Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «La fe desatada»

El Pastor Guillermo Decena explica que la fe puede estar atada por cuestiones que atañen al espíritu y al alma. "Pero a través de la meditación en la Palabra de Dios podemos ser libres, alcanzando un mejor entendimiento y desarrollo de la fe. En este aspecto, el mejor ejemplo a imitar es la vida de Jesús" destacó.

Cuando vemos la vida de Sansón, vemos el ejemplo de una fe atada, que lleva a la improductividad, la destrucción y finalmente, la muerte prematura. La vida de Sansón es la de un típico líder que, de alguna manera, fue usado por Dios, por amor a la gente, pero que hubiera hecho cosas maravillosas para el Reino de Dios si hubiera sido más sabio.

Vemos que tanto Jesús como Sansón fueron anunciados por un ángel y vinieron con un propósito, pero uno cumplió con creces el propósito de su nacimiento, mientras que el otro generó mucha incertidumbre y polémicas hasta el día de hoy.

Sansón fue solitario, pero Jesús fue muy sociable y se reunía teniendo amor puro hacia toda la gente. Uno fue necio en su forma de proceder, en tanto el otro fue sabio en todas las áreas; Sansón estaba atado al pecado sexual y por esto mismo terminó de manera trágica. Jesús, por otro lado, practicó la santidad en su cuerpo, alma y espíritu, por lo que pudo llevar los pecados de todos nosotros en su cuerpo en la cruz del calvario.

Para que se desate la fe, nuestro espíritu va a tener que estar sin ataduras, es por esto que la santidad sexual es fundamental para que podamos vivir una fe plena y una vida cristiana sobrenatural.

Los parámetros son los mismos: si nosotros imitamos a Cristo, somos verdaderos seguidores del Señor, y podremos ayudar a mucha gente a superar los pecados y las consecuencias de la rebelión contra Dios.

Como Jesús, podremos ser usados para la reconciliación con Dios de muchas personas y además podríamos ayudar a revertir las consecuencias del pecado: enfermedad, opresión maligna y ruina.

En este sentido el Pastor Guillermo Decena manifestó que es importante que veamos a Jesús enseñando sobre la fe desatada en forma práctica (Marcos 11:12-26 RVR):

I) La fe poderosa, es la fe de Dios.

«Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios» (Marcos 11:22 RVR).

Esta frase “Tened fe en Dios” se podría traducir “Tened la fe de Dios” y esto es muy alto por supuesto, significa que hay una fe poderosa que se derrama de parte de Dios y hace que cosas extraordinarias ocurran.

La Fe de Dios “llama las cosas que no son como si fuesen”. Pero por sobre todas las cosas, el origen de esa fe es Dios mismo. Recordemos que Él nos ha creado para Él, Él es nuestro origen y a Él volveremos un día. No podemos prescindir de Dios. Separados de Él nada podemos hacer.

En el Nuevo Testamento, la palabra en el griego es «pistis» y ésta es el principio de confianza que Dios ha implantado en nuestro interior, de seguridad y dependencia de Dios y en todo lo que Él ha hecho, hace o dice.

La palabra «pistis» denota convicción, confianza, creencia, dependencia, unión y la persuasión que tenemos en la persona de Dios.

Tenemos que tener en cuenta las palabras de Jesús que decía “separados de mí, nada podéis hacer…” la fe que produce salvación, sanidad y liberación jamás vendrá de la tierra sino del Cielo, para que toda la gloria sea para Jesús y no para nosotros.

 

II) La fe desatada produce hechos poderosos.

«Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho» (Marcos 11:23 RVR).

Estos hechos como son sobrenaturales, son inexplicables, no entran en la lógica, y se desatan sin el control humano. Los hechos milagrosos acontecidos son espirituales y vienen de lo invisible. Es por esto que la persona que se enfoca en creer lo que nunca vio, va a terminar experimentando cosas que no son comunes de experimentar.

Por eso decía Jesús: «No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios» (Juan 11:40), o sea verá lo que no se ve y también dijo: «Al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23).

Es importante orar por los enfermos en el Nombre de Jesús, porque muchas enfermedades son como montañas imposibles de sacar del camino, pero tenemos que creer, pues Él lo dijo, y crecer en la fe de lo sobrenatural.

Así mismo vencemos al enemigo de nuestras almas y a todos sus demonios, por la fe (1 Juan 5:4 RVR).

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. Así también venceremos a la mente siniestra que guía este mundo, a Satanás, al príncipe de este mundo y esto es por nuestra fe (1° Juan 5:19, 2° Corintios. 4:4).

 

III) La fe desatada se moviliza por la palabra.

«Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho» (Marcos 11:23 RVR).

Aquí habla de la autoridad que le confiere a nuestras palabras. Es por esta razón que la iglesia debe tener celebraciones proféticas. Porque el profeta desata una palabra con fe, como es el caso de Ezequiel en el valle de los huesos secos (Ezequiel 37:3 RVR).

La fe desatada le habla a lo que no tiene oídos. Es un poco loco decirle a huesos secos “oigan huesos secos” ¡Pero es lo que Dios nos enseña en su palabra… y es lo que dice Jesús cuando dice que le hablemos al monte para decirle: quítate y échate en el mar!

La fe desatada nos hace creer lo que decimos pues tenemos la certeza de lo que esperamos y la convicción de lo que no.

 

IV) La fe desatada se moviliza a través de la oración.

«Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Marcos 11:24).

Nadie puede escapar de la senda espiritual de la oración. Es fácil tener una religión, concurrir a un lugar religioso, o realizar actos repetitivos, en forma mecánica. Pero la oración es mucho más que todo eso, es humillación delante de Dios, es reconocer Su grandeza y aceptar nuestra dependencia de Él, es expresar nuestro amor hacia nuestro Salvador.

Orar también es tener comunión y amistad con el que nos concedió la vida. Dios exhorta a los de Israel, alegando que ellos hacían todo por repetición y sin sentido.

«Dice pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado» (Isaías 29:13 RVR).

Orar es imprescindible ya que es hacer lo que más le interesa al Creador: abrir el corazón a Dios con sinceridad.

 

V) La fe desatada tiene que ver con el perdón.

Aquí Jesús nos enseña que tanto el perdón y la fe tienen que ver con la libertad del espíritu humano.

«Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas» (Marcos 11:25-26).

Si Dios no nos puede perdonar estamos en problemas, pues no podrá darnos su fe poderosa para la manifestación de milagros. Si no perdonamos, nuestro espíritu estará sin libertad y nuestra fe estará de la misma manera.

Así es que la fe en definitiva tiene que ver con el perdón y la humildad. En Juan 13:1 habla de la última cena, y comienza con una asombrosa palabra: “como los había amado, los amó hasta el fin…” y esto conmueve porque incluye a Judas, que todavía estaba entre ellos.

¿Cómo se puede amar sin perdonar? Imposible, y esa era la actitud de Jesús el maestro, hasta el final amó a Judas y le perdonaba, y eso hizo posible que milagros poderosos se produjeran. Es por eso que los que se especializan en criticar a los demás, jamás son utilizados para milagros y prodigios.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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