«Los antebrazos del canguro están húmedos lo que demuestran que se fue lamiendo para evitar el calor que le generó la situación. Probablemente le resultó muy desconcertante y frustrante para él no conseguir lo que deseaba” explicó a la BBC.

“No hay evidencia clara de que los canguros lloren a sus muertos. Esta especie no se empareja. Los machos establecen una jerarquía entre sí que consiguen a través de la lucha. El espécimen más fuerte tendrá acceso a las hembras para aparearse con ellas”, aclaró Dr. Eldridge, quien como científico principal dirige el área de investigación del Museo de Australia.