Desde del INTA advierten que la cosecha mecanizada de yerba obliga a redefinir la función del tarefero

Conforme la mecanización de la cosecha se generaliza cada vez más en los yerbales de Misiones, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) analiza cómo se debería adecuar la estructura de las plantaciones y las prácticas culturales en búsqueda de la eficiencia.  Afirman que en ninguno de los modelos que se están desarrollando prescinden de la mano de obra del tarefero, pero advierten que el cosechero debe reconvertirse de un podador especializado. En materia de genética, el INTA dispone de plantas de origen biclonal con rendimientos promedio que superan los 15 mil por hectárea, con el manejo adecuado.

 

El desarrollo de nueva tecnología y la experiencia acumulada por las grandes empresas del sector propiciaron avances en la mecanización de la cosecha de la yerba mate, que progresivamente se va consolidando como una tendencia que genera interés incluso entre productores pequeños. Prueba de ese interés, el INTA recibe una demanda cada vez más grande para que desarrolle tecnología asociada a esa práctica.

 

El ingeniero agrónomo Mario Kryvenki, uno de los especialistas en yerba mate de la estación experimental INTA-Cerro Azul, indicó que las investigaciones del instituto asociadas a la mecanización de cosecha están orientadas a analizar aspectos estructurales de las plantaciones –en lo referente a densidad y ancho de los lineos por ejemplo- con el objetivo definir qué estructura se adapta mejor a la tecnología existente de mecanización de cosecha.

 

Destacó que la experiencia obtenida hasta ahora en empresas que incorporaron algún grado de mecanización a su cosecha demuestra que la utilización de máquinas no implica abandonar la mano de obra, ya que para que las cosechadoras puedan operar sin afectar el desarrollo de las plantas, es necesaria la intervención de un podador especializado, antes y después de la cosecha.

 

“Empresas que ya están trabajando en buena parte de su superficie cultivada con cosecha mecánica están viendo que resulta imprescindible la mano de obra en el manejo de las plantas, en algún momento entre los ciclos de cosecha hay que intervenir para ir arreglando la planta”, indicó.

 

Puntualizó que además de la preparación previa a la cosecha, que incluye la formación de una “mesa de corte” para que pueda trabajar la máquina, también hay que hacer una poda posterior a la cosecha para evitar problemas que surgen en la brotación por el tipo de corte que hacen las cosechadoras.

 

“Se forman muchos nudos en la madera donde hay una superproducción de yemas que dan brotaciones muy chiquitas, eso hay que ir eliminando. Es la reacción de la planta ante la acción de una máquina que corta siempre en el mismo lugar dejando los puntos de brotación  siempre a la misma altura, cosa que no ocurre con la cosecha manual porque el operario tradicionalmente deja aumentos, una porción de tallo sobre la cual se estimula la brotación de yemas a partir del cual se vuelven a diferenciar futuras banderas y ramas finas que son recolectadas en el proceso de viruteo. Cuando se interviene mecánicamente desaparece el aumento y se produce una competencia en un mismo punto de un montón de yemas axilares, hay un agrandamiento del tallo y no se producen banderas ni ramas cargadoras, eso hay que arreglar en la planta y esa es una intervención que va a tener que seguir siendo manual”, enfatizó.

 

Teniendo en cuenta esta necesidad de mano de obra en las plantaciones, el investigador afirmó que la mecanización de la cosecha no necesariamente pasará a retiro a los tareferos, pero sí obliga a redefinir la función del trabajador rural en la actividad yerbatera, que pasaría de ser un cosechero a ser un podador calificado, “una persona que tiene que tener criterio para intervenir en la planta, no sería ya un quebrador”, dijo.

 

El cambio obliga también a repensar la forma de retribuir a este trabajador, que ya no cobraría por kilo cosechado.

 

La mecanización de la cosecha obliga también a modificar la estructura de los yerbales para que las máquinas puedan operar con eficiencia. El especialista explicó que las empresas que ya tienen algún grado de mecanización en su cosecha, aplican una poda de rebaje a efectos de darle a las plantas la forma adecuada para que puedan operar las cosechadoras.

 

“La otra opción es establecer yerbales nuevos perfilados para la cosecha mecánica, debemos nuevamente implementar estudios de densidades de plantación y disposición de las plantas en el lote, podemos estar pensando en lineos simples con una densidad alta o dobles lineos de plantación con distinta disposición para ir viendo qué esquema ajusta mejor para la formación de la mesa de corte o el sistema que se use en la cosecha mecánica”, explicó.

 

Alto rendimiento

 

Kryvenki destacó que el INTA acumula 40 años de trabajo en mejora de la calidad genética de la planta de yerba mate “con resultados que se van dando muy lentamente y que requieren muchos años de investigación, desde hace varios años trabajamos con huertos semilleros biclonales a partir del cual ponemos a disposición del sector productivo progenies de calidad genética muy superior a la que obtienen los viveros de la zona, cosechando la fruta de plantaciones comerciales”.

 

Afirmó que estas plantas de calidad genética seleccionada permite rendimientos que llegan a duplicar al que ofrece una plantación promedio. “Dependiendo de que contra qué se compare se obtienen mejoras en los rendimientos de entre 30 y 100% de superioridad en productividad, estamos hablando de 15 mil kilos por hectárea con la gran ventaja de la uniformidad”, indicó.

 

“Hay viveristas que se tienen a cosechar frutas  y obtener semillas de esta progenie, ya no es lo mismo porque en una segunda generación hay una segregación alta, lo que no garantiza los mismos resultados”, explicó.

 

JRC EP

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