Nacido en Misiones y amigo del papa Francisco | El padre Fabián Báez creó un proyecto financiero para recibir donaciones en criptomonedas

Una nueva forma de relacionarse con el dinero también genera una oportunidad para vincular a los que quieren ayudar con quienes lo necesitan. Es la herramienta que eligió el sacerdote Fabián Báez, un posadeño de 52 años, párroco en Buenos Aires. “El objetivo es que los usuarios puedan donar parte de sus ganancias o remanentes a diversas causas sociales", afirmó.

Fabián Báez salió a los 18 años de los caminos colorados de Posadas en Misiones y viajó más de mil kilómetros hasta la ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de volver como abogado. Nunca volvió (al menos en forma permanente) y no es abogado. Ahora es cura, tiene 52 años y recorrió el mundo procurando ayudar a las personas.

Cuenta más de 12.000 seguidores en Twitter, se lo apodó “el cura tuitero” y su bio dice: “Estoy en Twitter porque quiero que vos te acerques a Dios”. Y también es una de las tres partes que conforman «Pulenta, un proyecto para transparentar el camino de la ayuda», saber por dónde pasa cada peso, desde el bolsillo que dona hasta la comida o el material que se compra. Ese proyecto tiene mucho que ver con esto, que también pone en su bio: “Blockchain es el futuro”.

Pero antes de descubrir Pulenta, descubramos un poco a Fabián. En Posadas era un chico de clase media, transitaba sin problemas el secundario, ya pensaba en irse a Buenos Aires para convertirse en un profesional. “Tendría 16 cuando y se hizo una gran campaña de vacunación, salimos a los lugares carenciados de Posadas, eso me impactó muchísimo, ese encuentro crudo con la realidad de la pobreza”.

Continuó con su idea de ser abogado, pero algo había quedado dentro. Empezó la facultad y a los cuatro años le anunció a su familia que quería inscribirse al seminario: “Descubrí lo que te aporta la fe a un proceso de humanización de las personas, el poder transformador que tiene en uno mismo”.

No fue la idea que tenían sus padres cuando Fabián se marchó de la casa cuatro años antes. “Vengo de una familia de mucha libertad, no lo entendían, pero tampoco hubo una resistencia y lo fueron aceptando y compartiendo”.

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Tres décadas después el padre Fabián Báez es párroco en María Reina de Villa Urquiza y es un potente comunicador de la misión de la iglesia cristiana (autor de notas y un libro, columnista, creador de podcast). Tuvo múltiples encuentros con el papa Francisco y tiene comunicación directa con él.

Lo entrevistan con frecuencia y es impulsor de nuevos proyectos dentro de su fe. Pero cada día, cuando llama a su mamá, Maruja, vuelve a ser Fabián: “Mamá es la persona que me trae a la realidad todos los días. Le puedo contar que me voy a reunir en un rato con Francisco y ella me dirá que tiene unas papas al horno y que hace calor en Posadas”.

 

Tres décadas después el padre Fabián Báez es párroco en María Reina de Villa Urquiza y es un potente comunicador de la misión de la iglesia cristiana (autor de notas y un libro, columnista, creador de podcast). Tuvo múltiples encuentros con el papa Francisco y tiene comunicación directa con él. Lo entrevistan con frecuencia y es impulsor de nuevos proyectos dentro de su fe. Pero cada día, cuando llama a su mamá, Maruja, vuelve a ser Fabián: “Mamá es la persona que me trae a la realidad todos los días. Le puedo contar que me voy a reunir en un rato con Francisco y ella me dirá que tiene unas papas al horno y que hace calor en Posadas”.

Dentro de esos proyectos que motoriza Fabián está Pulenta, pero no está solo en este emprendimiento financiero. Es un proyecto afirmado en tres patas. Báez que lidera el proyecto. Xcapit, wallet open source (una billetera virtual de código abierto) de ahorro e inversiones cripto; y Paisanos, estudio creativo de diseño y desarrollo de productos digitales comandado por su fundador, Santiago Echazú, quien ofició de nexo y le dio impulso a la iniciativa.

“El objetivo es que los usuarios puedan donar parte de sus ganancias o remanentes a diversas causas sociales. La idea inicial surge de poder convertir la criptomoneda en comida, de ahí el nombre. Un derivado de la palabra polenta llevada a algo más intenso, bien pulenta”, cuenta Fabián. De esta forma buscan construir un nuevo paradigma en la forma de realizar donaciones, utilizando la tecnología como vehículo que favorezca la inclusión de una forma transparente y trazable.

Ese dinero recaudado en cripto se convierte en alimentos o productos básicos necesarios para comedores o instituciones barriales. Desde Pulenta garantizan el destino de las donaciones mediante una experiencia transparente. Los receptores son «Mujeres que Abrazan”, un centro para embarazos de riesgo o inesperados.

 

 

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