Aldo Grasso sobre el desarrollo foresto-industrial argentino y la crisis de rentabilidad del negocio: «Es momento de una reingeniería total»

Una necesaria reingeniería sectorial propone el consultor forestoindustrial Aldo Grasso, tras analizar las debilidades estructurales que enfrentan los actores de toda la cadena valor y que hacen foco en la crisis de rentabilidad del negocio desde hace más de una década.

 

En una entrevista con ArgentinaForestal.com el profesional, consideró que es necesario realizar en principio una fuerte autocrítica sectorial que permita ver la realidad que se transita y abrir el diálogo para alcanzar el desarrollo forestal de la Argentina, estancado en los últimos años por un conjunto de factores que analiza el profesional. “Si hacemos lo mismo de siempre no se lograrán resultado diferentes. Hay que repensar el negocio para atender los problemas de coyunturas, pero también atacar los problemas que son estructurales y que están siendo postergados. Hay que ver nuestra realidad”, indicó. Por otra parte, reflexionó en que “no hay que dilapidar esfuerzos equivocando los temas a tratar en la agenda sectorial”.

 

Sobre la recuperación de la demanda de madera en las últimas semanas de julio dijo que solo es un “oxigeno” frente a una situación límite de parálisis absoluta.  “Cualquier reactivación por pequeña que sea, pareciera satisfactoria y esto, es lo que quiere decir la gente del negocio cuando hace esos comentarios de “no damos abasto” con los pedidos; pero insisto, “este oxígeno” enmascaró recientemente y de alguna manera, parte de los problemas estructurales que el sector sufre desde hace más de una década y que son los que quiero visibilizar en mi planteo de necesaria restructuración”, sostuvo el consultor.

 

AF: ¿Antes de la pandemia había un escenario que ya demandaba cambios en la mirada sobre el negocio forestal?

AG: Sin dudas. La pandemia ha originado cambios coyunturales en nuestro sector que hasta el momento nos resultan difíciles de medir en cuanto al impacto definitivo que ellos tendrán, pero que en algunos aspectos agudizaron ciertas dificultades de carácter estructural que la actividad afrontaba desde hace ya mucho tiempo.

 

Por otra parte, se podría ser optimista y pensar que pudo propiciar un momento histórico que puede ser aprovechado con buen criterio para buscar revertir la situación compleja de fondo que atravesamos.

 

En lo personal, lo que desde hace tiempo planteo en todos los foros sectoriales en que me resulta posible hacerlo, es la urgente necesidad de reinventar el negocio foresto industrial en la Argentina, basándome como principal argumento de autocrítica, en la forma en que hemos ido perdiendo rentabilidad en todos los eslabones de agregado de valor de la actividad foresto industrial, hasta llegar hoy a la situación de la no percepción de renta alguna.

 

Desde hace algunos años hacia el presente, diría, desde la fuerte caída de las exportaciones hacia finales del 2009 más precisamente, el negocio fue perdiendo sistemáticamente rentabilidad y esto es el origen de todos los males que hoy nos aquejan: bosques desatendidos silvícolamente hablando (sin manejo forestal en poda y raleo para obtener madera de calidad para la industria) y por consiguiente de mala calidad a futuro, un parque industrial de aserrío absolutamente obsoleto en su tecnología y sin reinversión posible en sus procesos de remanufactura, y prestadores de servicios forestales agobiados por una incapacidad financiera, que les impide siquiera mantener operativos sus equipos de cosecha, extracción y carga.

 

Todo este contexto, generó un “desacelere” del negocio que desmotivó tanto a pequeños y medianos productores locales, como a empresas transnacionales que ni siquiera logran alcanzar en nuestro país rentabilidades cercanas a la de sus propias operaciones en los vecinos países de Chile, Brasil y Uruguay.

 

Pero lo insólito, y en lo que se fundamenta mi planteo desde hace tiempo, es que ante esta situación manifiesta, consideremos que la solución en lo que se refiere a políticas para el sector, es seguir haciendo “más de lo mismo”. Creo que no es así.

 

Por eso, defiendo y pregono sobre la necesidad de una reingeniería total del negocio, que parta…desde la redefinición de las especies que implantamos, pasando por el análisis de las diferentes escalas del negocio como unidades económico – productivas eficientes, hasta la clara definición de los destinos de uso y mercados finales del material que producimos y que se producirá de aquí en más.

 

Para que se entienda, es lógico por ejemplo, seguir plantando única o mayoritariamente Pinus y Eucaliptus, que si bien fueron acertadas en su elección en el momento de conformar el sector, son especies destinadas mayoritariamente a la trituración y a la construcción de obra y con las cuales nos resulta difícil acceder a mercados como los del Mueble de calidad o de Madera Estructural. En paralelo, propongo como necesario repensar y determinar si esas especies, deben ser producidas por la grandes empresas que tiene su negocio asociado a esas actividades comerciales y si por ello se debe “motivar” a los pequeños y medianos productores a plantar especies “no tradicionales” para abastecer a otro tipo de mercados. Estas son preguntas que me planteo cotidianamente.

 

En las últimas reuniones sectoriales y en el Plan Estratégico recientemente definido, se enuncia la pretensión de aumentar  la cantidad de hectáreas implantadas en el País, para llevarlas desde las aproximadamente 1.200.000 hectáreas actuales hasta las 2.000.000 de hectáreas en los próximos años, sin ninguna consistencia argumental que nos indique cuál sería la razón estratégica para ello.

 

Creo más razonable, que ese patrimonio adicional que pretendemos agregarle al sector; unas 800.000 hectáreas, lo cual me parece bien, sean aplicadas a otro tipo de especies de maderas, como el Paraíso, la Grevillea, la Toona o el Kiri para la región mesopotámicas y otras de igual o semejante aplicación (Salix y Pópulus por ejemplo) para otras regiones del país.

 

¿No tendría mayor razonabilidad destinar ese potencial de crecimiento a especies de otro valor específico y aplicación?. Esos son los interrogantes que debemos respondernos como sector.

 

 

AF: ¿Y en el plano industrial cuáles considera serían los interrogantes?

AG: Ya en un planteo macro, pero ante la necesidad de la definición de escalas de las que hablo, es pertinente identificar cuál es exactamente el número de hectáreas y la características de plantaciones que requieren las compañías más importantes del mundo, que afrontan industrializaciones mixtas y complementarias de trituración y aserrado, y definir las políticas sectoriales para poder “valérselas” de modo de propiciar su instalación o radicación en el país.

 

Este volumen crítico, deberá ser constituido claro está, por las existencias actuales de productores locales, a lo que debería sumarse el que estas compañías deben necesariamente autogestionarse. Esto volvería a movilizar y poner de pie al sector prestador de servicio y al metal-mecánico asociado. Y recién a partir de esta definición y la evaluación por “saldo disponible” de terreno, de la oportunidad para especies latifoliadas destinadas a otras especificaciones, podremos volver a repensar el negocio, direccionar estratégicamente los  subsidio y optimizar esfuerzos.

 

En esta restructuración sectorial, considero que las industrias deben atravesar un proceso semejante al de posicionamiento por escala, que propongo para el forestal. En el mundo no todos los tamaños de aserradero hacen la misma cosa, muy por el contrario.

 

Pienso que los grandes aserraderos, deben producir grandes volumen de madera de Pinus y Eucaliptus seca (commodities), lo cual debido a su escala pueden hacerlo eficientemente. En tanto, los aserraderos más pequeños, tiene dos caminos, o aserrar otro tipo de material como el de las especies no tradicionales mencionadas o bien aquellos que ya cuenten con una estructura básica de segunda transformación, reestructurarse hacia plantas remanufactureras “puras”, parar sus ineficientes líneas de aserrado y a partir de la tabla producida por las grandes industrial convertirlas en productos intermedios y finales (specialities).

 

En esto se basa, y es esta mi visión particular, sobre la reingeniería que el sector necesita atravesar, tanto en el orden forestal como el industrial.

 

AF: Con la cuarentena por COVID-19, la crisis fue de mayor caos al principio, pero parece ser una oportunidad después de pasadas algunas semanas. Cerrando julio referentes de las Pymes madereras expresaron que “no dan abasto” para la demanda interna que se presenta. ¿Cómo explica este “boom”?

AD: Eso es cierto y hasta razonable le diría, aunque lejos está de ser un “boom” de la actividad. Solo debe tomarse como un “poco de aire fresco”.

 

Como le decía al principió de la charla, la cuarentena confundió en parte la definición de la problemática real de nuestro sector; fíjese, desde varios años a esta parte, se viene evidenciando la sobreoferta de materia prima (rollos básicamente) y a partir de ello, produjo incluso mucho ruido la venta de madera en rollos a países asiáticos, ya que generó un profundo debate sobre la incongruencia o no de esas operaciones (exportamos subsidios… dicen quienes cuestionan). Pero si lo analizamos en detalle, eso tiene también una lógica de carácter estructural y no actual o coyuntural, es solo la búsqueda de alcanzar una renta empresarial con una disponibilidad no demandada de productos y esos es razonable. No seamos líricos, eso debe ser así.

 

Como explicaba inicialmente en la charla, desde la crisis inmobiliaria de los Estados Unidos en 2009, el sector no exporta volúmenes considerables de productos madereros, lo que originó caídas significativas en los niveles de industrialización; pero los volúmenes producidos, eran sin embargo suficientes para abastecer un mercado doméstico por aquellos años benévolo por el auge de la construcción, a los que se sumaron “a posteriori” unos pocos negocios de exportación que duraron solo el tiempo que los efectos de las continuas devaluaciones, lo permitieron.

 

El sector, convivió con esos bemoles del mercado a través de los años y subsistió; pero ahora durante el principio de la pandemia, lo que se generó fue una “crisis de negocios”, una “crisis de mercado”, un parate total de la economía, que originó que no haya ventas de ninguna naturaleza y ni siquiera industrialización alguna por un tiempo a pesar de que nuestro sector fue unos de los primeros en “retornar” sus operaciones, a partir del 6 de abril, y aún cuando debió afrontar todos los inconvenientes que la cuarentena general originaba en el transporte, la movilización de personal, el abastecimiento de materia prima, etcétera.

 

Un poco más adelante, es obvio que ante esta situación límite de parálisis absoluta, cualquier reactivación por pequeña que sea, pareciera satisfactoria y esto, es lo que quiere decir la gente del negocio cuando hace esos comentarios; pero insisto, “este oxígeno” enmascaró recientemente y de alguna manera, parte de los problemas estructurales que el sector sufre desde hace más de una década y que son los que quiero visibilizar en mi planteo de necesaria restructuración.

 

La indefectible reingeniería

AF: ¿Cuáles serían, en resumen, los principales problemas que se deben atender hoy de coyuntura del sector foresto-industrial, y en ese contexto cuáles siguen siendo los principales problemas estructurales?

Los que expuse inicialmente respecto a los productores sin entusiasmo en continuar en el negocio, debido a que la rentabilidad que esperaban obtener durante los años que plantaron, está en un tercio a moneda constante respecto a lo que calcularon percibirían.

 

Por otra parte, un parque industrial de aserrío y remanufactura obsoleto, con equipos que se remontan a tiempos de la convertibilidad, sin acceso real al crédito desde hace varios años y por consiguiente sin posibilidad alguna de reinvertir en el negocio. Como dije, con el subsector “satélite” de prestaciones de servicios, ahogados financieramente y sin ninguna alternativa posible siquiera de afrontar el mantenimiento y la funcionalidad de sus vetustos equipos.

 

Por ello, es que mi planteo pretendo ir más allá de la simple enumeración de los problemas que nos aquejan y que son intrínsecos del sector, a los que deben sumarse claro está, aquellos de carácter exógenos que podrían ser los de siempre; la presión tributaria y los asociados a los elevados costos de la operatoria y logística ajena.

 

Nosotros tenemos hoy más que nunca que optimizar los recursos y destinarlos a lo que realmente sea de impacto para la actividad. Es en este punto donde me cuestiono, por ejemplo, sobre la razonabilidad de volver a subsidiar en lo mismo que venimos haciendo hace muchos años y que marcadamente hoy no está dando sus réditos, por ejemplo.

 

No me considero crítico, muy por el contrario, de los sistemas de incentivo que se implementaron a lo largo de nuestra historia sectorial y en tal sentido, me animo a decir que hemos contado siempre con una apropiada política forestal acorde a cada momento y necesidad histórica. Desde la desgravación impositiva, que permitió que firmas de otros rubros se constituyan en empresas forestales para así fortalecernos como sector, pasando por el crédito forestal que propició alcanzar la masa crítica de hectáreas plantadas necesarias para constituirnos en un sector atractivo, incluso para empresas transnacionales que se instalaron por ello en el país; y por último una clara mención a la ley 25.080 y su modificaciones, que si bien tuvo problemas de implementación y aplicación, le dieron desde su aprobación un marco político y legal al sector.

 

Pero de aquí en más, nos debemos a políticas sectoriales que nos permitan alcanzar rentabilidades razonables y comparables a los niveles internacional, más allá de las cuestiones de índole cambiaria que claro está, no colaboran. De no ser así, nuestro negocio no podrá crecer, seguiremos en retroceso y no solo no lograremos nuevas inversiones en nuestro país, sino que propiciaremos el retiro de las ya existentes, peor y más irónicamente hacia nuestros vecinos países.

 

AF: ¿Cuál es su visión del sector primario?

AG: El sector primario tiene una estructuración distinta según las diferentes regiones o provincias de nuestro país. Misiones pese a la presencia de grandes empresas, que cuentan con muchas hectáreas propias en la zona  del Alto Paraná, cuenta con una estructura, a mi entender, sumamente atomizada en pequeños y medianos productores  (colonos cariñosamente) que sufren en gran parte la problemática planteada a lo largo de esta charla. Salvo raras excepciones, presentan plantaciones de baja calidad producto de la falta de intervenciones silvícolas, atribuibles al no pago de los planes (Ley 25.080) y la imposibilidad económica de afrontarlas por cuenta propia o simplemente por desinterés o desconocimiento, a lo que se debe sumar la desmotivación que como ya dije tiene la actividad, a causa de su baja rentabilidad.

 

En cuanto a la provincia de Corrientes, presenta otra conformación debido a la coactuación entre empresas forestales nacionales y transnacionales de gran envergadura y productores ganaderos propietarios de grandes superficies de campo hoy devenidos a forestadores. Esto, que le permitió estructurar un patrimonio forestal interesante, pero a decir verdad no mucho mejor manejado silvícolamente hablando respecto a su vecina Misiones.

 

Por otra parte, cuenta con un número reducido de industrias y con grandes problemas en lo referido a la logística de extracción y a su infraestructura caminera. Fuentes no oficiales, estiman que en un 65%  de las existencias forestales de esa provincia, son de dificultosa extracción forestal.

 

Ante ese panorama, (la provincia de Entre Ríos comparte esta problemática con ambas provincias mesopotámicas), todo aquello que hemos generado de bueno en la creación del sector y que he enumerado, se sumerge en un sin número de problemas que convierten de por sí a la actividad en deficitaria.

 

Los bosques de difícil extracción, generan altos costos operativos que dejan sin rentabilidad alguna a los alicaídos prestadores de servicio de cosecha y extracción. Aquellos mal manejados, otorgan bajos rendimientos de aserrado que contribuye a la baja rentabilidad industrial e impide de alguna maneja el mejor pago de la materia prima y así sucesivamente dentro de un circulo para nada virtuoso.

 

Esta problemática, no alcanza totalmente pero si en parte, a las grandes compañías que actúan en esta región, que por lo general han podido encarar en tiempo y forma los trabajos silviculturales correspondientes, financiados por sus casas matrices o subsidiados por otras actividades de los grupos. Aunque, de todas maneras, no les ha permitido mejorar sus precios de mercado de materia prima y alcanzar rentabilidades razonables en sus actividades primarias a pesar de ser ellas las verdaderas formadoras de precios.

 

Fíjese Ud. la gravedad del caso, en ninguna de las escalas mencionadas, el producido por la venta (en este caso del material triturable y maderable) ha logrado sostener los costos de reimplantación y la imposibilidad de “reposición” es crucial en la trascendencia a través del tiempo de cualquier tipo de negocio. Algo marcadamente grave, no funciona en el negocio.

 

 AF: ¿Y cuál es su visión de la industria de la madera y cómo debiera replantearse el negocio en este segmento de la cadena para recuperar competitividad y rentabilidad?

AG: Mi visión para el sector industrial es extrapolable a lo ya expresado para el sector forestal. Como lo mencioné para ese caso, también por una cuestión de escala, las grandes empresas deben producir “mucho” de lo que son capaces de hacer económica y eficientemente, es decir, tablas simplemente aserradas y secas. Y las PyMEs industriales remanufacturar esas tablas a productos intermedios y finales para la industria del Mueble y de la Construcción.

 

Esto que menciono, no es otra cosa que la forma en que conviven en otros sectores foresto-industriales de mundo, las grandes compañías madereras con las pequeñas y medianas empresas del sector; las primeras producen grandes volúmenes y las segundas, los remanufacturan.

 

Claro está, que esta reconversión sectorial requerirá de inversiones que permitan esa transformación de aserradores a remanufactureros puros y su necesaria reinversión tecnológica, pero direccionando los recursos que entiendo deberíamos dejar de aplicar en el incentivo a la forestación, y lo podríamos aplicar en apoyo a la industrialización, que en definitiva, fue lo que se pretendió de las últimas modificaciones a la Ley 25.080: el incentivo a la industria.

 

AF: ¿Cómo Ud. propone que se debería replantear el negocio?

AG: Por todo lo expresado, es que mi visión se centra en una necesidad de repensar y reinventar el negocio, plantear una reingeniería de todos los procesos de la operación foresto – industrial.

Creo que ha llegado el momento de asumir en el sector que las forestaciones de Pinus y Eucaliptus, tal como han sido concebidas en nuestro país, fueron a imagen y semejanza de otras regiones del mundo; como ejemplo, los países escandinavos para el Pinus y Australia o Nueva Zelanda para el Eucaliptus, que requieren de una determinada escala que no estamos en condiciones de afrontar con la actual estructura sectorial y que mucho menos podemos seguir incentivando a través de políticas y programa de fomento, como los que estamos pensamos rescatar o seguir implementando.

 

Esto no significa políticamente hablando (y que bien se entienda por favor), que debamos abandonar ese patrimonio que tantos años nos llevo constituir, pero si entiendo que es necesario direccionarlo a través de políticas de aplicación efectiva. Debemos re-direccionar estas existencias de plantaciones hacia compañías que si pueden afrontar ese tamaño de negocios, para así poder destinar todo nuestro esfuerzo público y sectorial a lo que las pymes forestales realmente pueden manejar y hacer económicamente eficiente.

 

Ante este planteo, habrá quienes me digan: “Pero esto requerirá de una fuerte política de captación de inversiones internacionales que la situación del país no está en condiciones de propiciar “. Y es cierto, pero este debe ser el desafío y el principal tema en la nueva agenda política del sector.

 

Negocios sostenibles

AF: ¿En ese contexto, las PyMEs pueden reducir su nivel de informalidad en este sector?

No creo que las PyMEs tanto forestales como las industriales, tengan un nivel de informalidad manifiesto, al menos en lo que tiene que ver con sus condiciones legales técnicas y comerciales, si tal vez, muchas de ellas localizadas en zonas recónditas, puedan manejarse con cierta informalidad en lo referido a lo económico e impositivo, pero respecto a ellos, debo decir algo políticamente incorrecto: la falta de rentabilidad y por consiguiente la urgencia de lograr la supervivencia de sus empresas, es lo que muchas veces “propicia” esta situación de informalidad que Ud. plantea.

 

Las Pymes foresto-industriales se manejaron siempre con cierta pericia técnica y profesional, en los momentos históricos que debieron hacerlo. En momentos de dar un paso adelante en la escala de agregado de valor, cuando debieron empezar a secar madera, a remanufactura o encolar,  siempre se valieron de los medios para hacerlo eficientemente y en épocas de exportación, negocios que desconocían por completo, siempre se ingeniaron para afrontar esa actividad de la mejor forma, pero todos estos esfuerzos caen en la nada, cuando empiezan a perder rentabilidad y el negocio “no te cierra”, o no te permite amortizar tus instalaciones, reinvertir y en definitiva crecer empresarialmente.

 

Por ello, es que en este replanteo que propongo debemos afrontar, considero que son las Pymes madereras quienes requieren de la mayor apoyatura sectorial a través del trazado de políticas claras que así lo permitan y de incentivos a su producción.

 

Cuando hablamos en algún momento de la charla, que a través de los años contamos siempre con políticas forestales apropiadas en el momento que cada situación lo requería, considero que es este el momento del incentivo a la reconversión industrial y el apoyo a la producción. En esto, dimos realmente un paso atrás y lo debemos asumir, ya que en parte lo habíamos logrado durante la segunda mitad de la década de los ‘90.

 

AF: ¿Cuál sería la “reingeniería” que se necesita? Por dónde empezar a corto, mediano y largo plazo. ¿Hay que hacer nuevos planes estratégicos, actualizar o replantear lo que actualmente se plantea?

AG: La reingeniería que necesita el sector y que tanto vengo pregonando, la tenemos que definir entre todos. Y cuando digo entre todos, no hablo solo de los forestales; yo imagino cuando la pandemia lo permita, un gran Congreso Forestal Nacional como los que se han hecho exitosamente a lo largo de nuestro historial, pero con una temática única: “La reingeniería del sector” donde se conformen comisiones para cada problemática (forestal, industrial, transporte, etcétera), todas abocadas a la búsqueda de soluciones que contribuyan a mejorar la rentabilidad del sector.

 

Ya no un congreso con fuerte componente técnico, como lo fueron los anteriores, si no pensar uno con una temática que amerite la búsqueda de soluciones para el negocio.

 

Ya no más planes estratégicos a 20 o 25 años que solo nos definan el marco legal y la forma en la que se subsidiarán las forestaciones de manera tal de aumentar nuestro patrimonio forestal en el país, sin que nos digan “qué plantar”, o para “qué destino final de uso”, o cómo las vamos a cuidar a través de los años, cómo vamos a transportar, y con qué logística la vamos a comercializar.

 

El negocio forestal no “termina” en la acción de plantar, es apenas allí donde realmente “empieza” y todas las vicisitudes por la que atraviesa esa plantación a lo largo de su desarrollo hasta su comercialización. Sobre estos temas tenemos que trabajar en esta nueva etapa de definiciones de la Política Forestal de la Argentina y en las provincias, la cual propongo analicemos y construyamos mancomunadamente.

 

 

 

Lea la entrevista completa en ArgentinaForestal.com 

Diálogo sectorial: ¿en la nueva Mesa Forestal e Instituto Provincial?

Logística, la gran estrategia pendiente para mejorar la rentabilidad del negocio

 

 

Por Patricia Escobar 

@argentinaforest

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