Tragedia de Mendoza: la conmovedora historia de Florencia, una chica que vivió para bailar

Florencia Pardini (16) es una de las 15 víctimas que viajaba en el micro que volcó en la montaña. El testimonio de sus amigas y profesores.

Abrazadas a ramilletes de claveles blancos cuatro chicas iban de la sonrisa al llanto. Estaban sentadas en la puerta de la casa velatoria Grand Bourg a unos 15 metros de donde su amiga era despedida para siempre por los amigos, las amigas, la familia y todo un barrio, tras morir en el micro que volcó en Mendoza. Atadas a sus teléfonos celulares, las chicas se mostraban las últimas charlas y fotos que Florencia Pardini (16) les había mandado por Whatsapp durante el viaje. Sonreían y lloraban y comentaban todo el tiempo lo mismo: «Pepi estaba cumpliendo un sueño».

Florencia vivía para bailar y su vida se terminó mientras transcurría uno de sus anhelos. No hay una amiga del barrio ni un compañero de la escuela que la recuerde de otra manera. Miriam, la preceptora de la Escuela N° 39, donde cursaba 5° año, recuerda su plan para la celebración del 25 de Mayo: «Quería organizar una coreografía para el acto. Les insistió a sus compañeros y los convenció, después no se pudo hacer porque muchos se enfermaron con el frío, pero amaba bailar y estaba muy entusiasmada con el viaje a Mendoza».

Florencia, en una de sus últimas fotos, durante el viaje de la tragedia

Florencia, en una de sus últimas fotos, durante el viaje de la tragedia

Pardini vivía con su papá, empleado en un frigorífico de la zona norte, su mamá (hasta hace un tiempo atendía un kiosco) y sus tres hermanos, de 20, 18 y 2 años. Desde chiquita, tenía una relación de pasión con la danza, que llevaba y contagiaba a donde fuera. Este año, por dificultades económicas, sus padres la sacaron del colegio privado Nuestra Señora de Lourdes y la mandaron a la pública N° 39, a donde había ido su hermano Braian. «Cuando llegó acá enseguida mostró su amor por el baile, a pesar de que era muy tímida», cuenta Agustina, quien la define como «simple, alegre y muy buena compañera».

A pesar de que era apenas una adolescente, Florencia tenía muy claro lo que quería. El viaje a Mendoza no fue el primero con un grupo de danza pero sí con el instituto Soul Dance Studio y por lo tanto sabía qué tenía que hacer para lograr ir. Hace un mes, sus compañeros de la escuela vieron que la chica estaba organizando un talonario de rifas. «Quería venderlas en la escuela para solventarse el viaje. Estaba decidida y nosotros le íbamos a comprar, pero durante los últimos días faltó a clases porque estaban con los ensayos finales», comenta una de sus compañeras. Luciana, una amiga del colegio anterior, recuerda que hace un par de año hizo algo parecido: «Salió a vender tortafritas en el barrio y por supuesto todo el mundo le compró porque era muy buena y querida».

La víctima, junto a su hermano Braian

La víctima, junto a su hermano Braian

Luciana resalta que Pardini tenía un angel especial. «Era muy buena amiga, siempre pensaba en el otro, era humilde y sabía lo que quería», dice entre sollozos la chica, y cuenta que el 9 de Julio del año pasado pidió a los profesores que la dejaran bailar durante el Himno Nacional. «Y la dejaron, fue hermoso lo que hizo», se emociona su amiga.

Héctor Barbito, profesor de Política y Ciudadanía en la escuela pública a la que asistía Florencia, coincide con Luciana: «Era una chica tímida pero muy alegre y entró bien este año en el grupo porque son todos muy unidos», explica el docente. Hugo Sánchez, director del colegio, también acompañó a la familia y a los chicos en el velorio de «Pepi». «Ahora tenemos que trabajar para sostener a los amigos», detalla el maestro y lamenta que su escuela no tenga un gabinete de apoyo psicológico («Equipo de Orientación Escolar»), por lo que tuvieron que pedirle a la escuela primaria que funciona en el mismo edificio que les manden profesionales para sostener esta situación extraordinaria.

Unos minutos antes de que llevaran a Florencia al cementerio de Grand Bourg Tamara se alejó y se sentó sola en el suelo mientras miraba fotos de su amiga en el celular. Ellas se conocieron a los tres años en el barrio e hicieron toda la primaria juntas en la escuela Alfonsina Storni. A pesar de que hacía dos años que no se veían Tamara conocía bien a la adolescente que murió en la tragedia de Mendoza.

Pardini, en Mendoza, días atrás

Pardini, en Mendoza, días atrás

La chica recuerda con lágrimas y sonrisas a su amiga de la infancia. La ve bailando, levantando sus piernas como una verdadera bailarina clásica, siempre sonriendo en las fotos, la recuerda así. Pero Tamara casi no tiene consuelo. «Estoy muy triste», le comenta a Infobae y se disculpa por no poder hablar. Sin embargo algo le pasa. La chica hace un silencio breve, como si lo pensara mejor, y entonces aclara, con lágrimas en los ojos. «¿Pero sabés qué? Ella había cumplido su sueño. Ella adoraba bailar y lo hizo. Llegó. Eso nos deja felices a todos», dice casi en un susurro, y luego cierra los ojos y hunde su cara triste en los claveles blancos, como si buscara en el perfume de las flores la última conexión con su amiga, la bailarina del barrio.

(Infobae)

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