Reflexión del Apóstol Guillermo Decena: «Gobernando en el espíritu»

El Apóstol Guillermo Decena expresó que "la presencia del Espíritu Santo cambia nuestras vidas para siempre y nos posiciona para ser y hacer lo que el Señor nos indica. Esta tremenda verdad nos hace tomar conciencia de la importancia de nuestra tarea, formando parte del pueblo de Dios".

«Pero recibireis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me sereis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8).

La presencia del Espíritu Santo cambia nuestras vidas para siempre y nos posiciona para ser y hacer lo que el Señor nos indica. Esta tremenda verdad nos hace tomar conciencia de la importancia de nuestra tarea, formando parte del pueblo de Dios.

La Biblia habla de la obra trascendental que quiere hacer el Espíritu de Dios a través nuestro:

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9) .

Cuando el Espíritu Santo viene sobre el creyente, quiere posicionarlo en ese mismo lugar, para realizar la tarea sobrenatural. Debemos tener conciencia de que somos llamados reyes, sacerdotes y profetas.

“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:5-6).

En este marco, el Apóstol Guillermo Decena dijo que cuando pensamos en un rey, lo más probable es que vengan a nuestra mente imágenes de riquezas y poder, pero ¿qué conlleva en nuestra vida diaria el ser reyes espiritualmente?

  • LIBERTAD

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1).

Cuando se habla de un rey suele también llamársele soberano, esto es porque tiene soberanía o libertad. Él es quien tiene el poder sobre su reinado y puede tomar sus propias decisiones.

Sabemos que Cristo es Rey y Él mismo nos quiere compartir su soberanía. ¿Pero sobre qué tenemos esta libertad soberana? Sobre el reino del pecado.

Cuando Jesús murió en la cruz por nosotros, lo hizo para liberarnos del pecado, de ahí que ahora podamos decir que esta función de reyes implique que ya no somos esclavos del pecado. Esto significa que no existe tentación que no podamos vencer.

“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).

Sin importar cuál sea la situación, siempre seremos capaces de decidir evitar la tentación y traer libertad sobre la tierra.

“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32).

Se ha arrancado de la vida del cristiano la raíz de toda esclavitud, que es el pecado, y así es libre para hacer el bien. La libertad se realiza sólo en el bien. El mal nos hace esclavos.

¿Cómo podemos ver si algo procede del mal? Veamos si esclaviza. El Espíritu te da el discernimiento para ser libre de todo lo que te quiere atar. Además, te da la capacidad para ayudar a otros a ser libres.

Somos libres espiritualmente cuando sabemos dominar y acallar todo aquello que nos aparta de Dios, cuando somos dueños de nosotros mismos y de las circunstancias que nos rodean.

  • SERVICIO

La otra característica de nuestra función como reyes en el ámbito espiritual, debe ser la de imitar el reinado de Cristo. Él que es Rey, no vino a ser servido sino a servir. Esto nos distancia de cualquier reinado terrenal.

Cuando Santiago y Juan se le acercaron a pedirle que les diera un lugar importante a su derecha y a su izquierda, la respuesta que obtuvieron fue:

“Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? (…) Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos” (Marcos 10:39-45).

Nosotros, que somos reyes, debemos de estar al servicio de los demás, y no implica grandes obras, sino pequeñas acciones cotidianas, pero sobre todo, un cambio de actitud interior. Implica que estemos atentos a las necesidades de los demás, y que estemos dispuestos a ayudarles, incluso sin que nos lo pidan.

Somos constituidos reyes, porque se nos da la libertad de los hijos de Dios, y esta libertad es para servir. Es por esto que nuestro corazón, para reinar, debe llenarse de amor, humildad y de buena disposición hacia todas las personas. Tiene que haber un corazón de servidor.

  • AUTORIDAD

La autoridad divina otorgada a Cristo es la misma autoridad que Él imparte a sus discípulos para hacerles capaces de testificar en el mundo. Estamos llamados a ejercer esta autoridad en el mundo para transformarlo a través del testimonio.

“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios” (Marcos 16:17).

Una de las señales de un rey es que tiene autoridad sobre los enemigos, para tenerlos controlados y aun echarlos fuera. El creyente no debe dudar en cuanto a esto y recordar que los verdaderos enemigos son invisibles y poderosos, pero mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.

“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19-20).

Jesús fue sacerdote, profeta y rey; hacia Él tenemos que mirar si de verdad queremos ser cristianos verdaderos. Tomar conciencia de que nuestro compromiso de seguir a Jesús es un programa de vida.

“Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:6-7).

Tomemos esta posición para ejercer las funciones de Cristo como Él las ejerció.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Apóstol Guillermo Decena

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