Héroes cotidianos: es alcaide en una residencia de adolescentes en Garupá y en esta cuarentena no solo combate el crimen, sino la pandemia

Marcelo Escalante pasa su día a día entre cuidar a los adolescentes de una residencia socioeducativa, velar por la salud de su personal a cargo y la de su propia familia. Admite que muchas veces quisiera pasar la cuarentena con los suyos, pero “la vocación lo llama”.

 

Marcelo es el alcaide de una residencia socioeducativa de adolescentes en Garupá  y cuando ve a esos jóvenes sabe que su objetivo es protegerlos. Y es que esa su vocación es más fuerte que la pandemia. En este tiempo, a diferencia de muchas personas, Escalante no puede pasar el aislamiento en casa y disfrutar de sus pequeños hijos, aunque sabe que todo es por amor a la patria.

 

“Nosotros hacemos un juramento cuando ingresamos al Sistema Penitenciario de servir a la patria y devolverle  lo que nos dio”.

 

A raíz de la pandemia, su día a día tuvo un cambio profundo. A diferencia de la mayoría de personas, Escalante no puede quedarse en casa -ni su personal a cargo-, por ello para evitar que ellos se contagien y a los suyos, es que más allá de su posición como alcaide, proveyó a su gente de lo necesario no solo para luchar contra el crimen, sino contra el covid-19.

 

“Les explicamos al personal de seguridad que es importante el lavado constante de manos y las tareas de la casa  y por suerte todos se mentalizaron. Creo que es porque tenemos familia y un enemigo invisible que es el coronavirus. Por suerte les dimos barbijos, alcohol en gel y repelentes para prevenir el dengue”.

 

Recuerda cómo la pandemia modificó su comunicación, incluso con su familia. En muchos casos tuvo que dejar de visitarlos. “Se modificó considerablemente, no podemos salir en ciertos horarios, más para proteger a nuestros seres queridos y yo tengo familiares con edad de riesgo con quienes me comunico de manera telefónica».

 

 

Con más de una década en el Sistema Penitenciario, Marcelo recuerda que en el 2009 vivió como estudiante la AH1N1, hoy ya está en el meollo mismo de la tarea y reconoce que la actual pandemia ha tenido un mayor impacto que la gripe porcina.

 

Antes de ir a la residencia, Escalante no solo hace un ya habitual ritual de limpieza de manos y desinfección, sino que se encomienda a Dios, no solo para su seguridad, sino de los adolescentes y personal que están bajo su responsabilidad.

 

“Ojalá pudiéramos quedarnos en nuestras casas, pero nuestra Nación nos necesita (…)  a los chicos (de la residencia)  tratamos de guiarles, incluso en lo espiritual. Como fuerza de seguridad nos encomendamos a Dios y no somos inmunes, queremos cuidarnos y cuidarlos a los demás”.

 

“Es lamentable que las personas no tomen conciencia y parece que no se dan cuenta, por ejemplo que si sus familiares enferman y mueren,  ni siquiera podrán ir a su velatorio. Podemos perder familiares amigos y muchas personas que estaban en nuestro entorno por algo que se puede evitar. La tecnología ayuda, tenemos medios para comunicarnos y no poner en riesgo la salud de familiares y conocidos», acotó.

 

SPM

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