Carta de Monseñor Martínez: «HACIA UNA CULTURA DEL ENCUENTRO»

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el quinto Domingo de Pascua. En la carta de este domingo el obispo de Posadas hace un llamado “Hacia una cultura del encuentro”.

En el Evangelio de este domingo (Jn 13,31-35) el Señor nos presenta un mandamiento nuevo: «ámense los unos a los otros, así como yo los he amado, ámense también ustedes… en esto reconocerán que ustedes son mis discípulos» (Jn 13,34-35). Este pedido de Jesús sabemos que es exigente y que es un componente esencial para vivir la condición de cristianos, a tal punto que por la práctica de este mandamiento seremos reconocidos como discípulos de Jesús. Si somos sinceros, ante este pedido tan claro que nos hace el Señor, tendríamos que avergonzarnos, porque en nuestra sociedad, comunidades y familias a veces prevalece la práctica del «ojo por ojo y diente por diente». Lo peor es que en muchos que se denominan rápidamente cristianos, ni siquiera existe este cuestionamiento. Al contrario, lo normal como tipo social es el circuito del daño, totalmente distanciado del perdón y la reconciliación. No por casualidad en diversos documentos y mensajes reiteradamente se señala la necesidad de acentuar una eclesiología y espiritualidad de comunión.En el Evangelio de este domingo (Jn 13,31-35) el Señor nos presenta un mandamiento nuevo: «ámense los unos a los otros, así como yo los he amado, ámense también ustedes… en esto reconocerán que ustedes son mis discípulos» (Jn 13,34-35). Este pedido de Jesús sabemos que es exigente y que es un componente esencial para vivir la condición de cristianos, a tal punto que por la práctica de este mandamiento seremos reconocidos como discípulos de Jesús. Si somos sinceros, ante este pedido tan claro que nos hace el Señor, tendríamos que avergonzarnos, porque en nuestra sociedad, comunidades y familias a veces prevalece la práctica del «ojo por ojo y diente por diente». Lo peor es que en muchos que se denominan rápidamente cristianos, ni siquiera existe este cuestionamiento. Al contrario, lo normal como tipo social es el circuito del daño, totalmente distanciado del perdón y la reconciliación. No por casualidad en diversos documentos y mensajes reiteradamente se señala la necesidad de acentuar una eclesiología y espiritualidad de comunión.

El Evangelio de este domingo nos señala categóricamente: «ámense los unos a los otros». Este es el fundamento de una comunión que todos debemos tener en cuenta en nuestro camino de discipulado. La realidad nos muestra que muchas veces la fe que tenemos como don, no llega a impregnar situaciones de la vida diaria donde terminan dominándonos aspectos negativos de nuestros afectos: enojos, celos, envidias, o cosas peores. Relaciones humanas que a veces tenemos con seres queridos y cercanos, laborales o de otros tipos, que vivimos sin tener en cuenta la exigencia del amor que nos propone el Evangelio. Cuando pasa esto, algunas enseñanzas cristianas quedan en el olvido, como el perdonar de corazón, retomar el diálogo, buscar amar a los enemigos, o bien, rezar por los que nos persiguen. Dichas enseñanzas son una exigencia para que el cristiano viva su fe como discipulado. Es una exigencia «crucificante» y liberadora. Cuando somos capaces de tomar una decisión de diálogo y perdón rompemos el circuito del odio y la venganza con el arma del amor. La fe, que es un don de Dios, madura en nuestra vida cotidiana cuando en algunas situaciones vividas o decisiones que tenemos que tomar, asumimos el Evangelio del Señor.

Este llamado al diálogo y la comunión son indispensables en una época como la nuestra donde las discordias y grietas se potencian en ámbitos sociales, políticos y económicos. A esta tendencia cultural se suma una impensada guerra que mantiene en vilo a la comunidad internacional y que ha causado y sigue causando terribles sufrimientos al pueblo ucraniano. Debemos seguir rezando por esta situación y redoblar esfuerzos en los diversos ámbitos para construir la paz. El diálogo y la comunión, si logran impregnarse en nuestro modo de vida, irán fomentando la tan necesaria cultura del encuentro.

«La palabra “cultura” indica algo que ha penetrado en el pueblo, en sus convicciones más entrañables y en su estilo de vida. Si hablamos de una “cultura” en el pueblo, eso es más que una idea o una abstracción. Incluye las ganas, el entusiasmo y finalmente una forma de vivir que caracteriza a ese conjunto humano. Entonces, hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos». (Papa Francisco, Fratelli tutti 216)

El testimonio de comunión y diálogo de los cristianos también es un servicio a nuestra sociedad y cultura. en donde sobreabundan las ambiciones provocadas por la fama, el poder, el dinero y la superficialidad… Esto lleva a la mezquindad, a buscar objetivos sin medir el daño que se puede provocar para lograrlos. En este domingo estamos llamados por el Evangelio que leemos al diálogo y a la cultura del encuentro. Sabemos que cuando empezamos a asumir compromisos en el camino del amor a Dios y a los hermanos, generamos un horizonte de esperanza. Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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