Habló una víctima del «chacal ilustre» de Entre Ríos: «Es un perverso»

Martín Daneri es abogado y destacado ajedrecista, pero a los 55 años no puede olvidar lo que le ocurrió cuando tenía 15. Es uno de los denunciantes que llevó a la Justicia a Gustavo Rivas, hasta hace poco «ilustre ciudadano» de Gualeguaychú.

En el programa que el periodista Daniel Enz tiene en la televisión de la ciudad entrerriana, Daneri recordó sus años de adolescencia y su relación con Rivas, que aún está en libertad.

«Eramos un grupo de chicos muy amigos, que jugaba al voley y al basquet en el club Neptunia, cuando Rivas era el presidente, en 1977. El se acercaba a nosotros y nos invitaba al auto a escuchar cassettes. Un fin de semana, nos llevó a un bulín que tenía por la zona de la calle Colombo al fondo. Eramos 7 u 8 chicos. Lo tenía todo acondicionado con luces de colores, espejo al costado de la cama», describe Daneri.

«Nos pasaba películas porno en 8 mm, nos hacía excitar y nos filmaba cuando nos masturbábamos, hasta la eyaculación. Nos medía el miembro erecto, se desnudaba y se tiraba en la cama. Hacía chistes. Tenía 32 años y nosotros éramos chicos, lo tomábamos como una travesura. Otra vez, nos mostró esa grabación en la casa de su madre», continúa.

Rivas tenía una relación estrecha con el padre de Daneri, uno de los socios fundadores del club que presidía. Por eso, cree, no fue uno de los elegidos que separaba del grupo para ir más allá de la masturbación grupal. “Fue nuestra iniciación sexual, nadie había tenido relaciones antes. El hacía un análisis de cada grupo e identificaba a los que iba a separar y llevar a su habitación».

«Nos pagó el debut con una prostituta con la recaudación de un baile en el club. Él no vino. Más allá de eso, nosotros que éramos de clase media no necesitábamos plata, pero con el tiempo amplió el espectro a chicos de sectores más necesitados», sostiene.

Daneri se convirtió en adulto y construyó una carrera como ajedrecista, que lo llevó a viajar frecuentemente en el país y al exterior. Tal vez la distancia contribuyó a paliar el trauma que lo acompaña hasta hoy.

«Yo no di nombres de mis compañeros públicamente, pero sí en la declaración judicial. Nosotros somos víctimas, el es un perverso. Enfermo, pero imputable, porque podía elegir. Es muy inteligente, muy memorioso», apunta. Rivas afectó con su accionar a muchas generaciones de la ciudad: «Me lo encontré muchas veces en tribunales, porque tenemos la misma profesión. Pero entre los afectados hay personas de todas las profesiones».

La familia de Daneri está devastada por su revelación. «Mis hermanos, todos mayores, se sienten culpables porque yo, el menor, sufrí y ellos no sabían nada. Todos pensamos que le podía pasar a un hijo, un sobrino», concluye.

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