Mujeres misioneras que inspiran: Paula Pizak, una guerrera innata que aprendió a superar las barreras que le impuso la vida

En el marco del Día Internacional de la mujer, te presentamos la historia de Mujeres Misioneras que Inspiran. Esta es la historia de Pauli Pizak, docente, abogada, mujer y una guerrera innata que aprendió a superar las barreras que le impuso la vida.

 

Pauli Pisak, docente, abogada, guerrera, mujer.

 

Sentada en la comodidad de su casa, Pauli Pisak de risa fresca, voz potente y un espíritu inquebrantable, no escucha ningún sonido, pero sabe cómo comunicarse. Lee los labios y nos permite escribirle las preguntas en un anotador. Ante cada una reacciona, sonríe y se emociona, se apasiona.

 

Es que Pauli es una guerrera innata, que aprendió a vivir a pesar de todo. En el año 2004 siendo una excelente profesora de letras y con una enorme panza que albergaba a su primer bebe, estaba llena de ilusiones y proyectos.

 

 

En el momento del parto las cosas se complicaron y producto de una mala praxis quedó sorda y hemipléjica. Fue mucho el tiempo de recuperación; rabia, impotencia, desolación y tantos otros sentimientos afloraron en esa mamá primeriza que debió afrontar la crianza de su beba en silla de ruedas sin escuchar jamás el llanto de su hija, su primera palabra, su risa.

 

Esto fue solo el comienzo de la transformación que tiempo después vendría. Necesitaba comenzar de a poco, exigir a su cuerpo deportista, inquieto. La porcelana fría fue el comienzo, luego la pintura, eso la ayudó a moverse, exigirse y poco a poco la silla de ruedas se convirtió en un bastón, ahora lo usa poco. Está llena de proyectos. Su espíritu de lucha es inquieto, exigente y ella lo deja expresarse.

 

La metamorfosis de Pauli estaba en proceso. Pasó de ser una mujer y madre más, una profesora más a convertirse en “la mujer”. Esa que cada día enfrenta desafíos, que lucha por su dignidad como discapacitada, solidaria, emprendedora, atrevida. Sí, porque para volar en parapente con discapacidades motrices hay que ser atrevida.

 

 

Debido a la mala praxis que sufrió en la cesárea, su mundo se quedó en silencio, no oye nada, y si bien su hemiplejía remitió, aun le cuesta caminar. Se la suele ver paseando con su compañero eterno, el bastón; pero también se encarga de llevar a su hija a la escuela o clases de danza en moto, es audaz.

 

Es solidaria, desde hace varios años  los aborígenes de las comunidades vecinas son su “familia“, como ella los llama. A través de una red solidaria internacional consigue ropa, juguetes y todo lo que considera que necesitan; también no duda en ponerse el traje de payaso para divertir a los niños Mbyá.

 

Mujeres Misioneras que inspiran: «No ando desarreglada ni rebelde, me gusta cuidarme»

 

Se identifica como una militante feminista, pero dice “no ando desarreglada ni rebelde, me gusta cuidarme” es muy coqueta y le preocupan los surcos que amenazan la comisura de sus hermosos ojos verdes, lo cierto es que Pauli es una “DIOSA”, alegre y espontánea.

paula pisak

Hay cosas que la entristecen, la falta de compromiso para hacer cumplir las leyes sobre discapacidad, la falta de empatía de la gente. Por eso hace unos meses logró concretar uno de sus mayores sueños, convertirse en abogada. “si conseguí  mucho sin ser nadie, ahora tengo una herramienta más” dice.

 

Pauli Pisak fue convocada a la Cumbre Global de Discapacidad en el año 2019 donde expuso su historia de vida ante organizaciones como la ONU, OEA y EU. También la Universidad de Cuyo la convocó para dictar charlas sobre violencia obstétrica.

Pauli Pizak

 

¿Y la escritora?

 

Si algo le faltaba a esta mujer multifacética es expresar sus sentimientos, visión de la vida a través de la escritura. Es escritora y muy buena, ganó premios y sigue avanzando.

 

Relato de Pauli Pisak

 

Son las 16 hs. de un 16 de noviembre de 2004,  espero  a Agustina, con ansias tremendas, el calor de noviembre se siente tan fuerte, en casa el bolso está listo desde hace como 5 meses, su rinconcito, su cuna, todo perfecto… con miedo,  miedo a lo desconocido pero saludable y llena de amor por dar.

Eran las 19, comenzaron los primeros tactos, 3 de dilatación tenía….no sabía que seguía, solo soñaba con verla pronto. A su papá no lo dejaron entrar, iba al baño me sentaba, caminaba,  era cada vez más fuerte, más tactos, dolor, guantes llenos de pervinox. A las 23,30 el médico llega y dice que me harían una cesárea, aducía que mi beba no bajaba, que estaba muy arriba…yo entregada y a sabiendas de que los médicos SABEN….fui llevada.

Dolor, contracciones, dolor me aplicaron la anestesia, me pincharon 5 veces y luego al fin el dolor se fue, yo era una extraña, un procedimiento, un trámite más. Supe que nació cuando un empujón  sentí en mi abdomen, ¡que distinto fue a lo que imaginaba! no la vi, se la llevaron sin presentarnos, luego de tantos meses soñándonos, sintiendo  cada latido, el día del encuentro nos separaron.

Fue luego en la habitación que nos conocimos, yo aún mareada, sin fuerzas, cansada, la abracé con mi cuerpo, un par de flashes pasaron y el mundo se derrumbó…. Vómitos y más vómitos, me giraba el mundo….yo deseaba que pase pronto pero luego todo se oscureció, ya no supe dónde estaba, era otra la historia, comenzó a costarme respirar, sentía que no podía tragar mi saliva, estaba paralizada en mi propio cuerpo, quería ver, quería pedir ayuda, no podía hablar, moverme, no lograba contar a nadie que me sentía morir.

Sé, que no hubieron médicos a mi alrededor, sé que luego de que naciera mi beba todos se fueron a  dormir. Me aferré a este mundo y por eso sobreviví….pasaron horas sin cuidados, amaneció y al fin llegaron los responsables o irresponsables, yo dormía profundo, aguanté 100 km y luego hicieron todo lo que pudieron para remediar lo sucedido pero ya era tarde. ..Estuve una semana en terapia Intensiva, no entendía dónde y que hacía allí, solo sé que no veía, el lugar era tan frio, los días pasaban y yo solo recuerdo pequeños instantes en donde aparecían jóvenes de bata, sonrientes, amables, no los entendía, pero adoraba sentir que mi cuerpo se movía, había olvidado que pasó,  en realidad no recuerdo a nadie.

Mi cara había sufrido una parálisis, solo uno de mis ojos permanecía entreabierto, yo no lo recuerdo. Volví a despertar ya en otro lugar, con camas a mi lado, mi cuerpo adolorido, duro, fue allí cuando entendí que no lo podía mover, ni erguir la cabeza, ni oír. En  sala intermedia estuve 4 días más….las horas no pasaban nunca, quería salir de allí aunque más no sea como un gusano, arrastrándome, mi cuerpo paralizado se apoderó de mí, el silencio se hizo mi amigo y ya jamás se fugó. Pude ganar, porque el AMOR siempre vence a cualquier dolor, porque aunque fue difícil estoy segura que todo tiene un porqué, que soy dichosa y orgullosa por todo lo que enfrenté, estoy segura de que todo este dolor solo fue doblegado porque veo a mis hijas crecer.

pauli pizak

 

LK- Corresponsalía Jardín América Misiones

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