Tráfico y contrabando en la frontera

Según un informe publicado por el diario Clarín, el fenómeno de las bandas que operan en el Mercosur preocupa a los gobiernos provinciales. Los delincuentes cruzan las fronteras según sus necesidades. Y no sólo se dedican al tráfico de autos robados. También mueven contrabando, drogas y secuestrados. El error fue casi de principiantes, y no fue él quien lo cometió. Habían robado una lujosa camioneta Toyota Runner a una concejala del Partido Colorado y, para evitar que la ubicaran con el rastreador satelital, la habían metido en un sótano recubierto de hormigón. Pero aquel día un chofer de la banda, sin avisarle, la sacó de allí para cambiarla de aguantadero. Así, como un escolta de lujo, guió a toda la Policía paraguaya hasta la mansión del barrio asunceño de Luque donde todos se escondían.

Darío Palacios Vázquez (38) fue detenido así el 25 de agosto de 2004, imputado por ése y otros 500 robos de camionetas. Su negocio era el tráfico de autos entre Argentina, Paraguay y Bolivia. Algunas veces cobrando en efectivo, otras con cocaína. Había estado preso en nuestro país pero había huido del penal, para seguir siendo uno de los referentes de un fenómeno que preocupa: el de los delincuentes de exportación del Mercosur.

No tienen ya una ciudad como límite para sus actividades, ni siquiera sus propios países. Se mueven de uno a otro lado de la frontera según oportunidades y conveniencias. «Al cruzar de su nación hacia otra, pierden su identidad criminal», explican en la Dirección de Policía de Seguridad y Judicial de Gendarmería.

Al ser detenido, Palacios Vázquez estaba con un sicario, Herminio Prieto. A su vez, este sería hombre del narco Líder Cabral, acusado de inundar Uruguay con marihuana. Su mano derecha es Eireneu «Pingo» Soligo y encarna una nueva raza: los brasiguayos, delincuentes que viven con un pie en Paraguay y otro en Brasil.

«El Mercosur y la globalización aumentaron el flujo de personas y bienes. Al mismo ritmo, los delitos se hicieron transnacionales», dicen en Gendarmería. «Los delitos clásicos que empiezan en un Estado y terminan en otro son contrabando y narcotráfico. Pero el abanico se amplió».

Lo primero que descubrieron las bandas fue que por las mismas rutas y con los mismos medios con los que movían contrabando podían pasar autos y drogas por las fronteras. Ahora asumieron que también pueden mover personas y así se abrió la puerta al secuestro internacional.

Rodolfo «El Ruso» Lorhman, jefe de la llamada «Banda de los Tres Países», es un referente. Sus antecedentes más antiguos hablan de contrabando; los nuevos, de secuestros. Aquí se lo vincula al caso del estudiante correntino Cristian Schaerer, mientras que del otro lado de la frontera se lo acusa por el de la hija del ex presidente paraguayo Raúl Cubas.

El problema, aunque todavía incipiente, ya preocupa a los gobiernos de la región. A partir del 27 de abril, se hará en Asunción la primera mesa de especialistas en secuestros del Mercosur. En el marco de la reunión de ministros del Interior del bloque, irán jefes policiales de los Estados parte y los asociados. El objetivo: tener una coordinación y coope ración policial antisecuestros.

«Hay fuertes indicios de la interacción y desplazamiento de bandas de secuestradores. Los cabecillas arman nuevos grupos del otro lado de la frontera», señalan en Gendarmería. «Usan saberes ya adquiridos, como la triangulación telefónica y la organización en células. Y van a lugares donde es más fácil comprar voluntades y donde faltan medios policiales y técnicos para combatirlos».

Hace poco más de un año cayeron los cabecillas de una banda que cometió cinco secuestros en Paraguay y cobró 5.000.000 de dólares. Eran una mujer paraguaya de 32 años y un patovica argentino, imputados por casos como el de César Cabral —dueño de Tabacalera del Este— o el de Gustavo Baleatti. Los buscaban en ese país, pero los arrestaron en General Conesa (Buenos Aires), en plena reorganización.

El operativo fue conjunto, algo que los gobiernos del Mercosur esperan aceitar a partir del encuentro en Asunción. La cooperación ya existe para casos de contrabando, narcotráfico, robos de autos y piratería del asfalto. Y la idea es que esto se intensifique, cuando se lance el SISME.

La sigla significa Sistema de Seguridad del Mercosur y es una red informática en la que participarán Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, más Bolivia y Chile. En cada país habrá un nodo en el que se podrá consultar todo tipo de datos sobre criminales, modalidades delictivas, estadísticas, órdenes de captura, secuestros de autos y armas, entre otras cosas.

«El tema es que la frontera es permeable. Y ahora sabemos que el que roba en Posadas cruza y hace lo mismo en Encarnación (Paraguay)», señalan en Prefectura. Cifras aportadas por Cancillería para esta nota avalan esto: el 30 por ciento de los 1.500 argentinos presos en el extranjero está en países limítrofes.

El informe anual de Procuración Penitenciaria dice, a su vez, que en la Argentina el 15 por ciento de los presos es extranjero. Peruanos, uruguayos y paraguayos encabezan la lista. «En Misiones y Resistencia hay gran cantidad de brasileños y paraguayos, por drogas y robos. En Neuquén y Rawson hay mayoría de chilenos, por robos y homicidios», dice Raquel Gas, del Departamento Extranjeros de la Procuración.

Darío Palacios Vázquez, el hombre que cayó por la camioneta, hoy ya no entra en las estadísticas carcelarias. Luego de avisarle al fiscal paraguayo Rafael Fernández que escaparía para vengarse de quienes lo detuvieron, el 6 de febrero cumplió: huyó del mal llamado «penal de máxima seguridad de Emboscada» sin forzar puertas. Lo mismo que había hecho en Argentina. (Clarín).

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