Papa Francisco, «el austero»: aseguran que el vestuario papal sale 50 mil euros

Por Francisco, la «moda vaticana» se está volviendo más austera. Según informa un diario francés, «un papa que busque jactarse por su elegancia, necesita 50 mil euros para su vestuario».

El estilo austero y sencillo impuesto por el papa Francisco desde el momento de su entronización podrían derivar en fuertes cambios en los que se da en llamar «moda vaticana», cuyos diseños giran en torno a la prestigiosa y centenaria sastrería Gammarelli.

 De hecho, en su primera aparición pública el pasado 13 de marzo, Jorge Mario Bergoglio, estuvo vestido con uno de los diseños más sobrios de la sastrería.

 Ese día, Francisco lució una larga sotana blanca de lana, un cinturón de seda cubierto por 33 botones cocidos a mano (el número evoca a la edad de Cristo al morir) y sobre su cabeza un simple solideo de seda en lugar de la mitra dorada.

 Sin embargo, Bergoglio desechó la cruz pectoral de oro, la moceta de armiño roja y los tradicionales zapatos rojos que la casa Gammarelli había preparado con anterioridad para el nuevo Pontífice.

 El diario político religioso del Vaticano, l’Osservatore Romano, sostuvo esta semana que la elección del nuevo Papa «desilusionó» a los responsables de la casa Giammarelli, proveedor oficial del Vaticano desde 1798,, ocho años después de su fundación.

 Cercana al imponente Panteón, en el final de la estrecha Via di Santa Chiara, la célebre «Sartoria per ecclesiastici’ es atendida por tres generaciones de Gammarelli.

 «Durante más de dos siglos hemos vestido a todos los papas, pero cada nuevo papa conlleva cambios», confió Franco Gammarelli, evitando ahondar en explicaciones en torno a los cambios generados a partir de la llegada de Francisco.

 «Cada una de nuestras prendas están hechas completamente a mano, con las mismas técnicas de los comienzos que han sido transmitidas de generación en generación», remarcó Franco Gammarelli, quien rechazó continuar el diálogo al aducir que «el silencio» entre los costureros «continúa siendo una regla tan estricta como para los cardenales que forman parte del cónclave». 

 

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