El 21 de septiembre de 2014, cuando la policía de Córdoba la rescató, Martina tenía apenas 1 año y 9 meses y llevaba 80 horas -más de tres días- junto al cadáver de su madre asesinada en una alcantarilla.
Su propio padre las había arrojado a ese lugar creyéndolas muertas a ambas después de atacarlas a puñaladas, pero en ese desagüe el espanto y el milagro pudieron hacerse lugar por igual. “Abriste los ojos y el sol guardó su pincel. Porque tu pintas el paisaje mejor que él”, expresó en un emotivo posteo en sus redes sociales “Maru” Acosta, hermana de la víctima, sobre esa beba que ahora tiene siete años y se convirtió en su hija del corazón.
La dramática historia había empezado a escribirse tres días antes, el 17 de septiembre, cuando Paola Acosta salió de su casa junto a su hija Martina para ir al encuentro de su expareja, Gonzalo Lizarralde, quien recientemente y con un estudio de ADN mediante había reconocido su paternidad e iba a entregarle la primera cuota alimentaria: 1400 pesos. “Bajo”, decía el último mensaje de texto que escribió la víctima. Nunca volvió, y esa misma noche la familia de Paola denunció su desaparición.
De acuerdo a la reconstrucción del caso, Lizarralde logró de alguna forma en la entrada del edificio obligarla a subir con su bebé a la parte trasera de su camioneta, las atacó y después trasladó los cuerpos hasta una boca de tormenta ubicada en Domingo Zípoli e Igualdad, justo al lado de una de las panaderías de las cuales él era proveedor. Allí las descartó y se fue después como si nada a su casa, donde su novia, que entonces estaba embarazada, lo esperaba con la cena.
La provincia de Córdoba entera se movilizó por aquellos días para dar con Paola y su hija hasta que, con las primeras luces del Día de la Primavera, se apagó para siempre la alegría de esa fecha para los Acosta. Paola ya estaba muerta cuando las encontraron. Había sido apuñalada cinco veces. Pero la beba, que también estaba herida, seguía con vida entre la basura y las ratas y repetía una sola palabra, un pedido desesperado, cuando la sacaron: “agua”.
El juicio por el aberrante caso llegó un año después. “La degolló, señores”, afirmó el fiscal Diego Albornoz ante los jueces. “La nena tenía cortes en el cuello, estaba con hipotermia y deshidratada en la alcantarilla”, agregó, para después afirmar: “Pido prisión perpetua, ¿alcanza?”. La respuesta era no, no alcanzaba un veredicto para reparar el daño que ya se había hecho. Igualmente, Lizarralde fue condenado a la pena máxima. La única posible.
El testigo clave
Entre las pruebas que lo incriminaron, se tomaron en cuenta las 14 manchas de sangre del mismo grupo que el de Paola que los peritos encontraron dentro del vehículo de Lizarralde pese a que lo había hecho lavar tres veces, y la declaración de un testigo que lo ubicó en la escena del crimen.
Localizaron en Gobernador Roca al adolescente buscado en Salto Encantadohttps://t.co/qZcsMYlM3b
— misionesonline.net (@misionesonline) September 18, 2021
Fuente: TN