Reflexión del Pastor Guillermo Decena: «El amor que sana nunca muere»

“El amor nunca deja de ser...” 1 Corintios 13:8 RVR. Una de las descripciones fundamentales del amor de Dios, es el amor que sana, que nos hace bien, que nos lleva a la comunión con Él y con el prójimo. El amor que no se extingue, que no muere, que nunca deja de ser.

“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” Jeremías 31:3 RVR. El amor sobrenatural que sana, es algo divino, necesitamos revelación de parte del Espíritu Santo, para poder entender este amor.

“Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” Efesios 3:19 RVR.

– Lo que mata el amor

Nosotros mismos con actitudes negativas matamos toda manifestación del amor puro. La venganza es la decisión de matar el amor. Y es la venganza, la consecuencia del rencor, el odio y el resentimiento. Vemos en Mateo 5:38 – 42 RVR que Jesús nos muestra y enseña acerca de ella. El amor puro está expectante para demostrar que quiere lo mejor para la persona, a pesar de las fallas, y de los eventos negativos. Jesús nos guía a tener cuidado con el espíritu de venganza; este, quiere la revancha y no perdona. Esta actitud negativa mata al amor verdadero. Como seres humanos tenemos la capacidad de practicar el amor puro que viene de Dios. Hay que renunciar al espíritu de venganza. No debemos permitir que se enquiste la venganza en nuestro ser interior y que el amor de Dios se vaya de nuestra vida. Cuando la persona ama con un amor que no muere, es librado de toda ceguera mental. (Lucas 6:27 -28 RVR). Esto es renunciar a la venganza, y si bien es cierto que no nos obliga a exponernos innecesariamente ante personas peligrosas, seguimos amando, seguimos bendiciendo y orando por ellas.

Nuestros actos no deben mostrar ningún rasgo de venganza, sino denotar amor. Lo más extraordinario del amor puro que viene de Dios es que nunca muere. Nos acerca a Él. Es el Dios de amor el ejemplo perfecto que sigue amando a pesar se rechazado por mucha gente. (Lucas 6: 35 -36 RVR)

Jesús empieza citando la ley más antigua que se conoce: – “ojo por ojo, y diente por diente”. Esa ley Aparece en el código de leyes más antiguo de los que se conocen, el Código de Hammurabi, que reinó en Babilonia de 2.285 a 2.242 a.C. Esa ley llegó a formar parte integrante de la ética del Antiguo Testamento. (Levítico 24:19 RVR). La llamada Ley del Talión, lejos de ser una ley sanguinaria, es de hecho el principio de la misericordia. Su finalidad original era la limitación de la venganza. En los pueblos antiguos, la venganza de sangre era característica de la sociedad tribal. Si un hombre de una tribu causaba un daño a un hombre de otra tribu, inmediatamente todos los miembros de la tribu del perjudicado salían a vengarse de los miembros de la tribu del que había hecho el daño; y la venganza era solo imparables muertes. Esta no fue una ley que le daba a la persona implicada el derecho a vengarse por sí misma; establecía que tenía aplicar el castigo un juez de un tribunal. Los jueces examinarán el caso con toda atención. (Deuteronomio 19:18 RVR). Así que, para el cristiano, Jesús abole la antigua ley de la “venganza limitada” e introduce el nuevo espíritu que excluye totalmente la venganza. Hay no obstante muestras de real misericordia en el Antiguo Testamento. “No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo” Levítico 19:18 RVR. Es Dios a través de Cristo levantándonos como servidores, posicionados espiritualmente, para que el Espíritu Santo fluya en nuestra vida.

Jesús expresa que el verdadero cristiano ha aprendido a no tener resentimiento, ni buscar venganza de ningún insulto, rechazo o desprecio. Debemos aprender del Maestro a aceptar cualquier insulto sin resentimiento, y sin buscar jamás la venganza. Jesús pasa a decir que, si alguien trata de quitarnos la túnica en un juicio, no sólo debemos permitírselo sino ofrecerle también la capa. Él estaba por sobre las calumnias, sobre la difamación, por sobre el rechazo. Si hay una mala actitud de rechazo o de venganza, vamos a matar el amor de Dios. Jesús practicaba el amor sobrenatural de Dios. El perdonaba, bendecía y seguía amando. Estaba por sobre toda la injusticia.

Así que, lo que Jesús está diciendo es que: «El cristiano no insiste nunca en sus derechos; nunca discute sus derechos legales; no considera que tiene derechos legales en absoluto.» Hay personas que no hacen más que insistir en sus derechos. Que se aferran a sus privilegios. Que irán a los tribunales antes que sufrir lo que consideren la más ligera infracción de ellos. El cristiano no debería pensar en sus derechos sino en sus deberes; no en sus privilegios, sino en sus responsabilidades.

Jesús pasa entonces a hablar de que le obliguen a uno a ir una milla; y dice que, en tal caso, el cristiano debe estar dispuesto a ir dos millas. Y esto significa que no tiene sentimientos negativos de rencor hacia nadie.

Hay dos maneras de trabajar en todo ámbito. Se puede hacer el esfuerzo mínimo, y ni una pizca más de trabajo; puede hacer la tarea a desgano y con poca motivación o escaso ánimo, mínima eficacia, y nada más. O se puede hacer con una sonrisa. No sólo tan bien como se debe, sino mucho mejor de lo que se puede esperar de uno. La cuestión entonces es: ¿Cómo se consigue esa actitud divina del amor que no se extingue?

La respuesta seria avivando la llama del amor de Dios en nuestro corazón. Y hay un pasaje que nos puede ayudar en este sentido. “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. Colosenses 3:12-14 RVR

Como escogidos de Dios debemos asumir de que, si somos sus hijos, corresponde tener un compromiso especial y aprender a amar. Somos llamados santos, estamos apartados por Dios. El hecho de ser elegidos por Dios, apartados del mal y amados por Él, debería hacernos cambiar de actitud y tener una cualidad altamente pura y espiritual. La carta del apóstol Pablo a los colosenses nos enseña sobre las siete actitudes que avivarán siempre el amor de Dios en nuestros corazones.

De entrañable misericordia, tenemos que tener una actitud misericordiosa. Debemos ser amables en el trato, ser personas benignas. Buscar ser humildes y mansos, ya que esto enciende el fuego del amor. Tenemos que soportarnos unos a otros, perdonando, vestirnos en el amor de Dios, ese amor puro, y cuando expresamos ese amor puro. Cuando sembramos la semilla del amor puro, hay un vínculo que no se va romper.

Nuestra actitud nos debe posicionar alto, con una mirada al cielo. De esta manera estaremos sentados en las alturas espirituales con Cristo Jesús, cuando aprendamos a amar como Él ama. Dios nos ama, y desea lo mejor para nosotros, no tiene una pizca de venganza por las ofensas que hemos hecho. Nos dará la oportunidad hasta el último momento de nuestra existencia de acercarnos a Su corazón.

El amor divino siempre traerá la presencia poderosa de Dios a nuestras vidas, sanándonos y haciendo milagros.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

Pastor Guillermo Decena

Centro Familiar Cristiano Eldorado

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