Shunsuke Oda fue designado por el Gobierno de Japón como un referente del arte culinario en el mundo, en consecuencia de la labor desplegada en Encarnación para esparcir su cultura y compartir los sabores más claros y característicos de la cocina japonesa.
Como desde hace seis años, durante el mes de febrero las autoridades de Japón otorgaron la designación de Embajador de Buena Voluntad de la cocina japonesa y en esta ocasión quién tuvo el honor de ser elegido como tal fue en encarnaceno Shunsuke Oda.
“Soy el único que hasta el momento recibe esta mención en Paraguay y para mi es un gran honor”, expresó Oda.
Shunsuke es hijo de inmigrantes japoneses y desde que era niño –según relató- vio a los integrantes de su familia brindar el servicio de alojamiento, en la tradicional zona baja de Encarnación. Un lugar en el que además se cocinaba y ofrecía a los huéspedes algunos de los platos más tradicionales de la cocina de Japón.
Inspirado por ese arte, y con la vocación de servicio arraigada a su vida, Shunsuke decidió encarar un proyecto similar, en el que la protagonista principal sería la gastronomía japonesa. Con ese objetivo, culminó sus estudios secundarios a los 17 años y emprendió un viaje a Japón.
Estando del otro lado del mundo, el encarnaceno comenzó a formarse y a especializarse en una de las ramas de la cocina japonesa, la más tradicional y conocida en el mundo: el sushi.
“El sushi se logró expandir por todo el mundo y la gente relaciona la comida japonesa con él. En occidente, fuera de Japón, el sushi es lo más importante”.
Si hay algo que caracteriza a la cultura japonesa son sus valores, arraigados al trabajo duro, la disciplina, el orden, el respeto y la sutileza.
Después de tres años Oda volvió a la nación que lo vio nacer, con el deseo de aplicar lo aprehendido y de enseñar acerca de las raíces de su cultura. Con mucho esfuerzo abrió las puertas de Hiroshima, pero intentar instaurar ese tipo de gastronomía no fue fácil. Se encontró con barreras -tanto económicas como culturales- que hicieron difícil su transitar.
“Cuando cayó el peso la situación fue terrible, hasta pensé en cerrar por un tiempo el restaurante e ir a trabajar en Japón. Pero gracias a que esto (el local) era nuestro pudimos aguantar y luego la cuestión fue mejorando, nuestros clientes empezaron a volver”.
Transcurrido ese periodo de crisis, y después de cinco años de actividad, con una gran cantidad de clientes apoyando el emprendimiento en Encarnación, Oda y su familia decidieron modificar la infraestructura del restaurante:
“Los clientes ya nos exigían otras cosas y ahí dijimos que el local estaba quedando viejo y que teníamos que remodelarlo. Así emprendimos la remodelación completa del restaurante, lo único que dejamos es una barra de araucarias, lo demás se cambió por completo”.
Omotenashi: “hospitalidad”, “bienvenida” o “servir desde el corazón”
Omotenashi es la palabra que eligió el maestro Oda para cerrar su relato y es la definición justa para describir la experiencia que puede vivir el visitante que llega al restaurante Hiroshima.
La hospitalidad de su gente, el matiz de los gestos, las miradas y las palabras. La decoración idónea, las melodías calmas y relajantes de la tradicional música oriental. Un salón con amplia capacidad. La clásica vajilla de porcelana y los utensilios. Las técnicas culinarias y los ingredientes de altísima calidad, sus sabores, colores y proporciones.
Las bebidas, los postres y un proceso de producción que involucra mucho tiempo y a muchas personas, las cuales comparten un mismo objetivo: llevar a la mesa de los comensales los sabores más claros y característicos de la cocina japonesa.
Hiroshima: la casa en donde la especialidad es el sushi y en la cual el gourmet no solo transita por la experiencia de haber consumido un producto sabroso y de calidad. Se lleva consigo la sensación de haber trasladado sus sentidos al otro lado del mundo y de haber descubierto solo algunos de los rasgos característicos de la gastronomía japonesa, los cuales -sin dudas- lo dejarán con ganas de volver por más.
Hiroshima, calle 25 de Mayo, Encarnación, Paraguay.
De martes a domingos, de 11:30 a 14 horas y de 19 a 23:30 horas. Sábados de 19 a 00 horas.
F.S.
