Día Nacional del Escultor y de las Artes Plásticas: ¿Quién fue Lola Mora, pionera del arte argentino?

El 17 de noviembre de cada año se celebra en Argentina Día Nacional del Escultor y de las Artes Plásticas; en memoria de una destacada escultora tucumana.

 

Cada 17 de noviembre, Argentina celebra el Día del Escultor y las Artes Plásticas, un homenaje a aquellas personas que convierten un sinfín de materiales inesperados, en arte.

 

El origen de esta efeméride se instala en el Congreso de la Nación Argentina que instituyó por ley 25003/98 la celebración de este día en memoria de la ilustre escultora Dolores Mora Vega, más conocida como Lola Mora, haciéndolo coincidir con el supuesto aniversario de su nacimiento.

 

Talentosa, misteriosa y empoderada, con una continua polémica sobre su fecha y lugar de nacimiento. No obstante, su sobrino bisniento y biógrafo asegura que era tucumana y llegó al mundo en abril de 1867.

 

Altorrelieves con motivo de la remodelación en la Casa Histórica de Tucumán.

 

 

Lola Mora y el Día del Escultor 

 

Pablo Mariano Solá (sobrino bisnieto y biógrafo), confirma que Dolores Candelaria Mora Vega, más conocida como Lola Mora, llegó al mundo en abril de 1867, en la provincia de Tucumán. 

 

Luego se cuenta que fue bautizada en la localidad salteña de El Tala, y que por disposición de sus padres -si bien no pertenecían a las grandes familias del norte argentino y conservaban un modesto nivel de vida- se mudaron al jardín de la republica.

 

También se dice que ella siempre se sintió tucumana. En esas tierras precisamente, la pequeña Lola comenzó sus estudios primarios, en el Colegio Sarmiento, y su vocación de artista afloró temprano, destacándose en materias como dibujo y piano.

 

Fue la tercera de siete hermanos: tres varones y cuatro mujeres. Lola crecía, estudiaba, dibujaba, enhebrando los sueños y metas de una adolescente de fines del siglo XIX. Sin embargo, a la edad de 18 años, recibió el primer gran golpe de la vida: en 1885, sus padres fallecieron con una diferencia de dos días. Ella por neumonía y él por un ataque al corazón.

 

Lola, a partir de ese momento, quedó bajo el cuidado del marido de su hermana mayor.

 

Dos años después del trágico final de sus padres conoció al pintor italiano Santiago Falcucci. Con él, Lola Mora tomó varias clases en las que profundizó sus conocimientos de pintura y dibujo. Sobre todo, las técnicas que venían del neoclasicismo y el romanticismo europeos. A partir de ahí, y algo bastante peculiar en la historia de una mujer de aquella época, la joven Lola comenzó a retratar a distintas personalidades de la alta cuna tucumana. De este modo, ingresó a cierto círculo del poder de aquella provincia y los diversos encargos no se hicieron esperar.

En 1894, exhibió por primera vez una gran colección de todos aquellos retratos de los gobernadores tucumanos que produjo hasta el momento. La muestra recibió muy buenas críticas y de alguna manera la puso en el mapa del escenario pictórico como una destacada artista. Más tarde, donó esta misma colección íntegramente a esa provincia del norte. Su maestro Falcucci expresó una vez: “Era la copia de una fotografía, pero tenía todo de propio, de individual en la factura”.

Aprovechando ese éxito, viajó a Buenos Aires para solicitar una beca y perfeccionar sus estudios en Roma. La ganó y allí se fue a estudiar con el pintor Francesco Paolo Michetti y con el escultor Giulio Monteverde, quien era conocido por aquel entonces como “el nuevo Miguel Ángel”. 

Monteverde observó el gran talento que Lola tenía para esculpir que le aconsejó no abandonarlo. Lola, entonces, sí abandonó la pintura para convertirse puramente en una escultora.

 

Después de cosechar otros éxitos artísticos en distintos países de Europa (en París logró ganar una medalla de oro por sus piezas), volvió a la Argentina 1900.

 

Fuente Monumental de las Nereidas, obra emblemática de Lola Mora.

 

Se sabe que el ocaso de su carrera artística vino también de la mano con la separación de su marido, Luis Hernández Otero, en 1917. A los 65 años, con una salud muy frágil, vivía con sus sobrinas. La Cámara de Diputados, por su parte, le otorgó una pensión en honor a sus años de gloria. Sin embargo, Lola Mora murió el 7 de junio de 1936, antes de cobrar el dinero.

 

“El decidirse por el arte ya había significado una proeza, recordemos la fecha de sus comienzos y su actuación inicial. Mujer y escultora parecían términos excluyentes. Los prejuicios cedieron, sobrepujados por la evidencia de su obra”, dijeron en la prensa nacional.

 

Así la despidieron, no solo como una gran artista, sino también como una gran mujer que supo hacerse un lugar en un mundo de hombres.

 

Lola Mora

 

 

Fuente: cultura.gob.ar

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