemos la enseñanza del Espíritu Santo: y sacándolos, les dijo: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa» (Hechos 16:30-32).

La pascua habla de salvación, de libertad, de cambio, de nueva etapa, de un plan beneficioso para la humanidad, y es maravilloso saber que el diseño del plan de Dios es para toda la familia. La pascua habla de salvación en familia.

Por esto debemos entender lo que Pablo y Silas le dijeron al carcelero, cuando este le preguntó que debería hacer para ser salvo le habló de creer y allí estaba la clave para que toda su familia fuera salva con él. Si los padres que tienen la autoridad espiritual creen de corazón, algo maravilloso puede ocurrir en el hogar. Este es el poder de la fe en Dios.

Dios tiene una perspectiva familiar y hasta generacional, por lo que nosotros también deberíamos tener ese pensamiento y hacer como hizo el carcelero: compartir la Palabra de Dios con toda la familia.

Pero todo comienza con creer y creer implica un factor importante: obedecer. Cuando volvemos al pasaje, vemos detallado cada paso con su respectivo significado. Por ejemplo: el cordero sacrificado seria el precio a pagar. Este cordero debía ser sin defectos, sin manchas, ser un cordero valioso.

El derramamiento de sangre traería la salvación, y la diferencia.

«Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto…» (Éxodo 12:7-14 RVR).

La sangre protegía, liberaba y hacía la diferencia entre los “salvados y los condenados”, entre los de Israel y los egipcios. Es importante la unión de la familia en la protección y salvación del juicio que caería. Invoque la sangre de Cristo sobre su familia y habrá salvación y libertad espiritual, los aires se limpiarán ¡Nunca debemos olvidarnos que tenemos un Dios que ama a su iglesia, que nos ama y va hacer lo posible y lo imposible para que sus hijos tengan la victoria!

También nos recuerda que es un Dios de pacto, que cumple sus palabras, “Él lo prometió, Él lo cumplirá: No tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres…» (Deuteronomio 7:18-20).

Era una orden de no olvidar los milagros que Dios había hecho a favor de ellos, sacándoles de Egipto y librándoles de los enemigos. En hebreo, Pascua se dice Pesaj, que significa pasaje, para que el pueblo recuerde cuando Dios pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, librándolos de la muerte. «Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro? vosotros responderéis: Es la víctima de la Pascua del SEÑOR, el Cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas» (Éxodo 12:26-27).

 

– Las cuatro copas.

La celebración de la Pascua hecha por los judíos consiste en una fiesta que dura toda la noche, en la cual las familias permanecen recordando su historia, cantando, alegrándose y, cada dos o tres horas, beben una copa de vino.

Son 4 las copas que beben los judíos, cada una con un significado espiritual basado en las promesas del pasaje de Éxodo 6: «Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto…» (Éxodo 6:6-9).

1) La primera copa: la copa de la esclavitud, donde Dios promete al pueblo que iba a ser sacado de la esclavitud y servidumbre en Egipto.

2) La segunda copa: la copa de la liberación, Dios promete que los librará, y conmemora la liberación del ejército de Egipto, cuando se hunde en el fondo del mar, y allí son realmente liberados.

3) La tercera copa: la copa de la promesa, pues le promete meterlos en la tierra de la abundancia y prosperidad, donde fluye leche y miel, ya que como hijos de Dios tienen una herencia. «Esta es mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía» (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:19-20; 1 Cor 11:23-26).

Por ese pacto de sangre asegurándoles que tendrían salvación y vida eterna, y deberían tener seguridad pues es una herencia para los hijos de Dios. «Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros, porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga» (Lucas 22:15-20).

4) La cuarta copa: la copa del sufrimiento. En ella se reflejó a Israel en (Éxodo 6:9), y les hacía recordar el sufrimiento que tuvieron que pasar y que fue necesario para cumplir los planes de Dios con su pueblo. «De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre» (Éxodo 6:9).

El sufrimiento en los últimos días del pueblo de Israel en Egipto era necesario para que ellos desearan salir, desarraigarse, desprenderse de 430 años de vida en esa tierra y poder anhelar la tierra de la bendición plena. Algunos creyentes cuando llega la hora de la prueba ya no escuchan más, son abrumados por el sufrimiento, pero Dios nos quiere enseñar, y permite sufrimientos en nuestra vida para sacarnos a una tierra mejor y así nunca más volver a la esclavitud. ¡Pero atención! la copa del sufrimiento es mayor, porque nada en el mundo espiritual se logra sin sufrimiento y precisamente esto es lo que nunca entendió la mayoría de la gente de Israel.

Para llegar a la herencia había que atravesar el desierto y soportar con fe las pruebas de un terreno largo y difícil, pero había que atravesarlo, viendo la fidelidad de Dios. «Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie» (Deuteronomio 29:5).

¡Jesús se levantó con victoria de la tumba! Pero primero tuvo que tomar la copa del sufrimiento, y esto nunca es fácil. Nadie quiere atravesar el sufrimiento, y no se dan cuenta que el estado espiritual de la humanidad necesariamente lo exige. Tenemos que vencer las mentiras del diablo, quién nos quiere convencer de que no tienes que atravesar ninguna prueba, al contrario, la Palabra de Dios dice: confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. (Hechos 14:22). El apóstol Pablo no veía la vida cristiana de otra manera.

Para ser discípulos verdaderos de Cristo debemos tomar de estas cuatro copas. Por eso Él dice: … «Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú» (Mateo 26:39). Esta copa era la cuarta, la del sufrimiento. Él sabía que tenía que sufrir necesariamente para salvarnos. Por eso no fue posible pasar la copa.

¡Muy grande es Su amor, pues lo hizo por nosotros! (Juan 18:28-30). Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. El Cordero tiene sed, pide de beber, un soldado sujeta una rama de hisopo a una esponja empapada de vinagre, y el Señor luego de tomar el vinagre dijo: ¡Consumado es! Todo está cumplido e inclinando la cabeza, tomó la copa del sufrimiento y entregó su espíritu. Muchas pruebas son la culminación de una etapa y el comienzo de otra, pues debemos estar seguros que a los que amamos a Dios, ¡todas las cosas nos ayudan para bien! ¡El ejemplo de la vida de Jesús, para aquellos que son sus verdaderos discípulos, es perfecto!

Felices Pascuas de Resurrección, que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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