Andresito: una política de Estado

Uno de los mayores logros simbólicos de esta década de gobiernos nacionales y populares en el país y la provincia, es el retorno del concepto de “Política de Estado” como un ideal necesario para el desarrollo de acciones públicas de largo plazo. Aspectos como la política de Memoria, Verdad y Justicia, la ampliación de derechos sociales para niños y jubilados, el apoyo a la ciencia y la tecnología y el sostenimiento del mercado interno como fundamento del aparato productivo, son solo algunas de las políticas de Estado sobre las que los argentinos tenemos un amplio y generalizado consenso.
En Misiones también se han implementado políticas de este tipo que perduraron durante estos años y que deben continuar en las próximas administraciones. Una de esas políticas es la reivindicación histórica de nuestro prócer provincial Andrés Guacurarí y Artigas, cuyos resultados se observan a diario.
Andresito de Enrique (KIKE) Yorg Andresito libertario
La semana pasada el poder Ejecutivo de la República Oriental del Uruguay anunció el envío de un proyecto de ley para declarar general post mortem del ejército de aquel país a nuestro Andresito. Es un justo homenaje de la tierra de la que surgió José Artigas, el líder revolucionario a cuyas ideas de radicalización social adhirieron los guaraníes al comando de Andresito, hijo adoptivo del jefe oriental.
De esta forma, Guacurarí se convertirá en general de dos ejércitos de la Patria Grande, además de ser prócer misionero y héroe nacional en la Argentina. Todos estos reconocimientos son exclusivo mérito de él y de lo que él representó en el pasado: el pueblo guaraní alzado en armas.
A ese mérito indiscutible se sumó, en los últimos años, una política de Estado desplegada por el gobierno provincial y, en especial, por el presidente de la Cámara, Carlos Rovira. Fue el ex gobernador el que entrevió en la figura de Andresito aspectos que podrían servir para forjar una identidad misionerista en la cual cimentar el actual despegue social, productivo y estructural de la provincia. Allí, en la intersección entre el trabajo de esclarecimiento desarrollado por historiadores como Salvador Cabral, Daniel Cantero y el inolvidable maestro Jorge Machón y la visión estratégica de Rovira, es que surgió la política de Estado que hoy ha hecho de Andresito un general de dos ejércitos.
Nuestro líder guaraní ocupa el lugar que su obra se merece, pero el trabajo no concluye. Todavía resta mucho por hacer, no solo para que Guacurarí sea cada vez más y mejor conocido en Misiones, la Argentina y la región, también para resignificar el proceso revolucionario e independentista a partir del rol que desempeñaron los guaraníes artiguistas de la década de 1810. Recuperar nombres como los de Francisco Sití, Matías Abucú, los hermanos Mbaibé, el cura Acevedo o el marino Campbell, son solo algunos de los aspectos sobre los que hay que trabajar. El futuro en ese sentido es promisorio, ya tenemos buena parte del camino transitado y, sabemos, que podemos contar con nuestra mejor herramienta: la reivindicación de Andresito y los guaraníes alzados en armas ya es una política de Estado en Misiones.

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