Lía Scherer, la médica que atiende ocho aldeas guaraníes en Montecarlo

Hoy es el Día del Médico, por ello se quiere rendir homenaje desde el Ministerio de Salud, a la labor de la doctora Lía Scherer de Montecarlo, quien atiende a la comunidad Mbya Guaraní que reside en la zona.

 

Desde el Ministerio de Salud Pública en el Día del Médico se homenajea contando la historia de esta joven médica, que fue publicada hace unos meses en la revista Argentina Salud del Ministerio de Salud de la Nación y no quisieron dejar pasar esta fecha para compartirla con todos los misioneros.

Salud en las aldeas

Hace dos años, Lía Scherer, especialista en Medicina General y Familiar, al cumplir los últimos meses de su residencia en el Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga, en el sector de clínica del área oncológica, recibió la propuesta de sumarse al equipo de médicos del sistema público de salud de Misiones, a través del programa provincial Médicos Full Time. El destino ofrecido fue Montecarlo, una ciudad en la que, por ese entonces, su esposo se proponía hacer una especialización en Traumatología, de modo que podrían trabajar juntos. Así fue que Lía, de 30 años, se incorporó al Hospital de Montecarlo y asumió la responsabilidad de ser la médica a cargo de los más de mil miembros de la comunidad Mbyá Guaraní que residen en la zona.

“La asistencia médica a los mbyá guaraníes era una de las grandes demandas de salud que tenía el Hospital de Montecarlo. Había que cubrir las 8 aldeas que hay en el Área Programática XIII, de la que depende el hospital. Hoy todas esas aldeas reciben atención cada 15 días. Solamente en casos extremos se suspende una visita, la mayoría de las veces por factores climáticos que hacen imposible el tránsito por los caminos de tierra”, cuenta Lía.

En Misiones hay 116 aldeas guaraníes distribuidas en las regiones central y norte de la provincia y en 96 de esas comunidades hay un promotor de salud aborigen. “Son comunidades muy dependientes de la ayuda social. Es gente muy callada, introvertida. Hacen una comida al día, comen lo que hay, cazan, pescan. Permanentemente estamos controlando a las mamás para ver si tienen anemia, porque ello además tiene impacto en la salud de los hijos”, señala la joven médica, quien reconoce que “no todos se acercan a la consulta”.

Lía es nieta de inmigrantes alemanes y ucranianos que se radicaron en la zona central y oriental de Misiones a comienzos del siglo XX. “Mi abuelo me contaba que cuando llegaron no había nadie” en el monte misionero, recuerda. Los guaraníes tienen una cultura nómade, pero hoy se han establecido en asentamientos, la mayoría de ellos alejados de los centros urbanos.

Enfermedades y distancias

En cuanto a las enfermedades más comunes en estas comunidades, la médica comenta que “la parasitosis, dermatitis, afecciones de las vías respiratorias, diarreas” son lo que más suele verse, aunque también hay casos de sífilis (la enfermedad de transmisión sexual que llegó a América con los españoles). “Muchas mujeres sufren infecciones urinarias. Viven en malas condiciones de higiene, la mayoría suele estar descalza y así es como se lastiman o se infectan con parásitos”.

Para realizar su trabajo la joven médica cuenta con el apoyo de dos promotoras de salud, Karina y Graciela, y de Gustavo, el chofer del móvil, una camioneta 4×4 que a veces debe lidiar con caminos que se vuelven muy difíciles de transitar. Este equipo recorre cientos de kilómetros para llevar atención primaria a las aldeas de Ko Kue Poty, Guabirami, Isla, Pasarela, Arroyo Taruma, El Doradito, Y-Aka Porá y Perutti, situadas en medio de la selva.

“Visitamos a las comunidades más alejadas de la provincia, las más aisladas y más inaccesibles. Están ubicadas en medio de potreros o chacras, a orillas de arroyos, sin energía eléctrica ni agua potable. Hay aldeas en las que no tenemos una sala para atender, por lo que la improvisamos debajo de un gran árbol, en una choza que nos ceden o simplemente usamos la parte trasera de la camioneta”, relata.

“Junto a los promotores de salud aborígenes, llevamos adelante los controles. Se hacen las mediciones de peso, talla, la vacunación, entrega de leche y medicamentos, y yo me encargo de los controles médicos a niños, adultos y embarazadas”, apunta Lía. Los promotores aborígenes, que reciben capacitación para su área, “son una gran ayuda, nos facilitan el trabajo”, destaca Lía luego de recordar que ellos son aliados ideales para superar las barreras culturales. “Ellos son quienes guardan todas las libretas sanitarias de los niños y las historias clínicas, las planillas de control sanitario de las embarazadas, de modo de asegurarnos que no se pierdan”.

Ella se lamenta de que las embarazadas sean renuentes a hacerse controles mientras llevan adelante la gestación. “Si nosotros no vamos a la aldeas, ellas no se acercan al hospital. Me ha pasado el haberme cruzado con una paciente frente al hospital a la que le recordé que viniera a hacer un control y luego no vino. Por eso, no damos por concluidas las visitas a las aldeas hasta que no estamos seguros de haber visto a todos los pacientes y hecho todos los controles”, remarca la profesional, al tiempo que reconoce que la resistencia de las embarazadas a hacerse controles médicos responde a una cuestión cultural.

En este aspecto, “los promotores aborígenes nos están ayudando mucho, sobre todo en las aldeas que están más aisladas y por tanto tienen menos contacto con otras comunidades. Los promotores persiguen a las chicas para que vengan a la consulta. Gracias a los registros que ellos realizan tenemos controlada la marcha de la gestación. Cuando llegan a las 37 o 38 semanas de embarazo, las trasladamos al hospital y las internamos hasta que nazca el bebé”, relata la médica.

“Los guaraníes son por lo general muy introvertidos y las mujeres suelen ser tímidas, no hablan cuando hay un hombre presente. Entre ellas siempre hay una que lleva la voz cantante mientras las otras sonríen. Tampoco hablan con quienes no conocen. Esto es más notorio cuanto más alejada esté la aldea donde viven. Me ha pasado encontrar internada en el hospital a una chica a la que conocía por mis visitas a su aldea y con quien las enfermeras y médicos no lograban mantener el mínimo diálogo necesario para su tratamiento. Cuando le pregunté cómo estaba, qué le había pasado, de inmediato me contestó y hablo conmigo, sólo porque me conocía”, cuenta Lía.

En lo que respecta a las curaciones, para los guaraníes “el yuyo es fundamental, en especial para evitar la infección por heridas en la piel: se lavan con una infusión de yuyos que ha pasado a llamarse ‘la hoja de la penicilina’ y es muy popular”, dice Lía.

“Muchos se atienden con lo que ellos llaman “médicos de los nuestros”, que por lo general son adultos mayores a quienes se les reconoce sabiduría, son los sabios de la aldea”, agrega. Por eso Lía insiste en que los promotores aborígenes de salud son indispensables. “Ellos son los ojos del equipo médico cuando no estamos presentes en la aldea. Son los que identifican necesidades y junto a los caciques, que también nos ayudan si hace falta, hacen valer su autoridad para que la gente acuda a las consultas”, finaliza.

 

 

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