Análisis semanal: del Nunca Más al barro de la grieta y una duda que carcome ¿vale la pena el ajuste?

El dólar planchado y el déficit cero extendieron el veranito para el mundo financiero mientras el resto de la economía pasa a terapia intensiva. El Gobierno celebra la baja de la inflación y la suba de reservas, pero crecen las dudas respecto a la sostenibilidad de ambos procesos. Villarruel se desmarcó de Milei y dejó expuesta la fractura de la pareja presidencial. En Misiones los empresarios padecen el modelo económico que militaron y piden ayuda a la Provincia.

Pero ninguno de los antedichos será el tema central del domingo cuando la conmemoración de la que tal vez sea la fecha más oscura de la historia argentina dejará un nuevo testimonio del cambio de época que atraviesa el país. La condena a la dictadura cívico militar y a la represión ilegal del Estado ya no concitan el consenso social que tuvieron en las últimas cuatro décadas. Argentina también retrocedió en eso.

La utilización política que hizo el kirchnerismo de las históricas banderas de los Derechos Humanos hizo un flaco favor a esa causa y las nuevas derechas -que en la mayoría de los aspectos son muy parecidas a las derechas de siempre- aprovecharon para diferenciarse con un discurso que coquetea con la reivindicación del Proceso.

Para muchos de los sub-40 que no vivieron la dictadura, el Falcón verde dejó de ser un emblema del terror para convertirse en un meme siempre a mano para “domar zurdos”.

Argentina pasó de ser el único país en llevar a juicio y condenar a integrantes de un gobierno de facto por la comisión de delitos de lesa humanidad a votar masivamente a una candidata a vicepresidente que milita una teoría de “la memoria completa” que oscila entre un reclamo a favor de las víctimas de actos terroristas de Montoneros o el ERP y una reivindicación del accionar de la dictadura genocida.

La condena a la represión ilegal del Estado y la defensa de los Derechos Humanos dejaron de ser uno de los pocos temas en el que todos los argentinos (o al menos una enorme mayoría) estábamos de acuerdo, para entrar al barro de la grieta.

Los actos, dichos y gestos del domingo 24 se inscribirán en ese escenario de batalla cultural que se desarrolla con cada vez más violencia y menos inteligencia.

 

El diario del lunes

Cuando se disipen las indignaciones, se calmen los ánimos ofendidos y se agoten las piezas de ingenio chapucero aplicadas a irritar los humores en las redes sociales, se volverá a hablar del rumbo accidentado de la economía y de los dislates de la política.

Los popes de las finanzas seguirán pedaleando en una carrera que les reserva premios cada vez más grandes mientras la economía real se sumerge en una depresión de la que no hay registros al menos desde el colapso de la convertibilidad a fines de 2001.

La voluntad de hierro que muestra el Gobierno para ajustar el gasto todo lo que resulte necesario con tal de cumplir con la meta de déficit cero, es saludada por los mercados con subas de acciones y bonos y una baja sostenida del índice Riesgo País.

En Wall Street, los bonos argentinos marcaron nuevos máximos y cerraron con alzas promedio de 60 centavos, quebrando el GD30 los 52 dólares y el AL30 los 50 dólares, duplicando su cotización desde que asumió Milei. En la semana, los Globales subieron 9%, mientras que los Bonares treparon 15%.

“Fiesta en la Bolsa: bonos en dólares tuvieron su mejor semana del año y acciones locales saltaron hasta 25%”, tituló ayer viernes el diario Ámbito Financiero su resumen de la semana bursátil.

Seducidos por tasas de interés en pesos que superan por varios cuerpos al aletargado ritmo de aumento del dólar, los capitales especulativos juegan al carry trade con envidiables resultados.

El gobierno de Milei vibra en frecuencias muy parecidas a las de la primera parte del gobierno de Macri. Hay gente que está haciendo mucho dinero en el paño verde de la timba financiera mientras el poder adquisitivo de los salarios se desploma y en la bajada lo acompaña el consumo.

Hay gente que está haciendo mucho dinero en el paño verde de la timba financiera mientras el poder adquisitivo de los salarios se desploma y en la bajada lo acompaña el consumo.

El rumbo de la economía genera preocupación no solo entre los trabajadores que ven cómo su capacidad de consumo se diluyó dentro de la licuadora del Toto Caputo sino también entre los empresarios que venden cada vez menos.

En Misiones el asunto es un poco más delicado todavía porque, tal como se pronosticaba durante la campaña, las medidas adoptadas por Milei dieron vuelta el sentido del comercio fronterizo: paraguayos y brasileros desaparecieron de Misiones y ahora son los argentinos los que cruzan a los países vecinos espantados por los precios estrambóticos en todo el territorio nacional.

Los mismos empresarios que celebraron el arribo del libertario al gobierno se declaran en alerta por la baja en sus ventas. En una suerte de conferencia de prensa convocada por la Cámara de Comercio e Industria de Posadas, los integrantes de esa entidad se declararon el alerta y afirmaron que sus ventas se desplomaron entre 60% y 75% a causa de la recesión.

La misma situación se reproduce en las demás ciudades de la provincia, con más énfasis en las de frontera, aquellas que aprovecharon el tipo de cambio favorable de los últimos años para vender a paraguayos y brasileños.

Datos del INDEC revelan que en enero las ventas en supermercados cayeron 13,8% interanual pero en Misiones la disminución fue todavía mayor, de casi 27%.

La devaluación de diciembre disparó la inflación y la desregulación de distintas actividades, la eliminación de subsidios y la suba de impuestos echaron más leña al fuego.

Las empresas de medicina prepaga se aprovecharon del DNU para aplicar aumentos muy superiores a la inflación y reducir prestaciones. Ninguna aumentó sus tarifas menos de 120% en los últimos tres meses y ya comunicaron nuevas subas para abril.

La quita de los subsidios al transporte del interior, combinada con una suba de más de 100% en los combustibles en menos de tres meses, dispararon una suba en las tarifas del transporte público de pasajeros. El boleto urbano en las principales ciudades del país pasó de un parámetro de 250 pesos a alrededor de 800 pesos de diciembre a esta parte.

Lo propio pasó con las tarifas de energía, impactadas por el doble efecto de la quita de subsidios y suba de costos, se duplicaron en todo el país y todavía hay más aumentos pendientes.

En enero la construcción se redujo un 21,7% y dejó a 25 mil trabajadores en la calle en todo el país y la actividad industrial cayó 12,4% interanual. Las ventas al mercado interno de la foresto-industria se redujeron más de 60% de acuerdo con estimaciones de FAIMA.

En Misiones no se salva ni siquiera el turismo, protagonista de un sostenido y pronunciado crecimiento después del apagón de la pandemia. Los porcentajes de ocupación en los principales destinos cayeron de más de 90% a un promedio de 60% en feriados y fines de semana.

La cancelación de rutas aéreas que operaba Aerolíneas Argentinas suma incertidumbre a este sector.

La Confederación Económica de Misiones (CEM) pidió ayuda al Gobierno provincial para capear el temporal. Planteó que los programas Ahora Misiones vuelvan a financiar compras en 12 cuotas sin intereses y sosteniendo los reintegros.

Desde este año, el programa mediante el cual Misiones subsidia tasas de interés con el objetivo de dinamizar el consumo redujo la extensión máxima de los planes de pago porque los costos financieros se dispararon por la inflación.

Ahora, los mismos empresarios que militaron un modelo de libre mercado claman por la mano proteccionista del Estado.

Pero el pedido de los empresarios enfrenta una dificultad severa: la Nación prácticamente eliminó las transferencias no automáticas y las automáticas se reducen porque la recaudación se retrae.

De acuerdo con datos oficiales recopilados por la consultora Politikon Chaco, las transferencias totales a Misiones cayeron 32% en términos reales en la comparación interanual de la primera quincena de marzo. Para equiparar los números de 2023, Misiones necesitaría 8.700 millones adicionales, solamente para cubrir el bache de una quincena.

Además se cortó totalmente el envío de recursos nacionales para obra pública de todo tipo, la Anses no paga una deuda que mantiene con los jubilados misioneros que ya supera 70.000 millones, que se suman a más de 60.000 millones que Nación le debe a Misiones en regalías energéticas por de Yacyretá y Salto Grande, sin contar la eliminación del FONID que repercute directamente en los bolsillos de los docentes.

Todos esos conceptos acumulan 200.000 millones de pesos que Nación adeuda, solo de diciembre a marzo, a sectores de la economía provincial y que deberían estar en los bolsillos de la gente, reactivando la economía.

Mientras muchos de los dirigentes de Juntos por el Cambio que militaron el ajuste de Milei ahora se rasgan las vestiduras por el alto costo social del “plan motosierra”, el gobierno de la Renovación, que durante la campaña anticipó prolijamente los efectos negativos que un gobierno del libertario tendría sobre la economía misionera, ahora se encuentra ante la tarea de gestionar en un contexto de escasez de recursos.

 

¿Vale la pena?

Frente tanta pena y tanta herida que impone el ajuste, los analistas intentan contestar la pregunta del millón: ¿esta vez sí funcionará?

Es que la política económica que impulsa Milei y que los jóvenes libertarios conciben como una novedad, en Argentina ya se intentó en reiteradas oportunidades, con mayores o menores variaciones, pero siempre terminaron en fracaso. Aunque en este punto sería justo decir que programas muy diferentes al de Milei también terminaron en fracaso, destino recurrente para los programas económicos en Argentina.

Más allá del alto costo social, la administración Caputo puede mostrar resultados que tienden al ordenamiento de la macro. Se eliminó el déficit fiscal, la brecha cambiaria bajó, se acumularon reservas y la inflación, que todavía es más alta que antes de la asunción de Milei, comenzó a bajar.

Pero hay dudas crecientes respecto a la sostenibilidad de todos esos logros.

En primer término, la reducción del déficit fiscal se alcanzó gracias a un torniquete de gastos que en algún momento habrá que aflojar. El 35% del ajuste recayó sobre las espaldas de jubilados y pensionados a quienes en algún momento habrá que aumentarles los ingresos.

Aunque no se hagan nuevas obras, en algún momento habrá que poner plata al menos para sostener la infraestructura existente. A las provincias tampoco se las puede tener tomando agua toda la vida.

Otro asunto para tener en cuenta es que el ajuste empieza a comerse su propia cola. Porque se vende cada vez menos y se recauda cada vez menos. Eso obligará al Gobierno a hacer nuevos recortes para evitar el déficit, con lo cual se profundizaría la caída de la actividad.

Respecto a la tan promocionada acumulación de reservas hay también algunas consideraciones que revelan la insolvencia de ese proceso.

Desde que Milei asumió en diciembre, el Central acumuló 7.000 millones de dólares en sus reservas, la misma cifra en la que aumentó la deuda con los importadores. Es decir que si se hubieran pagado las importaciones que efectivamente se hicieron, las reservas no hubieran aumento un centavo.

Desde que Milei asumió en diciembre, el Central acumuló 7.000 millones de dólares en sus reservas, la misma cifra en la que aumentó la deuda con los importadores.

La política cambiaria tampoco muestra visos de sostenibilidad. Ni bien se puso la banda, Milei dispuso una suba del dólar oficial de 118%, lo que llevó a un salto de competitividad para los exportadores, pero también aceleró una inflación que rápidamente se fue comiendo ese colchón de competitividad.

Si el Gobierno mantuviera el crawling peg (microdevaluaciones) en el orden del 2% mensual, en 30 días el dólar oficial estaría al mismo valor relativo que tenía antes de la devaluación de diciembre y en esas condiciones sería difícil que los agroexportadores liquiden sus divisas.

Mientras Caputo perjura que no acelerará la devaluación, los analistas se dividen entre algunos que creen que el grawling peg acelerará al orden del 6% y otros que pronostican un nuevo salto discreto del tipo de cambio que no sería tan pronunciado como el de diciembre.

En cualquier caso el efecto sobre los precios y tarifas sería el mismo: aceleración. Con lo cual también el camino de baja de la inflación luce insostenible de cara a los próximos meses.

 

Muñeca brava

La protagonista excluyente de la semana política fue la vice Victoria Villarruel. Para apaciguar las aguas y acallar los rumores destituyentes después del tropiezo del DNU en la sesión convocada por la compañera de fórmula de Milei, se desarrolló un operativo de acercamiento de la pareja presidencial que inició con una foto fraternal, siguió con un desayuno y debía culminar con una entrevista de reconciliación en el amigable programa televisivo de Joni Viale.

Pero terminó ocurriendo algo que no estaba en los planes de los inexpertos operadores libertarios. Villarruel aprovechó la entrevista para marcar diferencias y hasta para menoscabar la figura del presidente, al que definió como un “jamoncito” apresado entre dos “mujeres bravas”: “el jefe” Karina y la mencionada mandataria.

No ocultó su disconformidad con el hecho de que Milei incumpliera la promesa de entregarle el manejo de las áreas de Seguridad y Defensa y cuestionó la iniciativa para modificar la ley de Seguridad Interior que fue presentada por los ministros de esas áreas, Bullrich y Petri. Recordó que durante la dictadura se puso a las FFAA a hacer seguridad interna en el “combate al terrorismo” y que la cosa no había terminado bien.

Defendió la suba de sueldos a senadores que encolerizó a Milei y deslizó que el propio presidente también había intentado aumentar remuneraciones en el Ejecutivo. Advirtió que la catarata de despidos en el sector público podría generar una ola de demandas: “acá hay estabilidad laboral, esto no es un reinado”, disparó en una frase teledirigida al presidente.

Condenó el llamado a una “rebelión fiscal” que hizo José Luis Espert y respaldó Milei.

Dijo que se “enteró por los diarios” de las nominaciones del juez federal Ariel Lijo y del jurista Manuel García Mansilla para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación y presentó reparos a la posible designación de Lijo.

La interna entre la pareja presidencial es solo un aspecto del alto grado de fragmentación del variopinto arco político que va desde el respaldo absoluto al presidente hasta posiciones intermedias de quienes no terminan de alinearse.

En ese desdibujado grupo entra todo Juntos por el Cambio, donde conviven fundamentalistas del libertario, como Patricia Bullrich, y otros dirigentes del PRO que piden más ajuste y licuación, con críticos de todo el proceso como Martín Lousteau.

Los cambiemitas de Misiones también están atravesados por la misma confusión, lo que quedó expuesto cuando el diputado nacional radical, Martín Arjol, salió a respaldar públicamente el DNU de Milei y a cuestionar el voto en contra de Martín Lousteau, justo antes de que su padrino político, el exgobernador Alfredo “Cacho” Barrios Arrechea, firmara una solicitada respaldando al mencionado diputado porteño y presidente del partido a nivel nacional.

Los dirigentes radicales y amarillos que militaron el voto por Milei intentan mostrarse como “defensores del cambio” pero se desentienden de los tarifazos y lamentan la pérdida de poder adquisitivo que sufre la gente.

El surgimiento de Milei puso a Juntos por el Cambio frente a una contradicción que los empujó al borde de la desaparición. El libertario se apropió de las banderas del cambio, les colgó el cartel de casta y los terminó desnudando en su falta de propuestas.

Los tentó con las mieles de los cargos y los beneficios de ser parte del gobierno. La última que cedió a la tentación fue la diputada nacional Florencia Klipauka, que abandonó el bloque de Pichetto y se sumó a LLA.

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