¿Sabías que no sabemos cómo son las cosas, sino como las vemos y las interpretamos? Esa forma que tenemos de ver la realidad, de vernos a nosotros, a los demás y al mundo tiene que ver con nuestras experiencias, con las creencias que tenemos, con lo que nos decimos o nos dijeron en nuestra familia.
Y como es personal, muchas veces es totalmente diferente a como lo ven los demás.
Te dejo algunos ejemplos que pueden mostrarlo y ayudarte a comprender porqué surge tanta diferencia entre unos y otros a la hora de dar una opinión, discutir un tema con alguien o no poder llegar a tener una comunicación fluída con nuestros seres queridos, lo que muchas veces nos lleva a terminar relaciones a pesar de lo que sentimos por esa persona.
Hay quienes valoran los acontecimientos de forma extrema, todo es blanco o negro, es perfecto o es un desastre.
Algunas veces generalizamos, y porque una vez tuvimos una experiencia negativa pensamos que todas serán iguales, por lo que nos cerramos a nuevas oportunidades.
Otras, sólo vemos lo negativo, lo que salió mal, el fracaso o lo que perdí… Hacemos foco en eso, dejando de lado lo positivo que tuvo la situación, lo que sí salió bien, lo que gané o aprendí, inclusive, aunque siga pensando que fue una mala experiencia.
¿Te pasó que te escuchás diciendo que sabés lo que la otra persona está pensando o sintiendo y únicamente lo estás adivinando porque no se lo preguntaste y tampoco la escuchaste cuando te lo dijo? Bueno… Acá hay un punto más.
Sentir que es algo personal, que la gente te hace cosas, que lo que dice fue por vos, es claramente otra cuestión que nos distancia de los demás. Al igual que creernos que somos un desastre y el resto es gente exitosa (o al revés), tener altas exigencias con nosotros mismos (y por eso, con los demás) o creer que sabemos todo.
¿Y ahora que lo vemos, qué podemos hacer?
No asumir como verdad absoluta estoy viendo sobre un hecho, persona o acontecimiento.
Preguntar y conversar con otros acerca de lo que piensa, sobre esa situación puntual, pedir aclaraciones, escuchar y chequear si es lo mismo o no.
Escuchar para entender y no para contestar.
Validar la opinión de los demás, aunque no esté de acuerdo, ver qué puedo aprender, y también qué información no estaba teniendo en cuenta y es vital considerar…
Conocer más a la otra persona para comprender su historia y desde ahí poder entenderlo/a.
Te dejo una pregunta: ¿qué tipo de observador sos? ¿Cuál te gustaría ser? Distinguirlo aumenta la posibilidad de elegir y de accionar.
Porque cuando nos perdemos información, nos perdemos la posibilidad de disfrutar. De salir de ese lugar donde estábamos, de crecer, de superarnos y transformarnos en una nueva versión más flexible, que nos ofrezca más posibilidades de vivir en armonía con los demás.
Si te resuena ésta información, si crees que es útil para éste momento de tu vida y te gustaría que te acompañe a ver más de lo que por el momento estás viendo, contáctame y conversamos.
Pedí posibilidad, pedí coaching.
Ester Inglese
Coach Ontológico Profesional Acreditado
Socia AACOP 6580.
Coach de Prosperidad en formación.
WhatsApp 3751 660207 /@ester.inglese
