Aniversario: la carrera de Licenciatura en Genética cumple 45 años en Posadas

Desde hace 45 años la carrera de Licenciatura en Genética, que se dicta en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Misiones (Unam) en Posadas, brinda a la sociedad profesionales preparados para el desarrollo y la investigación, en distintas áreas científicas, vegetal, animal y humana. Creada en 1975, es la primera carrera en su tipo en Sudamérica. En su aniversario, los primeros egresados recordaron al impulsor de la carrera: Mario Beltrami.

La licenciatura en genética es una de las carreras más requeridas por estudiantes de toda América Latina y su nivel académico es reconocido por todo el ámbito educativo. La carrera de licenciatura en Genética comenzó a funcionar en 1975, en el Instituto del Profesorado de Misiones, ubicado en el edificio de calles Tucumán y Rivadavia. Se creó en 1975 por impulso del profesor de biología Mario Beltrami, formado en la Universidad Nacional de La Plata.

«Beltrami, ya no está con nosotros pero dejó conocer la ciudad con otra mirada, con la mirada de la ciencia, donde para muchos aun hoy es algo lejano, aunque forme parte de nuestra vida cotidiana», cuenta Verónica G. Teza, licenciada en Genética y magister en Biotecnología.

«A un año de haber sido creada la Facultad, un profesor tuvo la visión de ver una carrera del futuro y todos los que estuvimos en ese momento, le dimos nuestro apoyo», recuerdan los primeros egresados.

«Es indiscutible que la curiosidad es una de las características fundamentales del ser humano, y las ciencias son las que nos dan las respuestas a muchas de las preguntas que nos hacemos. A pesar de ello, y del papel indiscutible que tiene en el impulso económico de nuestra sociedad, a la ciencia le cuesta ganarse un espacio entre las inquietudes culturales de la población. Por ello hace ya bastantes años que se crean iniciativas para sensibilizar a la población sobre la importancia que tiene la cultura científica y convertirla en un oferta turístico-cultural-educativa más. Nos permite descubrir la ciudad con una perspectiva nueva: la mirada de la ciencia. Sobre todo, cuando la propia ciudad está en plena adaptación a la sociedad del conocimiento, y la ciencia y la tecnología desempeñan un papel esencial en la transformación», sostiene Teza.

Los primeros egresados: Alberto Fenocchio (primer doctor en Genética de la carrera), María Cristina Pastori (primera egresada de la licenciatura), Lila Sánchez, Roberto Stetson, Marta Yagia y Amada Rolón. También María Alicia Gorostiaga, Miguel Angel Triay, Gladys Roszinzecky, Ana María Noguera, Irene Stetson, Nelly Toresani. Lourdes Hirt y Dora Inés Kozusny. «Con audacia y curiosidad eligieron empezar y culminar la carrera de genética, la primera en Latinoamérica, por muchos años, y ellos fueron que, con entusiasmo, apostaron a continuar y acrecentar el sueño cumplido por el profesor Beltrami.  Una vez culminado sus estudios y ya graduados como licenciados, se volcaron a la docencia para continuar con la flamante carrera que hoy en día sigue acrecentando y ubicando a distintos profesionales en todo el país y en diferentes partes del mundo, como flamantes genetistas que empezaron su carrera, aquí en este rincón que se conocía por las Cataratas de Iguazú, y atrajo de todas partes del país y de Sudamérica, jóvenes visionarios con ansias de ser científicos y poner su granito de arena en tan complejo mundo de la ciencia», relata Teza.

Pastori recuerda a Beltrami como un profesor «estusiasmado». «Se embarcó en esta carrera que en ese entonces, para muchos era casi una locura, porque era crear en una universidad chiquita, apenas conocida, una carrera nada convencional. Fue muy audaz para la época y se concretó en 1975», añade.

Desde la «tierra colorada» se logra formar cada año  una gran cantidad de científicos preparados.

«Todo esto supera nuestras expectativas», cuenta por su lado, Lila Sánchez.

«Se siente mucho orgullo cuando uno ve a sus exalumnos trabajando en distintos lugares del mundo», confiesa Amada Rolón.

 

«Sin duda, todas las especies que pueblan nuestro planeta azul están sometidas a un mismo proceso de evolución: la continua adaptación de sus complejas estructuras de moléculas de carbono al medio. Esta permanente interacción de los organismos con el medio se realiza mediante los sentidos y resulta más sofisticada cuando más evolucionado es el sistema sensorial de cada especie», señala Teza.

«En el transcurso de los tiempos, los sistemas sensoriales de ciertas especies han evolucionado lo suficiente como para crear estructuras capaces de guardar memoria de sus propias experiencias de adaptación con el fin de utilizarlas oportunamente. No obstante, pocos organismos han conseguido un lenguaje capaz de integrar esas experiencias (conciencia), y tan sólo una, la especie humana, ha llegado a crear, además de ese lenguaje, la tecnología necesaria para comunicarse con los otros individuos de su propia especie y así conseguir que esas experiencias le sobrevivan y se constituyan en cultura, formando un todo que es mucho mas que la simple suma de sus partes», sostiene.

«Gracias a su herencia cultural, el hombre intenta dar respuesta no sólo a la naturaleza de las cosas sino, además, a la naturaleza de la causa de esas cosas, así se plantea el poder encontrar la respuesta a la evolución del universo. El conjunto de todas esas preguntas se puede integrar en tres, sin duda tópicas, que constantemente nos hacemos: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos? Interrogantes que permiten múltiples, pero no concluyentes respuestas. Desconocemos todavía la mayor parte de nuestra propia historia e ignoramos todavía los concretos antecedentes antropológicos del ser humano, el llamado eslabón perdido que marcó el punto de inflexión en la evolución que originó nuestra especie. No obstante, de lo que estamos seguros es de que fue ese hombre sapiens el primero que levantó la mirada al cielo y comenzó a plantearse las tres preguntas citadas», dice Teza.

«Desde aquel día la innata indiscreción y curiosidad del ser humano nos ha llevado hasta la luna y nos ha situado en el umbral de la revolución del siglo XXI, la revolución científica que se deriva de las actuales investigaciones en el campo de la biología molecular. Solamente unos privilegiados – los científicos- son capaces de dar repuestas parciales a las tres preguntas del qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Pero la sociedad entera quiere conocer, saber, entender…. Y la responsabilidad de la ciencia es intentar contestar a estas lógicas ansias del ser humano», finaliza.

 

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