El oscuro pasado de la Brigada de Monte XII durante la dictadura: torturas, desapariciones, y heridas que todavía no sanan

La Brigada de Monte XII, acuartelada en Posadas, generó polémica a nivel nacional después de pintar escarapelas para tapar grafittis de pañuelos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que se habían pintado en la vereda de la mencionada Brigada que durante la última dictadura había funcionado como centro clandestino de detención.

El pasado lunes, efectivos de la Brigada de Monte XII, ubicada en Posadas, suscitaron una polémica de escala nacional cuando decidieron cubrir pañuelos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que habían sido pintados en la vereda de su establecimiento central el 24 de marzo, aniversario del último golpe militar. Los reemplazaron por unas escarapelas, alegando que los pañuelos “representaban a una minoría” de la población. El acto fue  repudiado pero también celebrado y así contribuyó a la apertura de un debate que, años atrás, parecía ya totalmente saldado.

Al cubrir la noticia, muchos medios omitieron la razón por la que los asistentes a la marcha organizada el Día de la Memoria eligieron pintar allí los pañuelos blancos. A pesar de recorrer muchos otros lugares relacionados con la dictadura que terminó con la vida de decenas de miles de personas, los asistentes sólo eligieron pintar pañuelos en lugares puntuales — lugares que sirvieron como Centros Clandestinos de Detención (CCD).

Un oscuro pasado y un cuestionable presente

Pedro Peczak y Susana Beatriz Ferreyra, torturados y fusilados por la Brigada de Monte XII durante la última dictadura
Pedro Peczak y Susana Beatriz Ferreyra, torturados y fusilados por la Brigada de Monte XII durante la última dictadura

La elección de la Brigada, por lo tanto, no fue casualidad. Durante la dictadura, esa unidad de combate torturó y fusiló a militantes como Pedro Peczak, dirigente del Movimiento Agrario Misionero (MAM), y Susana Beatriz Ferreyra, docente y asesora del MAM, entre otros muchos más. A pesar de que el establecimiento ubicado en el centro de Posadas no existía en ese entonces, sí representa a una Brigada que participó activamente en el cumplimiento de los objetivos de la dictadura y allí la razón de los pañuelos.

Graciela Franzen, militante misionera de los derechos humanos, presa durante la dictadura y familiar de desaparecidos, ofreció una mirada personal sobre la situación. “Ahí están las máximas autoridades del Ejército en Misiones”, afirmó en diálogo con Misiones Online. Es la Brigada, también, la que acoge a las autoridades que hace poco autorizaron el homenaje al represor Horacio Losito.

Este homenaje, que semanas atrás causó otro revuelo nacional, fue realizado en el Regimiento de Infantería de Monte 30 de Apóstoles, donde Losito fue recibido con bombos y platillos después de ser liberado por el Gobierno nacional de Javier Milei. 

Losito estuvo involucrado en la masacre de Margarita Belén, en el levantamiento de los carapintadas — producido luego de la restauración democrática — y en actividades ilegales dentro del Centro Clandestino de Detención Regimiento 9 de Corrientes, entre otros actos similares. También fue compañero de armas de Eduardo Marcelo Villarruel, el padre de la actual vicepresidenta, durante la Guerra de Malvinas. En 2009, recibió una condena a cadena perpetua, a la que le sucedieron varias otras producto de su amplio prontuario represivo. Las pruebas remitidas en su contra eran demasiadas, y la decisión de los tribunales fue contundente.

“Los crímenes de los militares se probaron”

Graciela Franzen en el evento "Construyendo Memoria", organizado por el Ministerio de Agricultura Familiar de Misiones.
Graciela Franzen en el evento «Construyendo Memoria», organizado por el Ministerio de Agricultura Familiar de Misiones en marzo de 2024

Eso, de acuerdo con Franzen, es lo que diferenció el actuar de los militares con todos los procesos consiguientes que terminaron en sus condenas. “Los crímenes de los militares se probaron en los Juicios”, recordó Franzen. “Cada acusado tuvo derecho a la defensa, sin apremios ilegales o torturas”. Los militantes populares no tuvieron la misma suerte: “Nosotros fuimos secuestrados sin orden judicial y fuimos torturados, violados, asesinados, tirados al mar, y desaparecidos”, explicó. Las acciones de los militares eran hechas en secreto, fuera de toda legalidad, y sin limitación alguna. “Si tan bien estaba lo que hacían, ¿por qué lo hacían siempre a la noche, a las escondidas?”, se preguntó la militante.

Una de las veces en las que las acciones del Gobierno militar se hicieron a la noche y a escondidas fue durante la misma masacre de Margarita Belén, acaecida en la localidad correntina homónima y en la cual, como ya se dijo, participó Losito. En ella, un grupo de militantes peronistas fueron torturados y, bajo la excusa de un traslado, llevados a un descampado, donde fueron fusilados en un hecho que, más tarde se probó, fue claramente premeditado. Una de las víctimas fue Luis Arturo Franzen, hermano de Graciela.

Condenados a muerte ilegalmente

Efectivos de la Brigada de Monte XII tapan los pañuelos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo
Efectivos de la Brigada de Monte XII tapan los pañuelos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo

Como tantos otros, los militantes fallecidos en Margarita Belén fueron condenados a muerte sin proceso legal alguno que así lo disponga. Durante los siete años y medio que duró la última dictadura, escenas similares se repitieron cada día. Hoy, la mayoría de los casos permanecen envueltos en secretos, fruto del carácter clandestino de las torturas y de las decisiones militares extrajudiciales. Esfuerzos como los hechos por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que mueven montañas para descifrar estos necesarios interrogantes, son especialmente relevantes desde esta perspectiva. 

A pesar de la ausencia de un debido registro formal o la destrucción de muchas pruebas, existían algunas estimaciones internas que daban una idea de la gravedad de la situación: de acuerdo con documentos desclasificados, hasta 1978 (cinco años antes del final de la dictadura), los militares argentinos reconocían internamente más de 22 mil desaparecidos, como lo reportó La Nación, entonces un diario opositor, el 24 de marzo de 2006. 

Los documentos estaban en posesión del gobierno de Estados Unidos, que tenía conocimiento de los planes de Rafael Videla antes de que los militares llegasen al poder, como lo reportó la agencia de noticias alemana Deutsche Welle (DW), el 24 de marzo de 2021. Lejos de impedir que se cometiesen incontables violaciones a los derechos humanos, el país norteamericano le dio a la Junta Militar el visto bueno para que impida, a la fuerza y de manera totalmente anti-democrática, que en la Argentina surja un gobierno antiimperialista contrario a sus intereses económicos.

“No hace falta tener un desaparecido en la familia para entender”, dijo Franzen. “Sólo la desaparición de una persona es suficiente. En vez de torturarlos y matarlos, ¿por qué no juzgarlos debidamente?” La militante recordó que, en muchos casos en los que así sucedió, los acusados por la Junta fueron declarados inocentes, denotando un patrón de crueldad unilateral que desafía a los postulados de la llamada “teoría de los dos demonios”. “No queremos que vuelva a ocurrir. Respetamos los derechos de los militares responsables, pero se merecen estar en una cárcel común”, agregó.

“Este no es el Ejército de San Martín”

San Martín

Pintar pañuelos blancos en diversos lugares sirve como un ejercicio de memoria en tiempos en donde la población “no conoce sobre derechos humanos” y, sin querer, termina “relacionándolos exclusivamente con la dictadura”, reflexionó Franzen. “Una madre desnutrida, o que no puede alimentar adecuadamente a sus hijos, debe recibir ayuda del Estado para que se respete su derecho a una vida digna”, manifestó. Por lo tanto, dijo, es más necesario que nunca “crear conciencia sobre derechos” en todas las áreas, y ampliar el alcance del debate y la educación política: “Todo es político: lo que uno hace y lo que no”.

Refiriéndose al cuestionable comportamiento de los militares de la Brigada hacia las actividades que tienen por objeto la memoria y el conocimiento sobre los derechos inherentes a toda persona, afirmó con seguridad que el que tapó los pañuelos “no es el Ejército de San Martín”. “San Martín jamás levantó sus armas contra un hermano”, dijo. 

Durante la dictadura, aparecieron frases como “por algo será”, “algo habrán hecho”, “sálvese quien pueda”, y “no te metas”, que antes estaban ausentes de una cultura nacional que hacía hincapié en lo solidario. La situación del país obligaba a que muchas personas, tanto por órdenes del Gobierno como por decisión propia, se exilien. Franzen fue una de ellas. “Cuando volví de mi exilio”, recordó, “me encontré con la destrucción de los valores argentinos: su folclore, su solidaridad, y su alegría”.

El país había sido arrasado por el brutal actuar militar, y su sentimiento colectivo, antes tan presente, fue obligado a virar hacia un insostenible pensamiento individualista que hasta hoy permanece, contrario también a los preceptos dejados alguna vez por San Martín. Fue él quien, durante su gobierno en Cuyo, famosamente declaró que era necesario un “esfuerzo conjunto” para hacerle frente a la guerra, lo que derivó en uno de los primeros impuestos a la riqueza en la historia del país. “A la idea del bien común, todo debe sacrificarse”, proclamó alguna vez el prócer, hoy citado ampliamente por todos los sectores políticos, aunque a veces de manera contradictoria.

Un país rico para las nuevas generaciones

Pablo Díaz, sobreviviente de la Noche de los Lápices, sonriente tras la condena de los responsables
Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices, sonriente tras la condena a los responsables

“Los negacionistas forman parte del actual Gobierno nacional y de algunos sectores del Ejército”, reflexionó Franzen, añadiendo que muchos argentinos “no usan la materia gris” en su cerebro “y creen todo lo que escuchan” en medios oficialistas o afines al oficialismo, sin averiguar nada de manera más profunda. Es por ello que es tan necesario educar en derechos. San Martín también lo creía así, afirmando que la educación popular era una “prioridad” para cambiar las cosas. 

Desde su lugar, Franzen lucha por su futuro y el de todos los argentinos: “Quiero que mis hijas, nietos, y las nuevas generaciones vivan en un país rico y con una riqueza distribuida equitativamente”, dijo. “No quiero que vivan en una colonia”. Pero la lucha sigue. Tal y como lo dijo un comunicado que repudió el accionar de la Brigada, “las ideas no se matan, ni se borran, ni se tiran de un avión. Tampoco se tapan con pintura”. 

El pasado miércoles, la Justicia condenó a cadena perpetua a varios represores de la última dictadura, incluyendo a los responsables de la infame “Noche de los Lápices”, en la cual un grupo de estudiantes de secundario fueron secuestrados, torturados, y fusilados sólo por exigir un Boleto Estudiantil y participar en la política propia de las escuelas secundarias. Se hizo mucho, pero actos como el de la Brigada nos recuerdan cuánto falta todavía por hacer.

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