Análisis semanal: Milei balcaniza la política en búsqueda de gobernabilidad para su plan de ajuste extremo

El presidente electo repartió cargos entre “la casta” que prometió combatir. Así logró dividir a la oposición pero también a sus propios partidarios y terminó conformando un gabinete que se parece más a una bolsa de gatos que a un equipo. Ante este nuevo escenario Misiones reafirma su compromiso federal y forma un nuevo bloque con otras provincias. En economía no habrá ninguna de las revoluciones que vociferó Milei, sí un ajuste que promete ser el más feroz de la historia y que no lo pagará “la clase política” sino la gente.

Javier Milei fue una excepción al teorema de Baglini hasta que ganó el balotaje, después lo confirmó con una contundencia sorprendente. Cambió la campera de cuero de rockstar por el elegante traje de político profesional y arrió con prolijidad cada una de las banderas de la revolución libertaria con las que había entusiasmado a sus fieles seguidores.

No habrá dolarización, ni destrucción del Banco Central. Tampoco habrá combate contra la “casta política” sino más bien alianzas y negociaciones con los sectores a los que identificó con ese despectivo mote.

Lo que sí habrá es motosierra, pero con una variante respecto a lo que proponía el libertario durante su campaña: el ajuste no lo pagará la clase política sino la gente.

 

Política fragmentada

Sin gobernadores de su lado y con una representación parlamentaria minoritaria, el presidente electo apela a la repartija de cargos para garantizar la gobernabilidad que necesitará para aplicar un ajuste que golpeará a una sociedad empobrecida y sin mucha paciencia.

El armado del nuevo gabinete le dio la razón a quienes argumentaban que la Libertad Avanza no tenía los equipos suficientes para gobernar. Pero el libertario se propuso convertir esa falencia en una fortaleza y en alguna medida lo logró, aunque a un precio que todavía está por verse.

Metido hasta la pera en el barro de una política de la que siempre renegó, el electo dividió a prácticamente todos los espacios políticos con pretensiones nacionales utilizando a su gobierno como bolsa de trabajo.

Juntos por el Cambio, pero más específicamente el PRO, fue el más afectado por esta práctica.

Mauricio Macri soñaba con gobernar a través de Milei pero su propio partido lo sacó de la cancha. Pretendía monopolizar el comercio de favores entre los halcones del PRO y La Libertad Avanza, pero lo puentearon y se terminó enterando por el diario de las designaciones que pretendía manejar.

En vez de negociar con los halcones como bloque, el mandatario electo fue a buscar de a uno a los dirigentes que pretendía y los consiguió. Luis “Toto” Caputo será ministro de Economía; Patricia Bullrich, de Seguridad y Luis Petri, el radical mendocino compañero de fórmula de Bullrich, se quedaría con el manejo del área de Defensa.

A Macri lo bajaron de un hondazo del sitial en el que pretendía erigirse después de haber llevado a Juntos por el Cambio a una derrota electoral que hace solo unos meses era impensable.

Y el golpe de gracia lo dio el sciolista devenido en libertario y futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, quien agradeció a Macri por el apoyo brindado luego de la primera vuelta, pero le advirtió que eso no significaba que “había comprado acciones en el futuro gobierno”.

El expresidente sangró por la herida en un posteo de X en el que remarcó que tanto Bullrich como Caputo habían aceptado sus cargos a título personal, es decir por fuera del PRO.

El armado del nuevo gabinete terminó de destruir lo que quedaba de la relación entre Macri y Bullrich. “Hagan lo que quieran con el PRO”, fue la respuesta de la futura ministra de Seguridad cuando le hicieron notar que su condición de presidenta de ese partido colisionaba con el cargo que había aceptado en un gobierno de otra fuerza. El PRO no cruje, ya está roto.

El principal dilema que enfrentan hoy en Juntos por el Cambio es que no saben en qué vereda pararse frente al gobierno libertario.

A los “sin tierra”, es decir los dirigentes que no tienen la responsabilidad de gestionar ningún territorio, los seduce la posibilidad de mojar la medialuna en la enorme taza de cargos, prebendas y beneficios que tiene el presidente electo. Pero los gobernadores y sus legisladores prefieren guardarse una cuota de independencia para negociar en la ley del toma y daca frente a un Gobierno nacional que promete ajuste.

Eso conspiró contra las aspiraciones de Cristian Ritondo de convertirse en el próximo presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, este sí, con el aval de Macri que soñaba con manejar a su antojo el bloque de legisladores nacionales de Juntos por el Cambio y usarlo como argumento para plantear un cogobierno que lo tuviera en un virtual doble comando.

Pero la realidad es que ni siquiera los diputados y senadores del PRO están convencidos de respaldar al gobierno de Milei. De hecho, la bancada Frente Pro, que encabeza Ritondo y que se presume reunirá a unos 47 diputados, estará dividida en al menos tres sub-bloques.

Pero el presidente electo no apuntó solo a Juntos por el Cambio en su operativo divide y triunfarás. También fue a buscar dentro del peronismo, especialmente en el sciolismo, el massismo y el cordobesismo.

Del primer grupo sacó a su ministro del Interior, Guillermo Francos, y al propio Daniel Scioli que seguirá fungiendo como embajador en Brasil. Dos funcionarios del equipo de Sergio Massa seguirían en sus cargos, Guillermo Michel, al frente de Aduana, y Marco Lavagna, en el INDEC.

Mientras que el peronismo cordobés ya se garantizó a Osvaldo Giordano al frente de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) y a Franco Moguetta como secretario de Transporte, mientras que el actual presidente del Banco de Córdoba, Daniel Tillard, se sumaría al Banco Nación.

Hasta el kirchnerismo ocupará cargos en segundas líneas, como el futuro viceministro de Francos, Lisandro Catalán, que ahora es director nacional de Reincidencias en el ministerio del camporista Wado de Pedro.

 

Altos costos

La jugada de repartir cargos para fragmentar a la oposición y mejorar las condiciones de gobernabilidad tuvo, para Milei, costos en dos aspectos: se formó un gabinete que luce poco cohesivo y se generó malestar entre los propios libertarios que fueron desplazados para dar lugar a “la casta”.

Del equipo económico que acompañó a Milei durante la campaña no queda nada. Emilio Ocampo, que había sido anunciado como el presidente del Banco Central que lo eliminaría, terminó postergado por no ser del agrado de Toto Caputo y el jefe de asesores en economía, Carlos Rodríguez, renunció cansado de que nadie le solicitara asesoramiento para nada.

Carolina Píparo fue bajada de la presidencia de Anses pocos días después de que se la anunciara en ese cargo y la vice Victoria Villarruel vio como Patricia Bullrich se quedaba con las áreas de Seguridad y Defensa que Milei le prometió que manejaría.

Frente a los insistentes reclamos de las huestes libertarias y ante la incapacidad del PRO de alinear a un bloque más a menos considerable de legisladores, el presidente electo optó finalmente por proponer a dos soldados de la propia tropa para presidir ambas cámaras del Congreso.

Martín Menem, sobrino de Carlos e hijo de Eduardo, será presidente de la Cámara baja y el formoseño Francisco Paoltroni, de Senadores. Se trata de dos legisladores inexpertos que deberán ocupar puestos que generalmente están reservados para artesanos de la rosca política y que se enfrentarán a una tarea muy compleja al representar a un gobierno que está en minoría en el Congreso.

Tal vez el costo más alto que pagará el futuro presidente por el festival de reparto de cargos será un gabinete integrado por personas con pensamientos muy diferentes. Lograr cohesión en los equipos que gobernarán con Milei será un problema y el electo corre el riesgo de terminar lidiando con ministerios loteados en los que cada uno tirará para su lado.

 

Nuevo espacio federal

En un contexto de fragmentación de los dos grandes frentes que monopolizaron la política nacional en los últimos años, el Frente Renovador de Misiones se mantuvo firme en su compromiso con el federalismo al conformar un bloque que estará integrado por los representantes de los gobiernos que comparten la identidad provincialista.

El acuerdo se terminó de cerrar en la casa de Salta, en Buenos Aires, donde se reunieron el dueño de casa, el gobernador, Gustavo Sáenz y el misionero, Oscar Herrera Ahuad y los electos de Río Negro, Alberto Weretilneck y de Neuquén, Rolando Figueroa. A este grupo se sumarán los representantes de Chubut y Tierra del Fuego.

Con un presidente que solamente contará con 37 diputados propios a los que se sumaría un número todavía no definido de legisladores del PRO y con los demás bloques divididos, los votos del bloque federal que integra la renovación misionera tendrán un rol protagónico en la definición de todas las votaciones.

Nunca fue tan nítida la diferencia entre un gobierno nacional a punto de asumir, sumido en peleas por la repartija de cargos, con la construcción que impulsa un grupo de provincias que impulsan un proyecto inclusivo y con un perfil federal definido.

 

Reconfiguración opositora

La victoria de Milei y su maquiavélico armado de gabinete sacudió los cimientos de la política nacional. Los dos grandes frentes se enfrentan a un proceso de reconfiguración en el que no están claros los liderazgos.

Con sus estructuras fragmentadas, dentro del peronismo y de Juntos por el Cambio crecen las figuras de los dirigentes que tienen territorio y se devalúan las demás.

En el peronismo se diluye el liderazgo de Cristina, Massa se retira a cuarteles de invierno mientras Scioli se prueba la camiseta libertaria que el cordobés Schiaretti ya lleva puesta desde que quedó afuera en primera vuelta.

Ante ese escenario Axel Kicillof aparece como el candidato natural a encabezar a la oposición peronista por el solo hecho de gobernar la provincia más poblada del país, pero libra una interna desgastante con sectores del kirchnerismo que responden directamente a Máximo y que manejan varias intendencias con la impronta del camporismo.

Por el lado de Juntos por el Cambio, quienes eran sus tres principales figuras hace solo unos meses: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, están peleados a muerte y vienen de protagonizar un fracaso electoral resonante.

Entre los que salieron fortalecidos tras el último proceso electoral se destaca el jefe de gobierno porteño electo, Jorge Macri, y dentro de su equipo quien se garantizó un lugar clave es el correntino Gustavo Arengo Piragine, un funcionario de carrera que inició hace diez años como pasante y hace unos días fue confirmado como el próximo secretario de Hacienda del gobierno porteño.

Arengo es nieto de Fernando Piragine Niveyro, recordado exgobernador correntino desarrollista, y tiene una conexión directa con el PRO de Misiones. Más concretamente con el diputado provincial (MC) Miguel Ángel “Tati” López Vedoya, quien además de ser primo de Arengo, fue quien lo impulsó en sus primeros pasos en la política.

El dirigente misionero desde hace dos años se dedica exclusivamente a la producción agropecuaria, pero gracias a su cercanía con esta figura de meteórico ascenso, avanzó varios casilleros y retomaría su carrera política en Misiones o Buenos Aires.

 

A puro ajuste

“No hay plata” repitió el libertario como un mantra durante una de las primeras entrevistas que concedió en su condición de electo y la frase se volvió remera. Milei tiene la extraña habilidad de hacer del ajuste una consigna simpática para una mayoría considerable, pero los ánimos pueden cambiar rápidamente cuando la plata realmente empiece a faltar en muchos hogares.

No habrá dolarización, no habrá destrucción del Banco Central, no habrá banca Simons, no se concretará ninguna de las propuestas disruptivas que propuso Milei en campaña para diferenciarse de otros soldados del liberalismo que militaron esa causa en el país mucho antes que él.

Lo que sí habrá es un ajuste ortodoxo como el de Krieger Vasena, como el de Celestino Rodrigo, como el de Roberto Alemann, como el de Martínez de Hoz, como el de Cavallo, pero aplicado en una economía mucho más desordenada y en un cuerpo social mucho más deteriorado que en cualquier experiencia liberal anterior.

Otra diferencia entre la que viene y las anteriores experiencias de ajuste, es que Milei fue el único candidato que prometió ajuste y lo militó durante su campaña. Pero lo hizo con una trampita: le prometió a la gente que esta vez el ajuste lo iba a pagar la política, pero era mentira y él lo sabía.

De acuerdo con lo que se desprende de los dichos del propio presidente electo y de su equipo, la tijera pasará principalmente por la obra pública, los subsidios, las transferencias a las provincias y los salarios y haberes jubilatorios que aumentarán por debajo de la inflación.

Para las provincias el asunto no es menor porque la gentileza que tuvo Sergio Massa con los asalariados de mejores sueldos del país al modificar el régimen de Ganancias, se tradujo en una merma interanual de 17% de la coparticipación en noviembre.

Como Ganancias es coparticipable, la medida que instrumentó Massa provocó una reducción en la masa de recursos federales que se distribuyen entre las provincias, algo que los gobernadores del Norte Grande advirtieron en su momento e incluso plantearon una alternativa de solución que proponía coparticipar parte del impuesto al cheque y del impuesto PAIS a efectos de compensar la caída en la recaudación de Ganancias.

El gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad, explicó que no se pudo avanzar en esa vía de solución porque requería que el Legislativo nacional sancionara una ley para modificar el sistema impositivo, algo que no ocurrió por las dificultades que enfrenta el Congreso para sesionar.

Varias provincias alertaron que debido a la merma en la coparticipación no estarían en condiciones de afrontar el pago de aguinaldos. Llevaron ese reclamo al ministro de Economía Sergio Massa que prometió tapar el agujero con fondos de ATN.

La respuesta que dio Massa alcanzará apenas para salir del paso y terminar el año sin sobresaltos, pero de cara al año próximo y los que los seguirán, queda pendiente la tarea de compensar a las provincias.

Paradójicamente, la medida que excandidato adoptó para potenciar su campaña no le alcanzó para ganar las elecciones y terminó dándole a Milei un argumento con el cual negociar frente a los gobernadores, que estarán obligados a golpearle las puertas al nuevo presidente para recomponer sus ingresos.

Analistas anticipan que el primer fogonazo inflacionario llegará en diciembre y se sostendrá al menos durante enero y febrero, cuando la progresiva liberación de los precios que estaban pisados por este gobierno dispare índices inflacionarios que se estiman en el orden del 20% mensual.

Lo que viene después dependerá de como se comporte el dólar, de la posibilidad que encuentre el nuevo gobierno de recomponer reservas y de la capacidad que tengan las fábricas de seguir despachando productos al mercado en un contexto de retracción de la demanda.

Uno de los que intentó anticipar los escenarios esperables bajo un gobierno de Milei fue el economista jefe del instituto IERAL, Jorge Vasconcelos, que disertó en Posadas en la reunión de fin de año que organizó la Fundación Mediterránea.

En diálogo con Misiones Online, consideró que el gobierno de Milei se equivocaría si pusiera demasiada energía en desarmar “la bomba de las Leliq” y no se concentrara primordialmente en recomponer reservas de manera urgente.

Anticipó que la necesidad de ajuste fiscal obligará al nuevo gobierno a “sincerar” precios que desde hace años están pisados a fuerza de subsidios, lo que derivaría en una inflación muy alta en diciembre, la estimó en el orden de los 20 puntos, y en los primeros dos meses de 2024.

Dijo que los salarios no aumentarán en la misma medida, lo que repercutirá indefectiblemente en los niveles de consumo en el mercado interno, además de reducir la calidad de vida de la gran mayoría de los argentinos.

Dio por descontado que en tren de recomponer reservas habrá que levantar la cotización del dólar oficial, con lo cual se reduciría la brecha cambiaría que hoy supera los cien puntos.

Una menor brecha tendrá impacto directo en el comercio de frontera, según las proyecciones de Vasconcelos las diferencias de precios entre Argentina y los países limítrofes se reducirán pero se mantendrán a favor del comercio de nuestro país.

Con un dólar más alto y un mercado interno retraído por una pronunciada caída en el poder adquisitivo de los salarios, el economista prevé un escenario más favorable para los exportadores que para aquellos que venden al mercado interno.

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