Huyó de un golpeador y vive con miedo en Oberá

El horror de la violencia de género en primera persona. Vanesa Simon se atrevió a contar como fueron los dos años y medio que vivió en pareja, sufriendo todo tipo de violencia. Ahora en su ciudad natal pide tranquilidad y no volver a ver a quien le infligió tantos golpes, dolores y humillaciones.

Vanesa Simon de solo 25 años ha sufrido mucho los últimos dos años. Cuando conoció a Carlos Leonel «Leo» Guasconi, en el Parque de Diversiones VanileoPark. Ella creyó que encontró al amor de su vida, dos años y medio después logró huir de una violenta relación que la dejó con marcas en todo el cuerpo. Ahora de nuevo en su Oberá natal acepto hablar de su historia para poder dar un cierre y recomenzar su vida junto a sus dos hijos y a su familia.

Vanesa nos ha contado en primera persona su historia de maltrato, el primer manotazo, los celos de su expareja, su sentimientos, sus pensamientos, las situaciones tan violentos que vivió al lado de su agresor… hasta que recibió su última agresión. Hace menos de un mes, Leo la golpeo en público y por la intervención de dos extraños pudo salir del círculo vicioso de violencia y humillación que la tuvo “encarcelada en un parque de diversiones”.

Vanesa tenía 23 años y dos hijos fruto de otra relación anterior, conoció a Leo cuando el parque de diversiones donde trabaja llegó a Oberá. Ella fue con sus hijos a divertirse y allí lo conoció. Al cabo de muy poco tiempo comenzaron su relación.

Para ella era casi un sueño lo que estaba viviendo y rápidamente se enamoró de Leo, lo describió como “una persona encantadora”. A los pocos días ya estaban de novios, cuando el parque se mudo de ciudad y se instaló en Posadas, ella decidió irse con él.

Recordó que al principio “era todo perfecto, hasta el primer viaje que hicimos juntos a Buenos Aires con el padre y el tío de él. Que entramos a un lugar donde vendían inflables, según él le había mirado al vendedor de inflables con cara de fresca, él me golpeo así (muestra como le golpeó con la mano abierta por la boca) y me hizo sangrar la boca».

Ella recordó que «fue la primera vez que un hombre me golpeó, no sabía que hacer, salimos afuera y él empezó a llorar y a pedir perdón diciendo que no me quería perder, que se sobresaltó, que no era así, que no era un golpeador. Yo lo dejé pasar, de ahí no teníamos problemas, yo podía usar mi celular, tenía Whatsapp, Facebook tenía todo».

Comentó que todo cambió cuando viajaron con el parque a Corrientes Capital, allí comenzaron los celos de él. «Me celaba de los hombres que trabajaban en el parque, él hacía la publicidad del parque y cuando recorríamos la ciudad yo iba al lado de él en la camioneta, lo más normal es ir mirando, yo no conocía Corrientes e iba mirando, él me decía que yo iba mirando hombres y me pellizcaba».

Allí comenzaron sus tormentos, el comenzó a prohibirle hablar con los hombres cuando él no estaba con ella. «Cuando llegamos a Bella Vista quedó loco, me encerraba en la casilla, que no salga cuando estaban armando el parque. Justo un día vino un hombre a conectar el cable al parque y lo más normal si una persona me saluda es que yo le diga hola. Ahí el me dijo que como le iba a hablar a un hombre cuando él no estaba conmigo, ahí fue cuando me pegó fuerte la primera vez. Ahí me volví a Oberá y estuve separada de él durante un mes».

Relató que apenas llegó a Misiones, él la llamaba todos los días, le escribía diciéndole que la extrañaba y que quería volver a estar con ella. La manipulo de tal forma que ella accedió “lo perdone, porque le perdone fue así y volví con él”.

Cuando él fue a buscarla a Oberá en una reunión con los amigos de ella, intentó que todos los amigos de Vanesa se peleen. La excusa que le dio es que como siempre vivió en un parque como nómade, no tenía amigos con quienes compartir y le envidiaba eso “yo sentí lastima por él” dijo Vanesa.

Cuando volvió a viajar con él, regresaron los tormentos, relató como en Goya, Corrientes se pelearon porque ella no quería que fuese al casino a apostar. “Le saque la billetera porque el gastaba todo en el casino y él me pego en la calle, como me vio llorando él se calmó y comenzó a pedirme perdón”.

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Vanesa y Leo

Ni cuando lo tuvo que cuidar en el hospital cuando él se internó por el apéndice “tenía que mirar al piso cuando venía el doctor, porque si no le estaba mirando al hombre”. Sin embargo ella trató de insistir en la relación y siguieron juntos.

A pesar de las continuas golpizas en febrero de este año se casaron en Oberá. “Cuando fui a comprar mi vestido de novia para casarme me entero que le mandaba mensajes a mi amiga para estar con ella”, esa noche me volvió a pegar.

“Se fue a su casa y así como siempre me volvió a llamar y me decía Vane nos vamos a casar, podemos usar el casamiento para comenzar todo de nuevo porque yo te amo y volví con él” dijo ella con un dejo de tristeza en su cara, como resignada por la forma en que el la manipulaba.

Recordó que “Leo es un hombre educado, le compra a todos, porque a la vista es educado te atiende, nadie va a pensar que es una persona violenta”.

Con lagrimas recordó el día de su boda diciendo “cuando entrabamos al registro, íbamos de la mano y miro así adonde estaban las oficinas para ver si venía la Jueza que nos iba a casar y él me aprieta el brazo diciéndome ni antes de casarnos dejas de ser tan p… que miras a los hombres de ahí atrás”.

Aún a pesar de esto se casaron y se fue a vivir con él a las barracas del parque de diversiones. A los dos días de casados volvió a golpearla.

Ella relata de forma aterradora las formas en que él la manipulaba y la golpeaba, para luego ponerse en el rol de víctima y hacerla sentir culpable a ella de las palizas. Una manipulación que durante muchos meses y en ciudades distintas la fue llenando de marcas en todo el cuerpo.

Frases llenas de dolor como “me pegaba, me asfixiaba con una almohada hasta que temblaba, me tiraba agua para que reaccione y seguía golpeándome” hacer ver el cuadro enfermizo en que vivió Vanesa.

Los padres de Leo, dueños del parque de diversiones, sabían de las golpizas al igual que los trabajadores, pero nadie nunca se animo a meterse en “esa relación de pareja”.

Además de encerrarla le quito el celular y si quería llamar a su familia, el estaba a su lado y le decía “mejor que hables bien eh”. Cuando visitaban Oberá el no se despegaba de ella para que hable con los demás.

Intentaron vivir juntos en Oberá, pero ella contó “el me obligaba a estar encerrada, con las cortinas cerradas para que no mire los machos”. Incluso contó que Leo llegó a celar de “mi primo de 18 años que vino a ver para mudarse a Oberá”.

En una de las tantas golpizas en su casa de Oberá los vecinos escucharon como la golpeaba y llamaron a la policía, por eso él huye y los vecinos la llevan a Vanesa a la comisaria de la Mujer para que haga la denuncia que derivó en una exclusión de hogar.

Recordó que “paso un tiempo y volví a estar con él, porque me decía que íbamos a estar mejor, que no iba a volver a pasar”. Recordó que “volvimos a Ituzaingó y ahí fue peor, yo atendía un juego de barraca (en el parque) pero no quería que le mire a los clientes”. Recordó que tenía que atender de espaldas, ni para cobrar podía mirarle a la gente.

“Por mirarle de costado a un cliente me pego y me rompió la nariz. Me trajo un balde de agua y me dijo que me arregle porque íbamos a cenar con los padres a los chinos. Allí me celo de su sobrino de 11 años, que según el yo esperaba que crezca para estar con él” recordó al borde de las lagrimas.

Los últimos meses no le dejaba ver la televisión, revistas, el teléfono celular, porque ella miraba hombres. “No podía mirar novelas, no podía tener Facebook, no podía hablar con mis amigas, ni con mi madre, porque el le decía que yo era una mujer casada y ya era grande. Me encerraba en el tráiler y no me dejaba tener abierta las ventanas porque iba a mirar hombres”.

Los primeros días de diciembre ellos estaban cenando en un bar en Goya, Corrientes y él la acuso de ver al mozo que los atendía. Salieron afuera “me dijo ahora vas a ver lo que te espera en la casilla, yo ya no quería que me pegue más, no quería subir a la camioneta, yo vi que había dos hombres cerca y comencé a gritar, me metió en la camioneta y tiré los papeles del auto para hacer tiempo que los hombres lleguen, cuando él los ve me tira del auto y se va”.

Contó que los hombres la llevaron a la comisaría de Goya para que haga la denuncia, la llevaron al médico para hacer las pericias. De ahí fue con la policía al parque a buscar sus cosas para volverse a Oberá con sus hijos y su familia.

Recordó que cuando llegó con la policía él la esperaba frente al tráiler como si nada y le decía “yo creía que venias a hablar conmigo para arreglar las cosas, no podemos tirar tres años de relación por esto, quédate”.

Ahora ella en su casa, con su familia y sus amigos busca recomenzar su vida. Pide tranquilidad y no volver a verlo a Leo. “No hace un mes que nos separamos y el habla de cosas de mí, publicó un video donde yo le decía que lo iba a matar cuando dormía. Es feo que diga eso pero sus padres le decían eso, y esa charla paso un día en la barraca cuando él se reía y me decía así que vos me vas a matar cuando este dormido, yo le decía enojada que sí”.

“Pero todas nuestras charlas eran así, él me decía que me iba a matar y me iba a meter en mástil de la calesita, te voy a matar y te voy a meter en un pozo con cal y nadie te va a encontrar. Nuestras charlas eran así” relato.

Lo único que pide Vanesa es tranquilidad para volver a comenzar su vida.

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Vanesa hoy en su hogar con su madre y una amiga

Algunas marcas que fue dejandole Leo a Vanesa durante su relación:

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