Nuevos líderes, sin títulos ni etiquetas

Los nuevos líderes ya no se pavonean con cargos, títulos, etiquetas y posiciones oficiales.

Para que una persona sea, hoy, valorada como líder tiene que transpirar ganas de hacer cosas, de lograrlas con excelencia y de llevar a cabo proyectos valiosos… más allá de las conveniencias propias y de su equipo.

Ya nadie inspira a otros mostrando “qué tan lejos llegó”. Inspiramos por medio  de nuestra visión del futuro, por medio de lo transformadoras que son nuestras ideas.

Inspiramos si somos equilibrados, si damos lugar a personas de diferentes entre sí, si involucramos a otros activamente en  nuestros proyectos.

Por supuesto: todavía  existen (muchos) jefes de la  vieja escuela que muestran cómo “el que llega es el más hábil en el  engaño, la finta, la especulación y el cálculo…”.

Pero eso está cambiando. Especialmente porque, en una época en donde es cada vez más difícil ocultar nuestras incompetencias, necesitamos vivir una vida plena de intercambios, colaboración, profundidad y vocación para lograr la excelencia que, luego, será lo que inspire a otros.

Un buen líder influye en los demás sin preocuparse en ser un “influencer”. Inspira y motiva sin comportarse como un “motivador de vestuario”.

Provoca cambios positivos en su entorno sin representar al típico “provocador de  barricada”.

Los nuevos líderes casi no se preocupan en ser líderes: hacen las cosas para lograr ser las mejores versiones de ellos mismos y, así, nos contagian y contagian a quienes vale la pena contagiar.

 

 

 

(*)Por Eduardo Kastika

 Dr. en Ciencias Económicas, Profesor Titular (UBA). Conferencista Internacional. 

@EduardoKastika

 

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