Contra viento y marea: mujeres del hockey posadeño llevan más de 40 entrenamientos virtuales en la cuarentena

La «bocha» paró el 15 de marzo. A la perplejidad le siguió la esperanza de retomar el ritmo “apenas pase esto”. “Esto” era la pandemia de coronavirus. Sigue siendo la pandemia y para enfrentarla, casi como en la cancha, una decena de mujeres se pusieron a recrear desde sus hogares, con los elementos que pudieron conseguir, un nivel de entrenamiento que no solo las ayudó a huir de la inactividad y el sedentarismo, sino que las mantuvo unidas, alegres y empeñadas en superar los límites tres veces por semanas, sin faltas…como mínimo.

 

Desde las pantallas de sus celulares o el televisor, los noticieros… vieron cómo se sucedían las reflexiones y testimonios sobre el nivel de afectación que sobre las almas encerradas en cuarentena podría llegar a provocar ese brusco “parate” aplicado a absolutamente todo lo que se movía más allá de la puerta del hogar. Pero no era el caso.

 

Delia, Mirtha, Norma, Paula, Estela, Nilda, Marité, Karina (I), “Mafi” y Karina (II) integran desde hace varios campeonatos el equipo de Mami’s Hockey de Luz y Fuerza; acostumbradas a entrenamientos intensivos, estrictos y a tono con las exigencias de los torneos que disputan habitualmente en el torneo local, regionales o nacionales; como muchas otras mujeres de entre 35 y más de 60 años que llenan los fines de semana de alegría en muchas canchas y las noches de entrenamiento de sudor y lágrimas…pero de felicidad.

       

 

Solo que el aislamiento social, preventivo y obligatorio les detuvo la vida. Y había que buscarle la vuelta, vuelta que encontraron en las -por entonces- desconocidas posibilidades de “encuentros virtuales” que en todos los ámbitos reemplazan hoy a la presencialidad: las videoconferencias en distintas plataformas. Y así comenzaron probando con una, luego con otra, más tarde con otra… y así, fueron definiendo en función de cuántas mujeres se sumaban a la iniciativa de “entrenar frente al celular”, de las posibilidades técnicas que les ofrecían las distintas versiones. Se transformaron entonces en especialistas en videoconferenciar, tanto que casi casi resultó lo mismo que el entrenamiento y el “tercer tiempo” propios de los tiempos de encuentros “reales” y en presencia física.

 

Actividad física y acompañamiento emocional

Primer paso: logrado. Lunes 23 de marzo. Reunir a las cuatro primeras corajudas… pero las posibilidades del programa usado para la “reunión” solo permitía llamar a tres, así que fueron buscando voluntarias y sumaron a una más y luego otra; con lo cual pasaron a un sistema cruzado en el que una llamaba a tres, otra llamaba a otras tres, hasta que lograron que todas tuvieran la misma aplicación, asistieran a la “capacitación” voluntaria que fueron dando todas para todas y …¡listo!. Llegaron a convencer a diez.

 

 

Segundo paso: ¿quién coordina? Y la elegida fue Delia, la delantera que es casi entrenadora que se recibió de un día para otro y comenzó a armar rutinas, tan estrictas como en los “tiempos normales”.

 

“Me fascina entrenar por eso lo hago, me gusta y me siento cómoda armando las rutinas. Estoy constantemente buscando, investigando y consultando con profesores sobre todo lo relacionado a entrenamientos y por suerte las chicas estuvieron de acuerdo con los ejercicios que se realizan. De todas maneras, aclaro que desde el principio fue un trabajo en equipo, todas mandaban páginas de Internet para ir armando las rutinas. Me tocó la parte de llevar adelante el entrenamiento por una cuestión de elección grupal nada más”, explica la elegida para llevar adelante la actividad online.

 

Tercer paso: juntar lo que estuviera a mano para hacer de instrumentos de ejercitación. Ganaron la carrera los papeles higiénicos que harían de conos y los palos de escoba que servirían de vallas. A esos dos elementos básicos se sumaron un tronco, tachos de pintura, los muebles del living… y alrededor siempre, una mascota, hijos, marido y la soledad de quien transcurre esta cuarentena sin más compañía que la virtualidad.

Cuarto paso: la constancia necesaria para no abandonar el “entrenamiento” que a esta altura no solo mantiene los músculos en acción, sino despierta los ánimos de quien -por ahí- se deja vencer por la monotonía de este tiempo de quietud, por la incertidumbre de la hora, la angustia por tanta muerte alrededor y de quien por un instante podría pensar en que la cama y la heladera fueran las mejores aliadas.

 

“Esta situación cambió nuestro estilo de vida. Tuvimos que adaptarnos a las nuevas exigencias. planificar nuevos métodos de entrenamiento que no sabíamos si funcionaría. La idea surgió de unas pocas (2 o 3) y fueron sumándose a medida que pasaba el tiempo. Fuimos ajustando las rutinas y ejercicios cada 3 semanas. Se establecieron objetivos y desafíos que lo fuimos superando entre risas y otros días más agotadores que otros. La tecnología nos permitió continuar entrenando juntas a pesar de la distancia. Ahora estamos ansiosas esperando volver a los entrenamientos al aire libre y en nuestro club” (Marité).

 

“Creamos no solo una nueva rutina, sino también un estado de expectativa, de espera ansiosa para que llegue pronto el momento de conexión. Preparar “el terreno” donde íbamos a colocar los elementos, a veces era el dormitorio, otras el linving… después la ropa (siempre buscábamos tener algo que identifique a nuestro club, como si fuera en la cancha) y los viernes, por ejemplo, cerrábamos con un “tercer tiempo” personal, cada una en su casa, con el trago que eligiera, algo rico para comer y brindar por el trabajo de la semana” (Mirtha).

 

Logrado. Con creces.

Martes 9 de junio. Fueron 83 días sin “verse las caras”, más de 42 “juntadas virtuales”; cuatro voluntarias iniciales, diez en los mejores días, seis durante todo el período; litros de transpiración que dieron cabal testimonio del trabajo físico realizado, millones de neuronas regeneradas a partir de algo tan simple como ponerse en movimiento y ser felices.

 

Protocolos y regresos

Julián Esquivel es el profesor de Educación Física a cargo del entrenamiento físico de todo el grupo integrado por unas 20 mujeres del equipo de Luz y Fuerza. Desde hace un mes realiza una capacitación sobre protocolos y formas de cuidado personal y grupal en actividades deportivas. A partir de esta semana, se suma a los encuentros virtuales para que esa capacitación llegue a cada una de las integrantes del equipo, “porque es necesario que ciertas prácticas se incorpores como cotidianas, no solo en la cancha, sino antes, durante y después de cada entrenamiento”, afirma.

 

Las jugadoras, entretanto, se ilusionan con poder volver al ritmo habitual, aunque son absolutamente conscientes de que esta “nueva normalidad jamás volverá a ser como antes”. Ni tercer tiempo compartido entre mates, tereré, chipitas, tortas y demás…Tampoco es posible imaginar cuándo volverán los partidos, los torneos, todo el ritual que solo quien vive de cerca esta pasión sabrá comprender y valorar.

Por ahora, falta la aprobación del protocolo que autorice el regreso de los entrenamientos, los partidos, los campeonatos y sobre todo, falta que en el mundo, el coronavirus pase a ser un mal recuerdo, de un mal año, de un partido que finalmente se gane por goleada… donde el equipo de Todos venza al del mal sueño que es y pronto dejará de ser el Covid-19.

 

ZF

 

 

 

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas