Revelan el calvario de una joven sometida en un burdel

En la continuidad del juicio por Trata de Personas, un testigo contó la situación en la que se encontraban “Maiara” (15) y otras menores, en prostíbulos de Irigoyen.

En el cierre de los testimonios del debate en el juicio por trata de personas que tiene a Ramón De Lara y Arminda De Mora, como acusados de prostituir menores en Irigoyen en 2010, un gendarme relató el calvario que le tocó vivir a una chica de 15 años, quien tras ser vejada por su padre fue a parar a los burdeles de los imputados. Además hay otras cuatro víctimas.

Siguen sumando elementos al Tribunal Federal de Posadas, que tiene en el banquillo a Ramón De Lara (41) y Arminda De Mora (62), quienes están acusados de explotar a cinco chicas menores de edad, en los burdeles que ambos administraban en el acceso a Bernardo de Irigoyen. Los locales nocturnos fueron allanados en 2010.
Ayer, el comandante principal de Gendarmería, Rodolfo Barrandegui narró como testigo paso a paso la investigación del caso que se había iniciado a fines de 2009. A través de un trabajo encubierto, previo al allanamiento, los investigadores concurrieron en varias ocasiones al bar pool de Arminda de Mora.
Apenas llegó la autorización de la Justicia Federal de Eldorado, los efectivos exploraron el precario prostíbulo donde además de otras menores, también ofrecía servicios sexuales una joven de no más de 15 años quien se presentaba con su nombre de fantasía: «Maiara Sandoval», quien dentro del local vivía indocumentada con su bebé de meses.
Tanto «Maiara» como las otras chicas no podían salir del local. «Como no podían estar afuera, pedían a las personas que llegaban al bar si les podían comprar pañales y tarjetas telefónicas. A lo sumo se les veía a las jóvenes asomarse a la puerta».

Ofertas sexuales
El testigo afirmó que las propias chicas hacían las ofertas a los clientes que ingresaban al lugar, mientras tanto De Mora atendía la barra de tragos y estaba pendiente del cuaderno donde se registraban los «pases».
En el cuaderno quedaba registrado si las menores ofrecían sus servicios de 15, 30 ó una hora. Además trascendió que a veces los clientes se llevaban a las muchachas fuera del local.
Barrandegui ratificó la situación infrahumana en la que las chicas «atendían» a los clientes, en las tres habitaciones precarias divididas solamente por un fino machimbre.
Frente al local de Arminda De Mora, estaba el nuevo bar de Ramón De Lara, donde también había menores. Algunas víctimas estuvieron en ambos burdeles.

La dura historia de “Maiara”

La víctima era oriunda de San Pedro y los investigadores llegaron hasta su humilde y pequeña casa, donde convivían su mamá y sus diez hermanos. En esa vivienda estaba el DNI de la chica con su verdadero nombre.
El testigo narró que la madre le había contado que en ese municipio, la chica trabajaba en un asentamiento tarefero junto a su papá, quien luego abusó de ella. Amenazado por su otra hija quien le advirtió que iba a denunciarlo, el hombre se ahorcó.
Los reclutadores se aprovecharon de la paupérrima situación en la que vivía esta chica y le ofrecieron un «trabajo» en el bar donde finalmente fue sometida a la prostitución.
Según trascendió en la causa, esta menor que no tenía más de 15 años, era a su vez la nuera de Arminda De Mora.
Según Hugo Zapana, el abogado de la imputada, la menor fue obligada a denunciar a su suegra por parte de la psióloga de Derechos Humanos, Verónica Pizarro.
Sobre la especialista recayó una denuncia penal en el Juzgado Federal de Eldorado, cuyo expediente según el fiscal Juan Carlos Tesoriero fue archivado.

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