El inconfundible y llamativo Frutero overo sorprende en la Selva Misionera

Es un ave representada por 33 especies en la Argentina, de las cuales 29 podemos observarlas en el Bosque Atlántico de Misiones. Es llamada la “Urraca blanca”, pequeña y verdadera. Localmente, se la suele llamar “Urraquita”.

 

 

A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.

 

Hoy te presentamos al llamativo Frutero overo, Cissopis leverianus, un integrante de la familia Thraupidae, representada por 33 especies en Argentina, 29 de las cuales, las podemos observar en Misiones. Es llamada en Guaraní, acahé – morotí – michí – ete, traducido al español, como la Urraca blanca, pequeña y verdadera. Localmente, se la suele llamar “Urraquita”.

 

Su distribución es únicamente en Sudamérica, y en nuestro país, habita la provincia de Misiones y con escasos registros en el noreste de Corrientes. Es un pájaro robusto y que en su aspecto y comportamiento, recuerda curiosamente a una Urraca. Dentro de los fruteros, es el de mayor tamaño midiendo entre 25 y 29 cm, y aunque ambos sexos son similares, los machos pesan unos 76 gramos, y las hembras, más livianas, unos 67 gramos.

 

Foto: Dante Rektor

 

Además de su tamaño, su plumaje también resulta llamativo, y el contraste de color entre el blanco y el negro, lo hace un pájaro muy vistoso. En este diseño particular, se destaca un extendido capuchón negro azulado brillante que entra como una “V” desflecada en el pecho, y se extiende además sobre el lomo.

 

De color negro también son las plumas remeras del ala, y su larga y  escalonada cola, la que tiene los extremos de las timoneras blancas.

 

El resto de su cuerpo, vientre y subcaudales, cobertoras alares y amplia rabadilla, son blancos. Pico y patas son oscuros, pero se destaca su notable iris amarillo dorado. Los juveniles prácticamente no tienen diferencias con sus adultos.

 

Su comportamiento también es muy particular, se deja ver en sitios abiertos, pero algo desconfiado, en pareja o pequeños grupos de 5 o 6 individuos, y suele integrar bandadas mixtas principalmente con otros fruteros. Se mueve en forma ágil en los estratos medios y altos en claros de selvas, pero también se los suele observar en capueras, chacras y plantaciones en cercanías del bosque, generalmente cerca del agua.

 

Es muy activo y ruidoso, y se mueve de rama en rama en busca de alimento, y no es raro observarlo posado expuesto en lo alto de una percha visible. Asentado, mueve la cola de arriba hacia abajo, mientras adopta con el cuerpo posturas varias. Al desplazarse, su vuelo es corto y de aleteo sonoro. Muy bullanguero, canta a dúo o trío en forma rítmica y al unísono, emitiendo silbos agudos, estridentes y trisilábicos con distintas variaciones.

 

Foto: Jorge Rojas

 

Se alimenta principalmente de frutos de distintas plantas, como el Ambay, tan apreciado por las aves misioneras. Pero también consume invertebrados como arañas e insectos, que incluso captura en vuelo.

 

La temporada de cría ocurre a partir de octubre, y su biología reproductiva es poco conocida aún. Construye un nido abierto con forma de taza, elaborado con palitos, hierbas, fibras vegetales y algunas hojas a modo de camuflaje. Lo ubica dentro del follaje en árboles y arbustos, generalmente a media o baja altura. La postura es de 2 huevos de color grisáceo o pardo grisáceo muy manchados de pardo y rojizo. La incubación dura aproximadamente unos 12 o 13 días y los pichones permanecen en el nido, unos 15 días.

 

No tienen desplazamientos estacionales y es un ave que no se encuentra amenazada.

 

Así que, si vivís en Misiones, aprovechá a recorrer esta hermosa provincia de la tierra colorada y hermosos campos y las frondosas selvas, prestando atención y observando el ambiente. Quien dice que no se presente delante tus ojos esta belleza de la naturaleza, y bien misionera.

 

 

 

 

Por Damián Lozano, con la colaboración de Alejandro Di Giácomo, de Aves Argentinas.

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