En el día del Médico y la Médica, brindan homenaje a dos doctoras de la salud pública

La doctora Fia atiende en los Caps de San Isidro y Cristo Rey.

La doctora Fia atiende en los Caps de San Isidro y Cristo Rey.

Hoy se celebra el Día del Médico y la Médica, por ello desde el Ministerio de Salud Pública a través de las historias de las doctoras María Perri y Cecilia Fia, quieren realizar un reconocimiento a todos los que abrazan esta vocación, a través de la mirada de estas profesionales abocada a luchar por la salud de todos los misioneros.

 

 Las doctoras María Perri y Cecilia Fia se desempeñan en el sistema público de salud en la capital provincial y forman parte del staff de profesionales de Zona Capital de Salud. La doctora Fia brinda atención en los Centros de Atención Primaria de la Salud de San Isidro y Nº 29  barrio Cristo Rey, y la doctora Perri en el CAPS  Nº 12 de Villa Flor.

“La Medicina surgió de manera innata y espontánea en mí, además siempre me gusto ayudar al prójimo”

La doctora María Perri trabaja actualmente en el CAPS 12 del Bario villa Flor de Posadas,  desde joven sonó más fuerte en su vida  el servicio y el amor al prójimo, encontró esta dos cosas  en la medicina y es así que hace 31 años que manera innata y espontánea día a día dedica horas de sus vidas atender aquellas personas que lo necesitan en el Caps de  Villa Flor.

Es médica generalista y coordina las actividades del centro de salud. También forma parte del equipo de Fortalecimiento en  Atención Primaria que trabaja en torno a la mortalidad infantil, donde está a cargo de la coordinación del grupo.

“El equipo es un articulación entre el Ministerio de Salud de la Provincia y de la Nación.
Trabajar en un Centro de Atención Primaria de la Salud  representa un desafío constante por que tanto los médicos, como los enfermeros se encuentran cotidianamente con situaciones diferentes donde comúnmente  se pone a prueba su experiencia, paciencia y amor a lo que hacen. Es un desafío, ya que permanentemente se presentan situaciones diferentes, y además me gusta realizar medicina preventiva y social, constantemente nos encontramos con  toda la problemática social, violencia de género, embarazo adolescente, la falta de compromiso de muchos pacientes con su enfermedad, como las enfermedades crónicas, diabetes, hipertensión, la falta de controles de los niños menores de 1 año, y de las embarazadas, donde se pueden evitar muchas enfermedades”, explicó María.

Perri como la llaman sus compañeros, destaca la evolución y el cambio del sistema sanitario local en las últimas décadas. “Recuerdo que hace 25 años cuando comencé a trabajar en la provincia, carecíamos de muchos recursos, humanos y económicos, como ser leche para entregar  a las familias, medicamentos, y ahora los caps están muy bien equipados con una muy buena estructura edilicia, ya que antes eran prácticamente todos de madera.

“Cuando empecé  en el año 1988, me destinaron a Garupá y ahí tenía que atender sola los CAPS de Garupá centro, Santa Inés, Ñu Pora, y Parada Leis. Ahí me llegaban embarazadas, niños, adultos, ancianos, todos los pacientes para mí, pero re lindo”, recordó sonriente Maria Perri.

“Hoy cada caps tiene varios médicos, en Parada Leis había una salita que atendíamos una vez por semana, y los pacientes llegaban en camión solo si no llovía por que tenían que cruzar un arroyo, ¡qué recuerdos!”, exclamó la doctora.

Después un pequeño viaje hacia los recuerdos y añoranza del camino recorrido enseñando  a las personas como cuidar su salud para tener una mejor calidad de vida, la doctora cuenta con una expresión de alegría en su rostro que lo mejor de su profesión es el reconocimiento del paciente y en esta larga trayectoria médica y de tantos lugares trabajados, que se acuerden de uno, con cariño y agradecimiento.

“Elegí este trabajo porque me gusta la promoción de la salud, la prevención, y la atención primaria, creo que no podría trabajar de otra cosa que de medica y como cualquier trabajo, y siendo mujer, uno es multifuncional”.

María está casada con Raúl Ozuna y tiene dos hijos Marcelo y Florencia que la acompañan y apoyan constantemente en su profesión.

 A sus colegas les dedica “un muy Feliz día a todos mis amigos y conocidos médicas y médicos y que pasen un satisfactorio día del médico sintiendo satisfacción por la labor realizada día a día.”

“La medicina es una profesión bella, desafiante y de gran responsabilidad”

La doctora Cecilia Fia manifestó que “trabajar en salud pública, podría decir que es una vocación de servicio, es dar y recibir, ver y sentir lo ajeno como propio. Allí nace el deseo de ayudar no solo a un individuo sino a una comunidad, atendiendo, enseñando y disfrutando los logros de cada uno. Es no estar solo, es saber que siempre se cuenta con un equipo de entrega generosa donde todos ponen su esfuerzo para seguir  para adelante”.

 Ella estudio en la Universidad Nacional de Córdoba y  hace 28 años que ejerce la medicina. Actualmente trabaja como medica generalista en  los CAPS de  San Isidro y del Barrio Cristo Rey de Posadas.

En cuanto a los desafíos en la medicina explicó que así como la ciencia avanza día a día las personas también deben hacerlo para mejorar su calidad de vida y su salud. “Es  insistir en la toma de conciencia de que todas las acciones de nuestra vida tienen su repercusión en el organismo. El cuerpo humano es casi perfecto, no lo debemos maltratar o  descuidar.  La medicina avanza continuamente en forma asombrosa, se abre un nuevo mundo desde la perspectiva de los genomas, ADN, células madres, cromosomas, vacunación y una nueva medicina. Es importante que el ser humano avance también,  reforzando los cuidados de vida saludable alimentación sana, ejercicio moderado, control del stress, de los  vicios y de un descanso suficiente, además de realizar los controles periódicos, chequeos y estudios según la edad tan bien estandarizados y no olvidar la vacunación completa tanto en niño como en adulto”

En sus palabras, su actuar y su tono de voz Fia devela la pasión y el esmero por lo que hace. Su parámetro en la medicina es el amor al prójimo, “para mi, la medicina es una profesión bella, desafiante y de gran responsabilidad  donde los sentimientos se ponen a prueba día a día con cada paciente. Una vez, una paciente de 75 años, me tomo las manos y me dijo, doctora:» usted es como nuestra mamá», me sorprendió , pero me hizo ver que el compromiso aun es mayor, es cuidarlos y ver que atrás de cada paciente hay un vida entera de emociones”.

Fia nos cuenta los desafíos que le propone el día a día, su labor con la gente y en el sistema sanitario. “Al trabajar con personas vulnerables la exigencia está en tomar en cuenta tanto la enfermedad como las situaciones que  con llevan a la misma como saber donde vive, que estudios tiene, cual es su alimentación, cual es su condición laboral, entre otras, que de una forma u otra repercuten en la salud, y hay que  trabajar sobre ellas”.

En una zona de huertas granjas y olerías que  abarca una población de 510 familias y donde por  diferentes razones las personas tienen diferentes necesidades han logrado formar un equipo de profesionales que acercan respuestas sanitarias a las personas que por la distancia o situaciones económicas no pueden trasladarse hasta centros de salud más complejos

“Formamos un equipo de salud cuya característica principal es estar siempre dispuesto a solucionar lo que trae el día, se realizan además de la atención médica, control de niños sanos, embarazadas y adultos, vacunación, promoción, atención de urgencias y  domiciliaria. Visitas con asistencia social según lo requieran y contamos también con el aporte de laboratorio, ecografía y PAP móvil que una vez al mes se acercan para realizar los estudios correspondientes. Es estar al tanto de las necesidades del lugar, todo esto sería imposible si no se contara con un equipo de salud que acompaña, dando todo de si, trabajando a la par para el bienestar de todos” 

Su satisfacción es la tarea cumplida del día a día. Anécdotas miles, “porque cada día se cierra la puerta y vivimos un instante la vida de cada persona, reímos, sufrimos, compartimos, nos sorprendemos, todo en un mismo día, dado que somos sus confidentes, sus asesores, su lugar para descargar, llorar o compartir alegrías, somos los que damos la bienvenida o consolamos, decimos está todo bien, o les tomamos las manos cuando las cosas se complican, somos los que nos asustamos, nos preocupamos, insistimos, controlamos, y decimos muchas veces cuídese. Somos los que queremos que estén bien porque sabemos que pueden estar mal y queremos estar ahí para ayudarlos”.

En cuanto a la relación de su familia y la profesión nos contó: “Uno es médico todo el tiempo, ya sea porque se quedó pensando, sintiendo, programando,  estudiando o actualizándose. Mi familia es mi vida, es lo más importante que tengo, es lo que más amo; le doy las gracias a mis padres por ser como son y transmitirme los valores que tengo, mi esposo por aguantarme y fortalecer mi carácter, mis hijas por ser mi vida, mis nietos por ser mi luz, gracias”.

Por último deseo un Feliz Día a todos sus colegas, “que siempre los guíe el amor al prójimo”.

Porque se celebra el Día del Médico

En la Argentina, festejamos el Día del Médico desde hace 57 años. Fue una iniciativa del Colegio Médico de Córdoba, avalada por la Confederación Médica Argentina, y oficializada por decreto del gobierno nacional, en 1956.

¿Por qué se eligió el 3 de diciembre? Porque ese día nació Carlos Finlay, el médico cubano que demostró el modo de transmisión de la fiebre amarilla -a través de un mosquito-, un hallazgo de trascendencia mundial que evitó miles de muertes en América latina.

La fiebre amarilla fue estudiada clínicamente durante centurias. Pero los estudios de Finlay, que comenzó a ocuparse de la enfermedad en 1865, resultaron determinantes. En 1881, ante la Academia de Ciencias de La Habana, presentó su trabajo fundamental: «El mosquito hipotéticamente considerado como agente transmisor de la fiebre amarilla», en el que describía los detalles, las características y los hábitos del mosquito y anunciaba la trascendente experiencia del contagio en personas: «Cinco casos en los cuales, por una sola picadura de mosquito, se reprodujo la enfermedad», decía.

Tras la lectura de Finlay hubo silencio total en el auditorio, y los académicos se retiraron uno a uno. Y hubo que esperar 19 años para que la IV Comisión Americana para el Estudio de la Fiebre Amarilla (integrada por Reed, Carroll, Agramonte y Lazear) se dispusiera a comprobar si la teoría de Finlay era cierta.. En 1901, la comisión confirmó y amplió las ideas de Finaly, que dieron las bases para la prevención por medio de la lucha contra los mosquitos, dejando atrás la idea de que el mal se transmitía por la ropa o por los objetos que hubieran estado en contacto con los enfermos.

 

 

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