El arte de pasar los cien años: La provincia tiene 74 misioneros centenarios, 52 son mujeres

En Argentina hay 3500 personas con más de cien años, de los cuales el 77,5% son mujeres; el trabajo fuera del hogar de los varones marcó a aquellas generaciones.

 

 

Hay 3487 personas mayores de cien en la Argentina; el 77,5% son mujeres (los varones longevos apenas son 784), según datos del censo de 2010 del Indec. En la Ciudad de Buenos Aires viven 661 mayores de cien; es decir, 1 de cada 5000 personas tiene cien años o más. En la provincia de Buenos Aires la cifra es de 1278: uno de cada 12.500 bonaerenses está en esa franja etaria; en la de Córdoba 229: uno de cada 16.666; en Santa Fe, uno de cada 11.000 llega a esa edad. Estas son las provincias con mayor expectativa de vida de la Argentina.

 

La gran mayoría de los centenarios son mujeres. ¿Por qué? La explicación radica en el modo de vida de hombres y mujeres de esa generación: mientras que ellas vivían puertas adentro, los hombres eran los que salían a trabajar y solían descuidar su salud. La geriatra Cynthia Mariñansky, directora de la Escuela de Ciencias del Envejecimiento de la Universidad Maimónides, considera que esto irá cambiando con el tiempo: «Los hábitos de aquellos varones condicionaron decisivamente su salud. Esto se va a ir modificando porque ahora el hombre se cuida más y la mujer está tan expuesta como él a los trabajos fuera de la casa».

 

 

 

Cuando se era viejo a los 35

 

Los datos históricos muestran que cada vez es más frecuente pasar la barrera de los cien. En la Edad Media, por ejemplo, el promedio de vida era de 40 años; a los 35 ya se era viejo. Más acá en el tiempo, hasta hace poco alguien de 70 años era un anciano. Las cosas son muy distintas ahora. Hoy un extremo de longevidad es el del pueblo de Vilcabamba, en Ecuador, donde sus habitantes viven 110, 120 y hasta 140 años; una de las peculiaridades es que viven mucho, con una salud envidiable a pesar de que -como escribe Ricardo Coler en el libro Eterna juventud (Editorial Planeta)- «fuman como escuerzos y beben como cosacos». «El secreto de la longevidad está en un ambiente sano y en llevar una vida serena», declara una longeva de aquel valle sagrado en el interior de Ecuador.

 

 

 

Mariñansky, la médica con 18 años de experiencia en el trabajo con adultos mayores, señala que con los avances de la ciencia se tiende a empujar cada vez más la edad. Hace unos años se creó la categoría Cuarta edad, que se extiende entre los mayores de 75 y correspondería a la ancianidad, es decir, al último tramo de la vida. El anterior estadio es el de los adultos mayores, la Tercera Edad, que se extiende entre quienes tienen 65 y 75 años y aún están activos y saludables.

 

«Hay mecanismos por los cuales se prolongó la expectativa de vida. Se dieron mejoras en las condiciones sanitarias, aparecieron formas de tratamiento para procesos que antes no podían tratarse», señala la médica. Y ejemplifica: «Las infecciones se controlaron con los antibióticos, aunque aparecieron otro tipo de enfermedades degenerativas, como el cáncer, relacionadas con la calidad de vida y el estrés».

 

La geriatra agrega que, más allá de estos avances, la carga genética es un factor determinante al hablar de longevidad. «Comparando grupos de la misma época y que habían tenido una calidad de vida similar se pudo comprobar que los que tenían características genéticas similares vivían la misma cantidad de años, eso era en realidad lo determinante», informa.

 

 

Mariñansky indica que «es importante el tratamiento para mantenerse activa físicamente y también en su caso por el tema de la memoria, que se puede agilizar con ejercicios y medicamentos», explica. Su trabajo de años en geriatría -una profesión que inició por amor a su abuela- la autoriza a concluir que si no tienen una atención muy cuidada las personas decaen mucho los últimos cinco años. «Solemos tener que darles algún antidepresivo para levantarles el ánimo y que puedan disfrutar y valorar los lindos momentos que la vida aún les ofrece», señala.

 

 

Vitalidad a los 90 y pico

 

Se envejece como se vivió. «Depende muchísimo de la filosofía con la que la persona desarrolló su vida, sus objetivos, sus motivaciones e intereses. Por eso vivir con objetivos precisos, con un proyecto de vida es rector y determinante de la longevidad», explica Mariñansky. En este sentido, cuando se acaba el proyecto se acaba la vida.

 

 

(FUENTE: LA NACIÓN)

 

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