Candelaria, la antigua capital festeja 378 años de vida

Desde mañana se realizarán varias actividades para celebrar el aniversario de la creación de ciudad. Desde la Municipalidad intentan rescatar el valor histórico de la ciudad que albergó a los jesuitas, Manuel Belgrano, a José Artigas y a Andresito, entre otros. Realizarán una procesión de candelas que partirá desde las reducciones y finalizará en la iglesia. También habrá una muestra plástica en la que expondrá Tito Busse.

Historia viviente. Muchas de las casas de Candelaria fueron construidas con piedras de las reducciones.	Vestigios. Las ruinas son testigos de la antigua capital, detrás el penal.	Edificios.La despensa conserva la fachada de principios del  siglo XX.

Historia viviente. Muchas de las casas de Candelaria fueron construidas con piedras de las reducciones. Vestigios. Las ruinas son testigos de la antigua capital, detrás el penal. Edificios.La despensa conserva la fachada de principios del siglo XX.

[su_note note_color=»#cdcdcd»]En 1665 los jesuitas radicaron la capital de sus 30 pueblos en lo que es hoy Candelaria[/su_note]Candelaria esconde a cada paso un pedazo de la historia local y hasta nacional: acunó a la capital de los pueblos jesuíticos de la zona, su tierra vio pasar a Andresito Guacurarí, a Manuel Belgrano y José Gervasio Artigas, además allá por 1810 la ciudad fue testigo de la adhesión de sus pobladores a la junta provisional gubernativa.
A 378 años de su creación, el pueblo de Candelaria quiere revalorizar su historia y contarla al resto de los misioneros. Por eso, para este aniversario, desde la Municipalidad se organizó una serie de festejos que comenzarán mañana y se extenderán hasta el fin de semana.
«Candelaria atrapa porque tiene su mística», dicen los vecinos. «Uno se enamora de este lugar», confirman. Y es cierto. La tranquilidad pueblerina, con siestas silenciosas atrapan. A eso se suma el río y el verde de una zona en la que el avance de la civilización se da lentamente. En el pueblo aún se conservan más de cien casas que fueron levantadas a principios del siglo pasado, en los alrededores de los restos de las reducciones jesuíticas.

De su historia

En abril de 1620 partió Roque González de Santa Cruz de la Concepción junto a Nicolás Ñenguirú que era cacique de ese pueblo y además capitán general de todas las misiones uruguayenses.
En la confluencia del Uruguay con el Ibicuy, buscó la orilla y se internó en el monte hasta hallar la aldea del cacique Tabacán. A poco levantó el pueblo y diez años más tarde lo puso bajo la advocación de la Candelaria al erigirlo el 2 de febrero, con el apoyo del padre Pedro Romero sobre el Caazapaminí, en cercanías de la que sería luego reducción de San Luis Gonzaga.
Nuestra Señora de la Candelaria fue azotada por una epidemia en 1634 y tres años más tarde por las bandeiras paulistas. Por ello cruzó el Uruguay y luego el Paraná para ubicarse en el área del actual Campichuelo (Paraguay), asentándose después a una legua de la desembocadura del Garupá y ya en 1665, a la vista del Paraná, donde se convirtió en capital y residencia de las autoridades de los 30 pueblos misioneros.
Durante el denominado período hispánico, alternó con Yapeyú el título de capital de los pueblos misioneros. Tenientes de gobernadores y gobernadores interinos fueron delineando desde su seno, una historia política con diversos altibajos.
Recordemos que Andresito la recuperó en 1815 y que mucho más tarde Misiones obtuvo su autonomía provincial merced a que un grupo de valientes candelarienses dotados de conciencia cívica, lucharon denodadamente por alcanzar ese anhelo.

Crecimiento

El actual intendente Antonio Vidal González es nacido y criado en Candelaria, por esas cosas de la vida y del deporte vivió en otras ciudades, pero luego volvió para ser intendente desde hace poco más de un año.
El balance del jefe comunal es «positivo», aunque reconoce que en la localidad hay muchas cosas por hacer. «Estamos apostando al crecimiento del pueblo, que estaba un poco quedado y de aquí en más lo único que nos queda es trabajar para mejorar a Candelaria», indicó.
«Dimos impulso al mejoramiento de las calles. Incluso construimos una bicisenda. También estamos trabajando bien en la cuestión de acción social, tenemos cinco comedores y cuatro merenderos», contó el jefe comunal.
Candelaria tiene unos 15 mil habitantes, de los cuales poco menos de la mitad son nativos del lugar. El resto de los pobladores arribó a la ciudad a raíz de la proliferación de barrios construidos por el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional. «Hay muchos que duermen y viven por aquí pero trabaja en Posadas», contó el intendente.
La mayoría de los habitantes de Candelaria trabaja en la Municipalidad, en el Servicio Penitenciario o en los aserraderos de la zona.
El tema del desarrollo turístico es otra de las preocupaciones de la actual gestión municipal. «Una de nuestras vedettes son las reducciones, pero están bajo la custodia del Servicio Penitenciario», relató la secretaria de cultura local, Estela Cabrera.
En el pueblo hay cuatro escuelas primarias, una secundaria y una escuela para adultos.

Un pueblo con mística

Sentado bajo la sombra de un frondoso chapeu, Ediberto Daniel Cabrera cuenta de su amor por Candelaria. «Todavía tengo en mi documento la dirección de la casa de mis padres», contó orgulloso Cabrera.
El vecino es uno de los tantos candelarienses que expresa la necesidad de rescatar la importancia histórica del pueblo. Muchos de sus habitantes aún mantienen intactas las fachadas de las casas que tienen más de cien años, sólo para no dejar morir la trascendencia histórica del sitio.
En Candelaria hay trozos de historia regados por todas partes. En la avenida principal se ubica el sarandí en el que Manuel Belgrano descansó a su paso por el pueblo. Y en cada casa, los restos pétreos de las reducciones sirvieron de base para su edificación.

El legado jesuita

Custodiada por la Colonia Penal, prevalecen en Candelaria los restos de las reducciones jesuíticas que datan de 1665.
«Es mucho lo que se puede decir del período jesuítico-guaraní transcurrido en el pueblo de Candelaria, y es muy poco lo que nos queda de su imponente edificación; comparando con otros pueblos misionales», relató Rodolfo Roetti, director Investigador del Centro de Investigaciones Etnohistóricas de Misiones.
Por su parte, la licenciada Graciela Cambas contó «que el diseño del trazado urbano ofrecido por el padre José M. Peramás, es seguramente la más fiel impresión del tiempo de esplendor de la reducción». El jesuita señala la gran plaza del pueblo con cuatro cruces en sus ángulos y una columna central coronada por la imagen de la Virgen. Frente a la plaza, la iglesia con su atrio y escalinata al frente y su techo a dos aguas. Del lado derecho, el cementerio con un oratorio central y una arboleda de frutales al fondo. A poca distancia el cotiguazú o casa de recogidas. A la derecha de la iglesia, el colegio y en un segundo patio con galerías, las oficinas y talleres. «El documento en general informa sobre un sistema constructivo de abundante madera y muros de piedra labrada y bien encuadrada, que no sólo caracterizó a esta reducción sino también a las de Santa María y San Miguel», indicó.
En los restos de las reducciones aún se nota la impronta de las escaleras y las vigas que sostenían al segundo piso de las construcciones.
El inventario de Candelaria correspondiente a 1768, da cuenta que al momento del extrañamiento de los jesuitas se preservaban en el área del colegio un anillo solar grande con su aguja y nivel, un anteojo o tubo y tres globos de madera, que serían restos del observatorio astronómico construido por el jesuita santafesino Buenaventura Suárez en San Cosme.
¿Porqué se hallaban esos instrumentos en Candelaria?, se preguntó Cambas. «Ambas reducciones se habían fusionado entre 1665 y 1718 y la última permaneció hasta 1740 en un sitio próximo al arroyo San Juan, en el actual departamento Candelaria. Todo deja pensar que la capital misionera era reservorio de tan peculiar producción de ciencia y tecnología, la misma que originariamente había producido el observatorio Suárez en San Cosme. Pero la verdad es que Suárez había desarrollado su actividad científica hasta 1750, año en que falleció, en Santa María La Mayor. Y es la capital de los pueblos la que atesoraba ese patrimonio. Incluso cuando arribó Félix de Azara en 1784 a Candelaria, después de hallar en una galería del colegio, algunos retratos de los representantes de la Orden y relevar los numerosos volúmenes con que contaba la biblioteca, corroboró la existencia de instrumental propio de un observatorio», relató.
«Lo hallado en Candelaria podría pertenecer a una segunda etapa exitosa de sus trabajos en favor de la ciencia, ya que el conocimiento de aquella publicación, movió a la Orden a que Suárez obtuviese aparatos más acordes con las técnicas propias de la época», añadió.
Las reducciones guardan aún muchos secretos, ya que el terreno en el que se encuentran actualmente está plagado de túmulos y se cree que allí abajo se esconden aún importantes vestigios de la antigua Capital de los 30 pueblos de los guaraníes.

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