Milagro eucarístico en Buenos Aires: una hostia se convirtió en carne humana

El asombroso suceso conocido como el Milagro de la Hostia Sangrante en Buenos Aires, una historia que se remonta a 1992, sigue fascinando a creyentes y escépticos por igual. El Padre Eduardo Pérez del Lago, de apenas treinta años, estaba recién ordenado como sacerdote cuando aquel 1° de mayo se encontraba en la parroquia Santa María, ubicada en el barrio porteño de Almagro, y presenció un evento extraordinario.

Todo comenzó de manera sutil, con el descubrimiento de dos pequeños fragmentos de hostia en el corporal, durante la rutina de guardar las hostias en el Sagrario. El intento de diluir estos fragmentos en agua reveló un fenómeno desconcertante: la hostia parecía haber sufrido una especie de explosión, dejando rastros de lo que parecía ser carne y sangre en el recipiente.

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El desconcierto inicial llevó a los sacerdotes a buscar ayuda y orientación en el arzobispado, manteniendo en secreto el suceso como les fue indicado. Pero pronto, la noticia se propagó, especialmente después de nuevos eventos similares en años posteriores: una gota de sangre en 1994 y el descubrimiento de una hostia escondida en un crucifijo en 1996, seguido por otro milagro.

La ciencia entró en escena en 1999, cuando bajo la autorización del entonces arzobispo Jorge Mario Bergoglio, se realizaron análisis forenses en laboratorios de Estados Unidos. Los resultados fueron sorprendentes: los fragmentos de hostia contenían componentes sanguíneos, ADN humano y sustancias asociadas con la piel herida, así como glóbulos blancos, indicativos de vida.

El debate entre fe y ciencia se avivó, con algunos abogando por más análisis y otros, como el Cardenal Bergoglio, manteniendo una postura de respeto hacia la fe. A pesar de las explicaciones científicas, el misterio perdura, alimentando la devoción en la Parroquia Santa María, donde mensualmente se comparte esta notable historia de lo que algunos consideran un verdadero milagro eucarístico.

hostia se convirtió en carne
El padre Pérez del Lago exhibió el relicario que contiene la hostia que se convirtió en carne

En la historia de los milagros eucarísticos, uno de los más antiguos y prominentes es el Milagro de Lanciano, que tuvo lugar en Italia durante el siglo VIII. La narrativa gira en torno a un monje atormentado por dudas sobre la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Durante la consagración de la misa, presenció algo extraordinario: el pan y el vino se transformaron literalmente en carne y sangre.

Este milagro se materializó en cinco glóbulos irregulares de carne y sangre, cada uno con su propio tamaño y forma distintivos, que pesaban colectivamente 15,18 gramos. La carne, de tono café oscuro y textura fibrosa, adquiría un matiz rosado cuando se iluminaba desde atrás. Estas características, más allá de su aspecto sobrenatural, fueron sometidas a escrutinio científico en 1971.

El análisis confirmó que la carne era en realidad tejido cardíaco humano, mientras que la sangre correspondía al tipo AB, el mismo tipo que se encuentra en la Sábana Santa. Este descubrimiento añadió un nuevo nivel de asombro y devoción a la historia del Milagro de Lanciano.

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Desde entonces, la custodia que contiene estos elementos milagrosos fue venerada y resguardada en un tabernáculo de mármol dentro de la Iglesia de San Francisco en Lanciano, donde los fieles pueden contemplarlos hasta el día de hoy, recordando este evento que perdura a lo largo de los siglos como un testimonio de la fe y la maravilla.


Fuente: Infobae.

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