Análisis semanal: Precios europeos y salarios africanos

El plan de licuación del salario y desregulación de precios que llevan adelante Javier Milei y el Toto Caputo están convirtiendo a Argentina en un país inviable para la mayoría de su población. Los mercados financieros empiezan a retirar la confianza que había depositado en el nuevo gobierno. Se multiplican presentaciones judiciales contra el mega DNU mientras el presidente endurece su postura confrontativa frente a las demás fuerzas políticas.

Quienes votaron a Javier Milei con la certeza de que no se podía estar peor, están descubriendo ahora que sí se podía estar peor. El programa económico del nuevo gobierno metió al peso en una licuadora que se niega a disminuir su marcha. La devaluación de 54% y el sincericidio desregulador llevaron a la inflación a escalar a alrededor de 35% en diciembre y más de 5% en la primera semana de enero.

Las consultoras especializadas en relevamiento y análisis de precios estiman que el IPC puede acumular un incremento de 100% en el cuatrimestre que va de diciembre a marzo y advierten que el riesgo de una híper sigue latente.

Pero los números de la estadística se quedan cortos frente al impacto real de la suba de precios en los bolsillos de los trabajadores. Porque los precios más sensibles fueron los que más se incrementaron. Los combustibles aumentaron casi 100% en menos de un mes, algo parecido pasó con alimentos y otros productos básicos que estaban regulados y los que enfrentan la amarga tarea de renovar alquileres se encuentran con cifras impagables.

Lo que se presenta como un “sinceramiento” de la economía no es otra cosa que un proceso de transferencia de recursos de las clases medias y bajas a favor grandes empresas que sin controles del Estado y con la excusa de cubrirse de la incertidumbre, prefirieron elevar sus márgenes de rentabilidad aunque eso les lleve a vender menos unidades.

Medida en dólares, Argentina pasó en un mes de ser un país barato con sueldos bajos a ser uno caro, pero con salarios todavía más bajos que antes.

La consultora Eco Go, que monitorea precios en supermercados de Buenos Aires y de Estados Unidos relevó productos que en Argentina valen lo mismo más que en el país del norte. Un paquete de tallarines cuesta 1,2 dólares en ambos mercados, un pan lactal de 360 gramos cuesta un dólar en ambos países, un paquete de café molido marca Starbucks que en Estados Unidos se consigue por 6,9 dólares, en la tienda de Buenos Aires vale 9,8 medido a precio blue.

El fenómeno de incremento de precios llamó la atención de viajeros habituales, como el politólogo Julio Burdman quien en su cuenta de la red social X expuso que el paquete de 1 kilo de arroz blanco está a 3,2 dólares blue en Argentina y que en Estados Unidos y en Francia, el mismo producto está menos de la mitad.

El desarrollador inmobiliario Santiago Levrio viajó a Punta del Este para descubrir que en ese exclusivo destino turístico, un paquete de 56 pañales XXL de la marca Pampers cuesta 1.245 pesos uruguayos, lo que equivale a 32 dólares, mientras que un paquete del mismo producto y la misma marca, pero con dos unidades menos, cuesta un dólar más en Buenos Aires.

Los salarios van en dirección opuesta. Con la devaluación que inauguró el mandato de Javier Milei, los ingresos medidos en dólares bajaron a la mitad, lo que llevó a Argentina a ser el país de Latinoamérica con el salario mínimo más bajo.

Milei prometió que Argentina iba a ser como Estados Unidos, empezó por los precios, pero se olvidó de los salarios. En el país del norte la remuneración promedio mensual es de 3.000 dólares mientras que en nuestro país no llega a los 400 dólares. Argentina se convirtió en un país con precios europeos y salarios africanos.

Milei prometió que Argentina iba a ser como Estados Unidos, empezó por los precios, pero se olvidó de los salarios

El dilema parece preocupar poco al Gobierno nacional que se afirma en la retórica del sacrificio como única respuesta para contener el creciente descontento social. Convencido de su papel de líder mesiánico, Milei imita a Moisés y aspira a liderar al pueblo en una travesía de décadas atravesando el más árido de los desiertos con la promesa incierta de una tierra prometida al final del camino.

Poner a prueba la vocación de sacrificio del argentino parece una apuesta arriesgada, pero a su favor juega le pésima imagen que dejaron los fallidos gobiernos de Alberto Fernández y de Mauricio Macri, así como la ausencia de un liderazgo potente en cualquiera de las fuerzas políticas que hoy se paran en la vereda de una oposición más o menos dialoguista.

Pero una oposición deshilachada no garantiza apoyo popular para el oficialismo. ¿Cuánta pobreza está dispuesta a tolerar la gente antes de meter a Milei en la misma bolsa en la que ya metió a Alberto y a Macri? ¿Bastarán las efusivas apelaciones a las fuerzas del cielo para contener el malhumor social en la tierra?

Puertas adentro, en el ministerio de Economía confían en que la caída del poder adquisitivo del salario se convierta en la principal aliada para contener a la inflación. Estiman que en algún momento el consumo va a caer de una manera tan estrepitosa que a los formadores de precios no les va a quedar otra que resignar rentabilidad para recuperar volúmenes de venta.

La pregunta del millón pasa por anticipar en qué punto las curvas de precio y demanda se van a encontrar para establecer un nuevo equilibrio. Del punto exacto en el que se produzca ese encuentro dependerá la cantidad de argentinos que caerán debajo de las líneas de la indigencia y de la pobreza.

El equilibrio fiscal también está en juego, porque si la caída del consumo arrastra a la recaudación, ningún porcentaje de ajuste del gasto público será suficiente para eliminar el déficit fiscal.

Ese es el principal partido que está jugando el nuevo gobierno nacional, allí debería estar puesta su atención antes que en el sueño aspiracional de refundar el país a imagen y semejanza de las pintorescas teorías de la escuela austríaca.

 

Desconfianza creciente

Alejados de las penurias del asalariado promedio, los mercados financieros recibieron con los brazos abiertos al nuevo gobierno, lo que le permitió acumular casi 3.000 millones de dólares en reservas y mantener a raya a los tipos de cambio paralelos a pesar de una devaluación que duplicó la cotización oficial de la divisa estadounidense.

Pero en la primera semana de 2024 se encendieron algunas señales de alerta. La más preocupante de todas es el incremento de la brecha cambiaria que había bajado al 10% y ahora se aproxima al 30%.

Entre otras cosas, el crecimiento de la brecha desanima la liquidación de exportaciones. Más que el tipo de cambio que va a recibir cuando liquida, lo que más le interesa al exportador es cuántos dólares va a poder comprar en el mercado paralelo con los pesos que recibe por sus ventas al exterior.

Sobre el final de la administración de Sergio Massa, con una brecha de 100%, retenciones y un esquema que permitía liquidar el 50% en el mercado del dólar MEP, el exportador de soja podía comprar 50 centavos de dólar por cada dólar que ingresaba al país por sus exportaciones. Con el dólar Caputo y una brecha del orden del 10%, ese mismo sojero podía recomprar 60 centavos por cada dólar liquidado.

Pero con un esquema que solo le permite liquidar 20% en el mercado del dólar MEP, el aumento de la brecha repercute mucho más directamente en esa ecuación, al punto de que en poco más de una semana, esos 60 centavos se convirtieron en 50, lo mismo que se obtenía con el “dólar Massa”.

Por añadidura, el incremento de la brecha en un contexto altamente inflacionario lleva a especular con una nueva devaluación en el corto plazo, hipótesis que sugiere la conveniencia de postergar exportaciones a la espera de una cotización más favorable.

Al iniciar el mandato de Milei, el campo retenía unas 22 millones de toneladas de soja, maíz y trigo y en lo que va de su mandato liquidó el 20% de esa cantidad. Los analistas estiman que quienes no vendieron bajo condiciones más favorables difícilmente lo hagan ahora, al menos no más allá de las necesidades financieras para cubrir sus propios costos.

Otro indicio poco alentador se vio con la segunda licitación de los bonos BOPREAL, diseñados para saldar deudas por importaciones, que tuvo un flojo resultado a pesar de que se habían mejorado las condiciones respecto al primer llamado. Apenas se consiguieron colocar 57 de los 750 millones de dólares que se ofertaron.

Finalmente, muchos analistas interpretaron la decisión del Gobierno de cancelar un vencimiento de deuda por 3.200 millones de dólares como una debilidad.

El presidente que antes de asumir afirmaba que tenía asegurado financiamiento externo por 30 mil millones de dólares para financiar su plan de dolarización y que puso como ministro de Economía al Messi de las finanzas, no consiguió financiamiento para rolear un vencimiento de deuda relativamente modesto y se vio obligado a entregar todas las reservas que había conseguido acumular desde que asumió.

 

¿Puede solo?

Milei optó por el camino más osado para lidiar con la severa limitación que representa para cualquier presidente gobernar con una representación minoritaria en ambas cámaras del Congreso: en vez de procurar acuerdos, exige que lo dejen gobernar solo.

El nuevo presidente no hizo ningún esfuerzo por formar coaliciones, ni siquiera se propone establecer un diálogo con los demás actores del ámbito político e institucional. Plantea sus condiciones a paquete cerrado, como si se tratara de un contrato de adhesión, y amenaza con la lapicera (la que Alberto no supo usar) a cualquiera que se le ponga enfrente.

El desmesurado DNU inicial que abunda en asuntos muy alejados de la lógica de la urgencia y la ley ómnibus que lo amplió y lo condimentó con una demanda de amplísimas delegaciones legislativas para el presidente, ahora deberán pasar por el Congreso y los pronósticos no están claros.

Como tampoco está clara la estrategia a la que apelará el oficialismo para defender ambos instrumentos. ¿El presidente exigirá aprobación a libro cerrado como bravuconea frente a los micrófonos o habrá alguna instancia de real negociación? ¿La amplitud del DNU y la ley responde a la medida de la urgencia o se agregó mucho material de relleno para no tener que negociar el núcleo?

Ante la cerrazón política del presidente, actores que se consideran perjudicados por el DNU recurrieron a la justicia que ya dictó cautelares ante planteos de la CGT y de la CTA. En la última de las cautelares los jueces hablaron de “los graves riesgos de que el conflicto social se acreciente y/o derive en hechos de violencia inusitada” en lo que puede leerse como un mensaje directo a un Gobierno nacional que propone a la represión como única respuesta para lidiar con los conflictos sociales.

 

Defensa del federalismo

Los gobernadores ven con preocupación el desinterés del Gobierno de Milei en atender la agenda de las provincias, especialmente en los puntos en los que esas agendas provinciales colisionan con una constante que aparece en todas las decisiones que adopta la Nación y que consiste en generar condiciones favorables para las grandes empresas.

En esa línea se inscribe la presentación que formalizó el gobernador de Misiones, Hugo Passalacqua, que interpuso un recurso de amparo a través del cual solicita una cautelar que deje sin efecto los artículos del DNU que le quitaron al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) las facultades para definir precios de sostén, regular el mercado de la materia prima y llevar adelante tareas de control y sanción.

Para el Gobierno provincial, la desregulación del mercado yerbatero podría llevar a los productores a revivir la mayor crisis que experimentaron y que se produjo en coincidencia con la desregulación que impuso el gobierno de Carlos Menem, a inicios de los noventa.

Después de Misiones, otras provincias también salieron a proteger a sus producciones de la desregulación que pretende imponer Milei a fuerza de decreto. Entre Rios salió a defender a sus productores avícolas y forestales, Tucumán a los azucareros, Chaco a los algodoneros y el sector pesquero planteó su rechazo ante la graciosa entrega de los frutos del Mar Argentino a manos de empresas extranjeras que pretende Milei.

La estrategia del presidente para lidiar con los reclamos del interior federal es la del garrote y la zanahoria.

Hay una clara intención de ahogar financieramente a las provincias para poner a los gobernadores a negociar de rodillas. Los datos de diciembre muestran una reducción de 15% en las transferencias no automáticas de fondos y de 20% en las automáticas. En un contexto de alta inflación, reclamos salariales de los trabajadores y paralización de la obra pública, este tipo de recorte a las provincias afecta directamente a la gente.

La suba del boleto y la luz ya son una realidad que deriva de las acciones del Estado nacional y la desaparición del Fonid es una posibilidad real que preocupa a los docentes.

Gracias a 20 años de disciplina fiscal y un firme compromiso con el objetivo del desendeudamiento, Misiones enfrenta este complicado contexto en una posición de relativa fortaleza.

Apoyado en esa fortaleza, el gobernador Hugo Passalacqua inició el año con una batería de acciones que van desde inaugurar hospitales, entregar viviendas y reunirse con forestales y tabacaleros por las retenciones a las exportaciones, hasta una seguidilla de reuniones con ministros nacionales y con el titular de ANSES para gestionar fondos que la Nación le debe a Misiones por varios conceptos.

Es que además de la gestión que no se detiene, la Provincia decidió tomar una posición política de defensa de los recursos desde la inteligencia y la construcción, sin discutir cuestiones estériles sino buscando soluciones que sean lo mejor para los misioneros.

En ese sentido gestionó ante la ANSES el pago de la deuda de más de 60 mil millones de pesos que es dinero de los jubilados misioneros, solicitó retroceso en las retenciones a las producciones del agro provincial, y le ratificó al ministro nacional de Agricultura la decisión de Misiones de defender el precio de la yerba mate para los pequeños productores.

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