Una ciudadana común y corriente paseaba a su mascota por las calles de la ciudad de Santa Fe. Pero al ver al auto blanco sobre una senda peatonal apeló a un singular recurso para manifestar su enojo.
Avenida Arturo Illía, un día de semana cualquiera a pleno sol. Una chica pasea su perro aprovechando las bondades del clima. Camina distendida y con la mente relajada.
Sin embargo, al llegar a la altura de calle Dorrego, la joven advirtió que un Ford Fiesta color blanco estaba estacionado sobre la senda peatonal.
Lejos de irritarse, la mujer tomó una sabia decisión: se subió al capó del auto, se sentó en el techo, hizo que su perrito blanco y negro se acostara en el suelo y decidió esperar a que el transgresor regresara.
¿Habrá habido reto para el conductor?