Un desayuno de mala calidad nutricional para los niños aumenta el riesgo cardiovascular

La calidad del desayuno se asocia con importantes factores de riesgo cardiovascular y metabólico en niños y niñas con sobrepeso, así lo demuestra un estudio realizado en el Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) de España.

A través de esta investigación se observó que aquellos menores que consumían desayunos con peor calidad nutricional y mayor densidad energética (entendida como más cantidad de calorías por gramos de alimento) tenían mayores niveles de colesterol y de ácido úrico y una mayor resistencia a la insulina.

Se evaluaron los hábitos dietéticos del desayuno en un total de 203 escolares de 8 a 12 años con exceso de peso. El resultado que arrojó la investigación fue que un 13% de los niños no desayunaba a diario y que aquellos que consumían desayunos con peor calidad nutricional y con mayor densidad energética tenían mayores niveles de colesterol y de ácido úrico en sangre y una mayor resistencia a la insulina. Precisamente, una mayor densidad energética del desayuno repercutía negativamente en el metabolismo de la glucosa, incluso en aquellos niños que cumplían con las recomendaciones diarias de actividad física: 60 minutos, en intensidad moderada a vigorosa.

Es importante destacar que en nuestra región muchos niños no tienen el hábito de desayunar, lo cual es muy grave para la salud de los mismos, no obstante, hay quienes sí desayunan, pero la calidad nutricional de los alimentos que ingieren en esta comida no son las mejores, este es el caso del exceso de galletitas dulces, jugos concentrados, cereales azucarados, bebidas lácteas con agregado de azúcar (industrialmente), e incluso, productos snacks y gaseosas. Todos estos alimentos aportan grasas saturadas, sodio, azúcar, harinas refinadas, y aditivos (colorantes, saborizantes, edulcorantes, conservantes, etc.), entre otros.

La recomendación es enseñar a los niños a desayunar, pero con alimentos que realmente aporten nutrientes que necesitan en la etapa de crecimiento y desarrollo, como, por ejemplo, lácteos: leche y/o yogur (a partir de los 2 años pueden consumir descremados, sobre todo en casos de sobrepeso u obesidad, y sin agregado de azúcar, o controlar la cantidad), panificados (pan y galletitas) preferentemente integrales, con avena, y mucho mejor, si son de elaboración casera, especialmente las galletitas. En cuanto a los cereales, preferir los tradicionales copos de maíz sin azúcar, granola, mix de cereales, arroz inflado, trigo inflado, etc. Además, se pueden incluir frutas frescas, cortadas en trozos, licuados, jugos naturales, puré, etc.

Todos estos alimentos antes nombrados aportan nutrientes como calcio, magnesio, hidratos de carbono de buena calidad, proteínas, fibras, vitaminas de varios tipos, entre los más importantes. Los mismos son claves para un adecuado crecimiento en la niñez y adolescencia.

Hace unos años, enfermedades como la obesidad, hipertensión, alteraciones de colesterol y glucemia, eran propias del adulto. Hoy en día, se ven cada vez más niños con estas afectaciones, lo cual nos está diciendo que la mala alimentación, sumada al sedentarismo y antecedentes familiares, son las principales causas de esta realidad tan preocupante.

Tomemos conciencia de que la buena nutrición es un pilar fundamental en la prevención de enfermedades como las mencionadas anteriormente, y depende de nosotros empezar a cambiar y formar hábitos saludables, sobre todo en los niños.

 

Lic. Romina Krauss-Nutricionista
M.P. n° 147

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