Reflexión del Pastor David Decena: «Niños adultos»

El Pastor David Decena expresó "uno de los desafíos más grandes que tenemos los hijos de Dios es la permanencia como seguidores del Camino que Cristo trazó. Cuando iniciamos la vida cristiana, Dios espera que nos volvamos como niños para poder experimentar esta nueva vida".

“Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos” Mateo 18:2 al 4 (NVI).

Ser como niños refiere a la humildad para el aprendizaje, y la sencillez para creer todo aquello que el Padre está queriendo enseñarnos. Cuando uno verdaderamente abrió su corazón a Jesús, cambió, y se convirtió en un niño, vemos a una persona enseñable, y con una fe sencilla, que está en el “primer amor” (Apocalipsis 2:4).

Pero, sin entrar en contradicción, la Palabra también nos desafía a ser adultos espiritualmente. En otras palabras: Necesitamos ser como niños para entrar en el Reino, pero adultos para llegar hasta el final del camino de la vida cristiana.

Dicho de otra forma, debemos comenzar un proceso de madurez que nos lleve a la adultez espiritual. Jamás deberíamos dejar de ser como niños, pero la niñez solo debería reservarse a la actitud de nuestro corazón para hacer la voluntad del Señor.

Por eso el apóstol Pablo dijo: “Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y las artimañas de quienes emplean métodos engañosos” Efesios 4:14 (NVI).

Dios espera que tengamos la actitud de niños para entrar al Reino, pero la madurez de adultos para permanecer en Él. A partir de esta revelación, veamos tres características de un adulto espiritual.

En este marco, el Pastor David Decena destacó algunos puntos:

1- Adultez espiritual es sinónimo de carácter

“Carácter” se define como el conjunto de rasgos de nuestro ser interior. Por eso, es lo queda en evidencia en nosotros ante los desafíos que nos presenta la vida. Por lo tanto, el carácter correcto es garantía de permanencia en el Reino. Pero, ¿cuál es el “carácter correcto” en nuestra fe? Claramente, lo que conocemos como el carácter de Cristo.

Éste es descrito a detalle en Gálatas 5:22 por el apóstol, bajo el nombre de fruto del Espíritu: “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”.

Un cristiano que maduró espiritualmente responde ante los desafíos de la vida como Cristo respondería. Cada uno de estos atributos que el Espíritu trabaja en nosotros, se dejan ver ante situaciones límite, y personas a las que en otro momento hubiéramos destratado.

Para que esto sea posible, el Señor debe sanarnos en profundidad el corazón.

2- Adultez espiritual es sinónimo de perseverancia

El adulto espiritual aprendió que la vida detrás de Jesús es un camino sin vuelta atrás. Porque uno de los problemas de la niñez espiritual es que nos tiene yendo y viniendo en nuestra fe según las olas golpean y los vientos cambian. Pero el discípulo maduro es aquel que quemó su barco. Nada lo va a hacer regresar a la vieja manera de vivir, porque sabe que el enemigo está esperando encontrar su casa vacía para volver con siete demonios peores (Lucas 11:26).

La vida del cristiano, como la de todos, está sujeta a aflicciones. Pero el hijo de Dios que maduró en la fe, aprendió a perseverar a pesar de todo lo que le toca atravesar.

Hay un libro de historia de los orígenes del cristianismo, titulado “El fermento de la paciencia de la iglesia primitiva” (Alan Kreider). El autor alega que la paciencia fue un factor fundamental para la increíble expansión de la iglesia en los primeros tres siglos. Para nosotros, esto no es ninguna novedad.

Pablo impulsó a la iglesia de Roma a “mostrar paciencia en el sufrimiento” (Romanos 12:12). Porque él, como los demás apóstoles, buscaba levantar una iglesia madura, conforme al ejemplo e imagen de Cristo (Efesios 4:15).

Aún la perseverancia se verá reflejada en la entrega, porque el maduro espiritual nunca se deja de dar, sin importar lo que esté atravesando (2 Corintios 11:23 al 29).

3- Adultez espiritual es sinónimo de discernimiento

“Sobre este tema tenemos mucho que decir, aunque es difícil explicarlo porque ustedes se han vuelto apáticos y no escuchan. (…) Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; (…). En cambio, el alimento sólido es para los adultos, pues han ejercitado la capacidad de distinguir entre el bien y el mal” (Hebreos‬ 5‬:11‬-14‬ NVI).

El tercer rasgo de la madurez es la capacidad de percepción espiritual. El que maduró espiritualmente es el que fue adquiriendo la capacidad de discernir lo bueno de lo malo. El apóstol Pablo ya lo dijo en Efesios 4:14, pero el escritor de hebreos, lo reafirma.

El que utiliza “métodos engañosos” es Satanás. Cuando recién comenzamos a caminar en Cristo, no tenemos los filtros que adquirimos al permanecer en Él, a través de su Palabra y su Espíritu. Y al desarrollarnos en un mundo en donde la mentira está a la orden del día, es tan fácil que el enemigo nos confunda.

Por eso es clave que en nuestros primeros pasos nos aferremos a personas que nos guien en la fe. En eso nos convertiremos todos por permanecer y madurar en la fe. Y de la misma manera que otros nos ayudaron, acompañaremos a los que recién están comenzando a seguir a Jesús.

En conclusión, recordemos: Dios espera que seamos “niños adultos”. O sea, debemos convertirnos en niños para entrar en el Reino, pero ese niño deberá madurar, hasta convertirse en un adulto espiritual, para permanecer en Cristo hasta el final de nuestro camino.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor David Decena

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