«Responsabilidad y esperanza solidaria»: Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

En el contexto de un momento difícil para la humanidad, viviendo esta pandemia del

coronavirus, donde hay tantas personas fallecidas, tantos afectados por la enfermedad y

tanto temor, estamos transitando el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Preparándonos para

celebrar en pocos días la Semana Santa y el misterio central de nuestra fe que es la Pascua. El

misterio del sufrimiento del Señor, de su pasión, muerte y resurrección. El evangelio de este

domingo (Jn 11,45) -que sería bueno que lo podamos leer detenidamente orando y

reflexionando- nos ayuda a no perder la esperanza, sobre todo en situaciones difíciles como

la que vivimos estos días.

 

El evangelio que leemos nos ayuda a encontrar el fundamento de nuestra esperanza

centrada en la resurrección: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque

muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?».

Como Obispo y Pastor, pero también como cristiano, como padre y hermano, quiero

pedir con todos ustedes a Dios para que pronto se termine este flagelo que vivimos, esta

situación de una pandemia que nos trae incertidumbre y dolor. En estos días hay mucho que

pedir y agradecer. Pedir por tantísimas víctimas fatales, por tantos afectados, por todos

nosotros, para que asumamos este momento con responsabilidad, pero a la vez sin pánico y

con una esperanza creativa y solidaria. Tenemos el ejemplo de muchos hermanos que viven

esta esperanza activa y solidaria en momentos, como éste, tan difíciles. Desde ya, médicos,

enfermeros, trabajadores de la salud, pero también tantos otros que siguen prestando

servicios diferentes desde la alimentación o el transporte, para que la gente esté abastecida;

también los comunicadores que siguen trabajando para que la gente esté animada y bien

informada; o nuestros sacerdotes, consagrados, religiosas, cristianos con distintos roles y

ministerios.

 

Es cierto que, así como la solidaridad, también puede aparecer el egoísmo y el

ensimismamiento del «sálvese quien pueda». En estos días también afloran problemas que

revelan la fragilidad en la que viven muchos hermanos y hermanas nuestros. Los problemas

sociales de quienes sobreviven en el día a día, en trabajos o changas informales, pequeños

emprendimientos y negocios, todos estos padecen otros efectos de una cuarentena que los

lleva a no tener cómo cubrir necesidades básicas.

 

La Pascua que celebraremos en pocos días nos llevará a experimentar desde la fe que

la Vida triunfa sobre la muerte. Este es el fundamento de nuestra esperanza. En este

momento difícil es cuando tendremos que estar atentos a ser responsables, cuidar a los

demás y cuidarnos, y a la vez a ser protagonistas de una esperanza activa y solidaria desde el

lugar en que estemos, atentos a los otros, rezando y sirviendo a los demás. Cristo, el Señor,

nos dice: «Yo soy la Resurrección y la Vida ¿Crees esto?».

 

 

 

 

ZF

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