El 67,9% de los argentinos tiene exceso de peso: ¿Cómo mejorar la alimentación desde la familia?

La obesidad es una epidemia creciente en el país y el mundo, recientemente las Encuestas Nacionales de Nutrición y Salud (ENNyS) arrojaron datos terribles, como, por ejemplo, que el 67,9% de la población mayor de 18 años en Argentina tiene exceso de peso (34% sobrepeso y 33,9% obesidad). Sin dudas, como adultos nos deberíamos preguntar qué podemos hacer para cuidar la alimentación de la familia a fin de mantener un peso saludable y una mejor calidad de vida para todos, ya que la cultura alimentaria nace y crece en el entorno familiar, principalmente.

Desde el punto de vista nutricional y de la salud en general, los dos mejores caminos para lograrlo son saber seleccionar los alimentos y ser físicamente activos. Los padres son quienes marcan una impronta en lo que pueden pensar o hacer los niños. Ellos los respetan y los admiran como modelo. Si usted come alimentos sanos y hace una vida activa estará abriendo la posibilidad de ayudar a sus hijos a que sepan elegir y tomar buenas decisiones.

Optar por lo más saludable e introducir cambios es siempre más sencillo si se hace en grupo que solo. Por eso, crear hábitos familiares de alimentación adecuada y actividad física hace que sea más fácil para todos mantenerse en un peso saludable. Por ejemplo, planificar momentos del día que incluyan alguna actividad física en familia hace que todos potencien el apoyo y la motivación para moverse o hacer deporte. O bien, colocar una fuente con frutas en la cocina, no comprar gaseosas y acordar comer papas fritas sólo en cumpleaños puede cambiar las costumbres de cada uno de quienes viven en la casa.

Algunas estrategias que pueden ayudarnos a lograr estos pequeños cambios en la nutrición de la familia son:

  • Puede resultar un momento ameno y enriquecedor el incluir a los niños en la preparación de algunos alimentos para la familia, por ejemplo, si preparan una ensalada de frutas de muchos colores, o galletitas caseras, que luego podrán disfrutarla más cuando las coman.
  • De a poco, haga cambios pequeños y sencillos. Si propone que toda la familia salga junta a correr todos los días, probablemente reciba caras largas y no obtenga quorum. En cambio, sí podrían caminar solos o en pareja, o hacer las actividades que les guste a cada uno, en los tiempos de cada uno, de manera concreta. O comer una tarta de frutillas o ensalada de frutas de postre, en vez de una torta de chocolate o helado es cuestión de planificación y concientización familiar.
  • Pruebe diversas estrategias, reemplazando ingredientes clásicos por sus versiones descremadas, light o reducidos en azúcar, sodio o grasas, y ese pequeño cambio modifica notoriamente el aporte calórico y calidad nutricional del plato. Combine estrategias “invisibles”, como ésta, con otras que impliquen el compromiso activo de todos los miembros de la familia. Incluya a los niños cuando vaya a comprar y cuando prepare estas comidas saludables.
  • Conversar en familia sobre los beneficios de una alimentación más saludable. Enseñar a colocar un mínimo de azúcar a la leche o a tomarla sin azúcar, tomar agua o jugos naturales en lugar de gaseosas o bebidas alcohólicas en la semana, hacer preparaciones al horno en lugar de frituras.
  • Mientras los hijos son pequeños los adultos tenemos la oportunidad de sentar las bases del estilo de vida familiar, pero para ello, debemos ser “ejemplos” con nuestras acciones, no solo con palabras.
  • Preferir comidas caseras y productos sin “envase industrial”, es decir, frescos y naturales, es una de las bases de una alimentación saludable. Mandar una fruta, una porción de bizcochuelo o galletitas caseras en la mochila en lugar de un paquete de chizitos, galletitas dulces o alfajores es un gran cambio. Lo mismo para una colación en el trabajo.
  • Puede influir para que la familia sea deportista o no, para que a los niños o adolescentes les resulte un entretenimiento hacer actividad física, o, de lo contrario, les cueste más. Sus niños no reclamarán gaseosas a diario en la heladera si no fue un hábito incorporado por los padres.

Tomemos conciencia de que, si no comenzamos “hoy” con pequeños cambios, siempre quedará pospuesto para el “lunes” siguiente, el “el mes que viene”, y realmente solo depende de nosotros mejorar nuestra calidad de vida para disfrutar de cada momento, estando sanos o, si se presenta alguna enfermedad, tener muchas más probabilidades de tener una recuperación rápida.

Lic. Romina Krauss-Nutricionista

M.P. n° 147

 

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