Desde gerontólogo, fanático del rugby, hasta el abuelo «lolo», las diversas facetas de don José «Pepe» Miérez

Hace una semana, el Dr. José Pepe Miérez partió a mejor vida dejando un legado en la lucha y protección de los viejos, a los que cariñosamente llamaba. Sin embargo, su trabajo no solo se vio en los hospitales, residencias y sanatorios, en lo secreto de su vivienda, el lolo -apodo que fue otorgado por sus nietos- disfrutaba de la lectura en su vasta biblioteca, de escuchar música clásica, Bethoven y Vivaldi, entre otros y de coleccionar lechuzas en diferentes formas y tamaños.

 

Misiones Online visitó su residencia en la calle Belgrano, un hogar donde no solo crecieron los Miérez Fabbri, sino que alberga mil y un historias de lo que fue la vida de este gerontólogo, padre de seis hijos y experto decorador de los pasteles de cumpleaños más divertidos.

 

“¿Recordás cuando papá nos hizo regresar de una fiesta por no haber ordenado nuestra pieza?”, cuenta divertidamente María Inés a Bibiana y se sumergen en una complicidad propia de hermanos, de esa que permiten recordar aquellas travesuras que hoy son solo eso recuerdos, hermosos recuerdos.

 

Los Miérez abrieron las puertas de su casa a un equipo de Misiones Online, para rendir un homenaje a su padre. Su partida unos días atrás, fortaleció los lazos de estos hermanos. Los cinco compartieron diversas historias de quien en vida fue el Dr. José “Pepe” Miérez. Son seis hermanos, pero Marcelo, el hijo mayor y quien es médico veterinario, no está. Siempre fiel al trabajo como su padre le había enseñado.

 

Diego, es el quinto hijo, es pediatra de profesión y al ser consultado sobre Don José “Pepe” Miérez en su faceta como padre señala que siempre estuvo presente a pesar de su apretada agenda. «Fue un padre presente, nos acompañó en cada una de las actividades (…) él se hizo tiempo para todos. éramos seis y siempre estuvo con cada uno de nosotros», contó.

 

Los cumpleaños al estilo de Don José «Pepe» Miérez

Celebrar la vida era parte de su ADN, sus hijos recuerdan que el doctor no hacía las tortas, pero sí las decoraba, una de las más memorables es aquella que en lugar de velas tenía petardos y que hizo correr del susto a más de uno.

 

 

Llevar el apellido Miérez fluye de manera natural, cuenta Bibiana, pero principalmente por el ejemplo y la unidad que transmiten como familia.

 

Esta humildad fue el ejemplo que transmitió el doctor en la relación con sus pacientes y las personas en general.

“Tenía 6 años y fuimos a un hospital donde nos iban a hacer las plantillas y recuerdo ver a papá, agarrar un lápiz y un papel y sentarse entre esos niños y hacer reír a los chicos y eso me quedó muy grabado para lo que hice el día de mañana, trabajar en una sala de juegos. Esta imagen de papá me quedó muy grabada”, narró.

 

Diego  cuenta como el abuelo Leandro sentó a don Pepe a la plaza y le dijo: “te traigo acá para recordarte que vos  tenés un apellido Miérez y no lo manches”.

 

Los hermanos resaltaron que la esposa de don Miérez, Lala Fabri, fue el pilar que inspiró al doctor a lograr mucho de sus objetivos.

Don José Pepe Miérez y la lucha por los adultos mayores

José Pepe Miérez siempre fue reconocido por su lucha a favor de los adultos mayores , porque estuvo muchos años al frente de la Dirección de Gerontología del Ministerio de Salud Pública y desde allí promovió la concreción del monoclínico Unidad Geriátrica de Villa Lanús, desde donde hizo un gran aporte al estudio del envejecimiento de la población de la Provincia de Misiones y sus consecuencias, como informamos en este medio.

 

 

El Dr. José Pepe Miérez fue una de las personas que mejor conoció cómo es el trato a los adultos mayores en la provincia dedicando gran parte de su trayectoria como médico a los “viejos” como él decía denominó “gerontobus”  a la combi que trasladaba a los “viejos”, denominación que tenía escrito a ambos lados de su carrocería.

 

“Mi princesa le decía a las abuelitas,  no podés imaginar la cara que ponían las abuelitas cuando papá las llamaba así”, cuenta Maria Cecilia y es que una de las virtudes del médico gerontólogo era el trato digno y el respeto a los derechos de las personas de la tercera edad.

 

“Cuando éramos chicos él era médico de familia y uno o dos de nosotros debíamos acompañar”, dijo Maria Cecilia.

 

Don José Pepe Miérez no solo fue un padre divertido y de gran trato humano, su afán por el aprendizaje se videncia hasta en la disciplina que daba a sus hijos. Maria Inés recuerda como al portarse mal les dejaba un fragmento de lectura para que ellos analicen por un determinado tiempo, la historia argentina estaba entre sus favoritas. En su amplia biblioteca disfrutaba de diversos libros como “el día más largo” de Cornelius Ryan, uno de sus favoritos.

 

 

“Era un sabio de la segunda guerra mundial y de historia argentina. Le gustaban libros de bioética, leía libros de Carlos Valles y a Cornelius Ryan”, cuenta con nostalgia María Luz.

 

“Una memoria y una capacidad intelectual envidiable y se acordaba de todo. Si te pedía algo no te vayas a olvidar”, agregó Diego.

 

Últimos días de un grande

Una neumonía se llevó a don José Pepe Miérez, sin embargo su legado quedó en el corazón de muchas familias y sus hijos.

 

 

“Nosotros lo cuidábamos, pero al ser internado necesitaba hacerse un hisopado y esperar los resultados aislado. Las pocas horas que él estuvo en aislamiento, no por mala atención sino por la conducta que debemos tomar durante pandemia, lo afectaron gravemente”, afirmó diego.

 

Agregó: “Hasta hoy me siento con culpa, él sabía que lo iban a aislar. Debíamos de esperar que el resultado. Para mi padre que siempre estaba acompañado y de golpe esas 10 horas aislado fue terrible. Cuando lo fuimos a ver ya no era mi padre. Esas horas lo destruyeron”, lamentó.

 

Los Miérez hicieron un llamado a la población de tomar cuidado y obedecer las normas de prevención dada por las autoridades.

 

El día en que don José Pepe Miérez falleció lluvió intensamente, con esa lluvia que él amaba y que aprovechaba para jugar al lado de sus hijos que hoy lloran su muerte.

 

“Recuerdo que él me miraba y nos hacía una seña. Nosotros nos poníamos el piloto y caminábamos bajo la lluvia en toda la bajada vieja. Llegábamos a casa empapados. También disfrutaba los partidos de rugby con lluvia”, cuenta Inés.

 

 

“El sábado cuando volvimos de cremarlo hubo una gran tormenta y cuando se escuchó un trueno impresionante dijimos juntos: seguro ya llegó al cielo”, dijo Bibiana entre risas plagadas de nostalgia.

Las vivencias de los Miérez Fabri con su padre son muchísimas, así como las facetas de Don José “Pepe” Miérez, el jugador de rugby, el director de orquesta frustrado, entre otros.

 

Cuando se les pregunta sobre cómo ven el futuro, una famosa frase del gerontólogo sale en la conversación:

 

“Papá nos llamaba todo los días y nos decía: Seguimos para adelante y así será”.

 

De niños, ante el dolor de una caída, o cuando el corazón dolía por una ruptura, Don lolo se acercaba a sus hijos con esa fortaleza que emanaba y les repetía: Saramaca portutipasi portutipasi saram pataqui”, una frase que parecía curarlo todo.

 

 

Hoy el teléfono ya no sonará y don Pepe no estará al otro lado de la línea, sin embargo cada vez que sus hijos sientan ese dolor que produce la partida de un ser amado, el triste recuerdo de no sentir su abrazo, podrán decir para sí mismos: “Saramaca portutipasi portutipasi saram pataqui” y así, mientras el tiempo pase y el dolor se haga más llevadero, la voz de don pepe será más fuerte en el alma y el recuerdo.

 

“Saramaca portutipasi portutipasi saram pataqui” de parte de Misiones Online para la familia Miérez Fabri.

 

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