Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «El pecado del desorden»

El Pastor Guillermo Decena expresó que "cuando Dios creó el cielo y la tierra, lo primero que introdujo en este espacio fue el orden, pues todo estaba desordenado y vacío, y es porque El es un Dios de paz y de orden, y sería interesante entender que es imposible verlo actuar entre nosotros si no buscamos la paz y el orden".

«Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz» (1Cronica 14:33). La palabra expresada aquí como confusión, puede traducirse de varias maneras. En el griego es: akatastasía del griego, inestabilidad, perturbación, sedición, tumulto, confusión, desorden.

Cuando Dios creó el cielo y la tierra, lo primero que introdujo en este espacio fue el orden, pues todo estaba desordenado y vacío. Dios es entonces un Dios de paz y de orden y sería interesante entender que es imposible verlo actuar entre nosotros si no buscamos la paz y el orden. Estos son factores primordiales para que veamos sus milagros.

Y es esto mismo lo que comienza a hacer, cuando viene con su Espíritu Santo a nuestra vida: comienza a ordenarnos y nos quiere conducir a la paz interior y también exterior, porque es Su voluntad que todas nuestras cosas sean hechas con orden. «Pero hágase todo decentemente y con orden» (1Cronicas 14:40).

En todas las áreas de nuestra vida, el Espíritu Santo quiere tener nuestro permiso para ordenarnos, para que todo nos vaya bien.

El Pastor Guillermo Decena desarrolló algunos puntos al respecto:

1- Orden en nuestras finanzas.

Cuando venimos a Cristo, el Espíritu Santo empieza a ordenar nuestras finanzas para poder tener la bendición de Dios. El Señor nos enseña algunas cosas en cuanto a las finanzas, que no sabíamos y que jamás hubiéramos imaginado.

Nada es nuestro, todo es de Dios: «He aquí, al SEÑOR tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay» (Deuteronomio 10:14).

«Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan» (Salmos 24:1). Esto golpea fuertemente el ego, pues siempre nos hemos apegado a lo que es mío, lo que hemos ganado fruto de nuestro trabajo y no nos imaginábamos que, en realidad, nada es nuestro, y que toda la tierra y lo que hay en la tierra, inclusive los habitantes, eran de Dios, ¡todos éramos de Dios! ¡Nunca lo habíamos escuchado! Esto constituye algo revolucionario, pero al entregarnos a Cristo, nuestra cosmovisión empieza a cambiar, en la medida que aceptamos la palabra de Dios. A partir de este importante concepto cambia todo y Dios nos empieza a ordenar en todo lo referido a lo material.

 

2- Todo lo recibimos de Él.

Él permite que usemos los materiales que creó y que podamos crecer económicamente usando lo que no es nuestro, pues todo es de Él. Lo reconozcan o no, esto es una poderosa verdad que cambia para siempre la vida del que lo acepta.

«Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos» (1Crónica 29:14 RVR). Este versículo engloba los dos conceptos, primero que todo es de Él y, que si ofrendamos, solo le devolvemos lo que Él mismo nos da.

 

3- Debemos creer estos dos principios en forma práctica.

Por eso Dios en su Palabra nos enseña a devolver algo de lo que Él nos da. Nos enseña que le devolvamos el diez por ciento y nos promete bendecir el noventa por ciento restantes, además nos habla de ofrendas voluntarias, que son de acuerdo a la generosidad de nuestro corazón.

Cuando Jesús habla del diezmo, dice que no dejemos de darlo sin olvidarnos de las otras cosas fundamentales, como es el amor verdadero «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello» (Mateo 23:23).

También nos enseña a ser generosos con el prójimo necesitado, ayudando en forma efectiva al pobre. Obedeciendo esto ordenado en su palabra, estamos reconociendo que Él es el dueño de todo, que nos da la posibilidad de tener lo necesario y mucho más. Además de esto, nos libra de la avaricia, pues los avaros no entrarán en el reino de los Cielos.

Esto es fundamental para ordenar nuestra vida espiritual de verdad pues dice: «Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto» (Proverbios 3:9-10).

Al honrar a Dios con nuestros bienes materiales lo estamos poniendo a Él sobre lo material, y nos promete que nada nos va a faltar.

 

4- Orden en la vida social.

«Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra»(Tito 3:1).

Hay que recordar que las autoridades son los que ponen cierto orden en la sociedad y debemos cuidar nuestro corazón de toda rebeldía, por lo que ordenándonos en cuanto al respeto a las autoridades, estamos trayendo paz a nuestro corazón.

Esto nos trae orden también en nuestras relaciones sociales, pues nos hace ubicar en el lugar correcto y además sana nuestro corazón. Cuando no reconocemos a la autoridad permitida por Dios, nos ponemos en desorden y Dios no nos va a bendecir. Recuerde el primer versículo que tenemos, “Dios no es un Dios de desorden o sedición”.

Sedición significa: «alzamiento colectivo contra la autoridad, el orden público o la disciplina”

Dios no tolera estos comportamientos, sino que es drástico con los sediciosos. Cuando Lucifer se rebeló, lo echó del cielo (Isaías: 14:12-14), cuando Adán y Eva se revelaron los echó del Edén (Génesis 3:23). Dios no soportó el desorden y así mismo es ahora, nunca va a bendecir a los desordenados en la sociedad ni tampoco en la iglesia.

 

5- Orden en los pensamientos.

La mente es algo muy precioso y frágil, algo que debemos cuidar, pues nuestros pensamientos determinarán nuestro destino final. Cuando creemos en Cristo nuestro Salvador, empieza el Espíritu Santo a intervenir en nuestros pensamientos, mientras más le damos lugar mediante la oración y su palabra, más cambia nuestra manera de pensar y, por consiguiente, nuestra personalidad «Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él…» (Proverbios 23:7).

Aquí está el secreto de nuestro profundo cambio, pues el ser humano que conociendo la Palabra, se aferra a ciertos pensamientos equivocados, tomando posiciones intransigentes, entonces solo va a cambiar parcialmente.

Por ejemplo, cuando conociendo la palabra justifica el pecado entonces le cierra la puerta al Espíritu Santo para que lo transforme, por lo que va a ser cambiado en forma incompleta. Dios ama al pecador, pero le invita cambiar voluntariamente. En cuanto a la culpabilidad del hombre, Dios dice: «Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios» (Romanos 1:21-22).

«Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican» (Romanos 1:28-32).

Fíjense que se envanecieron en sus equivocados razonamientos, es decir que fueron sus pensamientos los que los llevaron a cometer acciones vergonzosas. Sus corazones se entenebrecieron, esto significa que se llenaron de tinieblas. Como ellos rechazaron la amorosa obra de Dios, los entregó a una mente reprobada, a una mentalidad y una forma de pensar que no les ayuda, pero ellos eligieron su destino.

Por eso es importante entregar tu vida en las manos de Jesús, pues su Espíritu Santo ordenará tus pensamientos y tu vida, y entonces todo te irá bien.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

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