Viernes Santo: una multitud acompañó la celebración en el Cerro Monje

Movilizados por la más profunda tradición católica, miles de fieles llegaron desde diversos puntos de la región para profesar su fe en el Cerro Monje de San Javier, que entre jueves y viernes santo recibió a más de 25 mil fieles. Muchos pasaron la noche en improvisados campamentos para participar, desde temprano, de las actividades organizadas durante todo el viernes.
La jornada del viernes comenzó con el vía crucis viviente, interpretado por jóvenes de San Javier que con profunda convicción desempeñaron su papel de manera brillante. Acompañados por una multitud, la pasión de Jesucristo fue representada en cada una de las 12 estaciones, para concluir en la cima del cerro que una vez más hizo las veces de “Gólgota”.

Un día poco común
Al entrar, la fila de autos parecía interminable. Los vehículos levantaban mucho polvo. La gente se acomodaba donde y como podía. Los tupper con chipa circulaban por todos lados. Gente de todos los estratos sociales se mezclaron naturalmente. La familia de José que llegó desde Campo Grande descansaba en reposeras ubicadas en la caja de un viejo camión que estaba apostado al costado del camino de tierra, que era angosto y estaba congestionado.
Al finalizar el vía crucis el sacerdote que encabezaba la misa realizó una invocación religiosa. La muchedumbre seguía atentamente las alternativas de lo que ocurría en el playón donde el grupo de jóvenes interpretaba el momento más conmovedor: la crucifixión. Desde lo alto del cerro la silueta serpenteante del Río Uruguay se recortaba nítida en lo profundo del paisaje.

La leyenda del Monje
El padre Juan es el cura párroco de la capilla del cerro monje. Refirió que según cuenta la leyenda, hace muchos años, un monje fue el único sobreviviente de un naufragio, y que logró llegar hasta la cima del cerro, donde instaló su oratorio para venerar a San Javier. Con el paso del tiempo el monje logró que mucha gente se acercara para acompañarlo en la oración; y fue así que en época de pascua comenzó con la costumbre de interpretar junto a los feligreses el vía crucis. Pero un día el monje se fue, dejando como legado la costumbre que había impuesto en la cima de aquel cerro, desde cuya cima se contempla todo el valle de San Javier.

San Javier colmada por los visitantes

El movimiento adicional que genera la semana santa en San Javier no es un dato menor. La principal actividad económica del municipio está ligada al empleo público, ya sea en alguna de las fuerzas de seguridad o policiales o el empleo que genera el ingenio azucarero. Es por eso que semejante movimiento implicó un plus nada despreciable para la ciudad. En los alrededores de la entrada al cerro monje se esparcían como racimos decenas de puestos callejeros que ofrecían todo tipo de mercadería. Entre puestos de comida y venta de recuerdos, muchos vecinos «hicieron el día» con la venta.
Para graficar la dimensión del movimiento, solamente en la cantina ubicada en la cima del cerro, el viernes, se vendieron más de 500 kilos de pescado y más de mil pizzas. Las porciones de boga y sábalo salían como «fritas», y la grande de muzza no se quedó atrás.
En la zona de acampe, muchas familias disfrutaron de las nuevas instalaciones. La mayoría de los visitantes llegó desde distintas localidades de Misiones; y algunos se animaron a venir desde provincias vecinas como Chaco.
En la capilla del cerro, la imagen del monje era venerada con devoción por los fieles. Muchos le dedicaron ofrendas y algunos llegaron allí para hacerle alguna promesa.

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